Paco Roca, Miguel Gallardo y Antonio Altarriba. Tres autores con
historias que tienen mucho en común. Hace tiempo leí “Un largo silencio” (Gallardo) y “El arte de volar” (Altarriba) casi a la
vez y se me ocurrió que sería bueno entrevistarlos a los dos. Pero lo dejé
aparcado a la espera de no sé qué. Y
ahora, la publicación de “Los
surcos del azar”, me hizo ir en busca de los tres. Aceptaron, y a Miguel y
Paco me los llevé a comer a un pakistaní aprovechando que Paco venía a presentar
“Los surcos del azar”. Lástima que
Antonio no pudo estar presente en esa reunión, aunque sí lo estuvo al teléfono
para atender todas las cuestiones que le planteé.
Gallardo y Altarriba me contaron que sus padres
estuvieron muchos años en silencio pero que, cuando empezaron a hablar tras la
muerte de Franco, no dejaron de
largar. Tanto, que sus hijos les incitaron a escribir sus respectivas historias.
Las de dos combatientes republicanos durante la Guerra Civil que sufrieron el
exilio en Francia y la estancia en unos durísimos campos de trabajo. En cambio, Paco Roca no se ha basado en la
experiencia de su familia sino en la de los supervivientes de “La Nueve”, la mítica compañía que
luchó en la II Guerra Mundial bajo el mando del Capitán Dronne en la segunda división
blindada del General Léclerc y que tuvo el honor de liberar
París de los nazis, siendo los primeros en llegar a la ciudad, la madrugada del
24 de agosto de 1944. La particularidad es que “La Nueve” no estaba formada por
soldados franceses sino por españoles republicanos que lucharon contra Franco en la Guerra Civil.
Roser: Para
empezar, Paco, ¿Cómo diste con la historia de “La Nueve”?
Paco Roca: Fue en
el año 2008. Estaba en París para una charla en el Instituto Cervantes y allí
coincidí con dos excombatientes de “La
Nueve”. Manuel Fernández y Luís Royo, que habían acudido a la
presentación del libro de Evelyn
Mesquida, “La Nueve, los españoles
que liberaron París”. Pero no fue hasta tiempo después que decidí
profundizar en el tema y, para ello, contacté con el historiador Robert S. Coale, que me ayudó mucho en
el proceso de documentación.
Roser: Esta
semana me he leído seguidos vuestros tres cómics y tienen infinidad de cosas en
común. Una de ellas, el día de la proclamación de la República, que a todos les
dio grandes esperanzas.
Altarriba: Mi
padre me contaba que la proclamación de la 2ª República fue un momento especial.
Sólo tienes que ver fotos de ese momento en las distintas plazas y pueblos de
España y te darás cuenta que fue acogida con mucho entusiasmo porque se esperaba
que las cosas cambiaran para bien. Que hubiera un reparto más justo de la
riqueza, una política más participativa y cosas de estas. Mi padre, en febrero
había cumplido 21 años y la República se proclamó el 14 de abril, justo cuando
acababa de llegar a Zaragoza y conseguía el carnet de conducir.
Gallardo: Mi padre venía del sur y en
su tierra había una miseria acojonante. Y de pronto, con la llegada de la
República, las cosas empezaron a cambiar.
Paco Roca: Al menos se luchó por
igualar.
Gallardo: Y fue un momento en que los
que habitualmente pierden, ganaron.
Paco Roca: Eso de que la II República luchó por
una igualdad se ve muy bien en “Todo
lo que se llevó el diablo”, de Javier Pérez Andújar… Esa idea de
querer acercar la cultura a una gente que no había tenido la posibilidad de
estudiar.
Roser: Antonio, A
mí me da la impresión que tu padre, cuando vivía en el pueblo, no tenía mucho
interés por la política sino que era un chico a quién no le gustaba la vida que
tenía y que lo que quería era salir de allí para conocer la ciudad.
Altarriba: Es
cierto que empezó a tomar contacto con movimientos políticos al llegar a
Zaragoza. De todas formas, en el cómic, quise incidir en una especie de pre
consciencia social que ya se formó en el pueblo. Quería hacer hincapié en esa
idea de la que hablaba mi padre, de las rivalidades entre los pobres y esa
práctica tan extendida de cogerle un surco al vecino para ampliar un metro el
terreno. Pero sí que fue en Zaragoza donde empezó su simpatía por el anarquismo
y a acercarse a una militancia más formal. De todas formas, todo eso ya cala en
una mentalidad que, anteriormente, ya había visto algo.
Roser: En tu caso, al no ser dibujante,
necesitabas que alguien hiciera esa parte. ¿Cómo fue que escogiste a Kim?
Altarriba: La primera persona en quien
pensé para dibujar mi guión fue Gallardo aunque nunca se lo llegué a
decir. En aquel momento, lo único que había en España y que tuviera relación con
lo que yo quería hacer era el “Largo
silencio”. Pero luego caí en la cuenta que él ya tenía su propia historia y
su propio padre. Por tanto, proponerle otro padre para contar una historia que
tenía muchos puntos en común no me pareció que fuera lo más correcto. Entonces
me quedé muy desorientado sin saber a quién hacer semejante propuesta y que
encima la aceptara. Pero dio la casualidad que, en 2005 en Vitoria, organizamos
las jornadas Crash Cómic e invitamos
a Kim. Yo sabía que, aparte de lo de
“Martínez el Facha”, también había
hecho otras cosas en plan más realista. Hablé con él y me pareció una persona
muy próxima y accesible pero no me atreví a proponerle nada. Aún tardé unos días
en hacerlo y, cuando por fin se lo dije, se sorprendió mucho porque él venía del
dibujo humorístico… Pero por suerte lo pude convencer. En parte, porque ya
estaba un poco harto de ser el autor de Martínez el Facha y también porque su
padre sufrió la represión franquista. Era un médico de Barcelona que cuidaba a
los milicianos y estuvo dos años en la
cárcel por estar involucrado con la parte republicana. Así que aceptó.
Gallardo: Yo ya cumplí con mi padre.
Además, con una historia como esa, tan personal. Incluso también en el caso de
Paco porque siempre se implica mucho. Es un tipo de historia donde lo mejor es
que tú puedas hacerlo todo. Escribir el guión y dibujar. Un poco como hizo Carlos Giménez, que también fue un
precedente porque, aunque su cómic no es exactamente de la guerra civil, sí que
lo toca.
Roser: sí, en “Paracuellos”
Gallardo: Cuando salió “María y yo” había gente de asociaciones
de padres que me decía “nosotros te
enviamos las historias de nuestros hijos y tú las dibujas…”. Pero no se
trata de eso…
Paco Roca: Pero tú empezaste a dibujar
con guionistas…
Gallardo: Sí, trabajé con Mediavilla e Ignacio Vidal-Folch.
Roser: Pero de eso hace mucho… Y desde
entonces que trabajas solo ¿no?
Gallardo: Sí, ahora lo hago todo yo
mismo.
Paco Roca: La novela gráfica es como
una especie de democracia de autoría. Lo que importa es que emocione. Son
historias que hace unos años no se hubieran podido publicar porque no entraban
en los cánones de lo que había que hacer. Por eso creo que ahora hay tantos
autores que lo hacen todo.
Roser: Porque tú, Paco… No trabajas
nunca con guionista…
Paco Roca: Quizá en algún proyecto en
el futuro para aprovechar un argumento pero… Es tanta la dedicación que tienes
que hacer para un cómic…
Roser: A mí me parece que, para
trabajar con un guionista, uno y otro han de entenderse muy bien, ¿no?
Paco Roca: Bueno, cuando se trabaja con
el guión de otro, nunca llegas a ser dibujante completo ni guionista completo. A
mí me costaría mucho escribir un guión para otra persona porque muchas cosas se
me perderían por el camino. Y si tuviese que dibujar para un guión de otro,
pienso que habría otros dibujantes que lo harían mejor.
Gallardo: Además, está cambiando un
poco la visión del autor de tebeos. Hasta no hace mucho, y aún lo siguen
haciendo, cuando te invitaban a una entrevista te advertían que también te
harían dibujar.
Paco Roca: En el programa “Versión española” en el que tú
estuviste, en Navidad emitirán “Arrugas” y ya me han dicho que me
traiga los rotuladores porque me harán dibujar durante la entrevista.
Gallardo: Yo no tuve que hacerlo. Me
libré haciendo unos dibujos previos que
luego utilizaron en los créditos, o algo así.
Roser: Era sobre “María y yo”, ¿no?
Gallardo: Sí, y fue una entrevista
cojonuda.
Ese día estaba todo a favor.
Roser: ¿Cuánto tiempo habéis dedicado a
la elaboración de vuestros cómics?
Paco Roca: Yo, dos años de trabajo más
el tiempo de investigación y documentación.
Altarrriba: Mi padre murió en 2001 y yo
no me puse con el guión hasta 2004. En este tiempo, hasta que empecé a escribir,
fueron años en que lo pasé muy mal. Estuve en manos de psiquiatras e incluso de
baja en la Facultad. No me encontraba bien pero al final me decidí a escribir. Básicamente, por la rabia que me
dio que en la residencia me quisieran cobrar 34 € que mi padre dejó a deber tras
su muerte. Murió el 4 de mayo y, a las pocas semanas, recibí una carta de la
directora pidiéndome que pagara esa deuda. Evidentemente, no la pagué y tuve que
ir a juicio por ello tres años después. Esa fue la chispa que encendió la mecha
para ponerme a escribir. Y empecé el guión sin saber si algún día lo podría
publicar, porque entonces ni tan
siquiera conocía personalmente a Kim.
Roser: “El arte de volar” es la adaptación de
las memorias de tu padre. Pero ¿como ocurrió? Es el caso de hijo que encuentra
el diario de su padre y decide publicarlo o bien lo incitaste tú a que lo
hiciera? Me parece muy valiente por tu parte hacer un cómic así porque explicas
cosas realmente muy duras sobre vuestra vida.
Altarriba: Yo mismo le impulsé a
escribirlas cuando, ya muy mayor, estaba en plena depresión. Fue en los años que
aparecen en el último capítulo. Los de la residencia de ancianos. En ese tiempo
me hablaba de sus años de juventud, de sus luchas e ilusiones perdidas. Como me
lo contaba una y otra vez, al final le incité a escribirlo. En esa época él sólo
hablaba conmigo. Ya se había separado de mi madre, no le quedaban amigos en la
residencia y estaba sumido en una gran depresión. Al final me hizo caso, lo
escribió y yo lo leí. Escribió unas 200 cuartillas que se detenían en el momento
en que él regresaba a España y aún quedaba mucho por contar pero no quiso
continuar.
Roser: ¿Y entonces como seguiste?
¿Sabías bien la historia?
Altarriba: Como te decía, mi padre dejó
escrito hasta el momento de su regreso a España en 1950, mientras que yo nací en 1952. Aunque de niño no me
enterara mucho de lo que pasaba, siempre hay una crónica familiar que te va
transmitiendo cosas. La tía Dorotea,
la tía Elvira… Por tanto, lo que
seguía yo ya lo conocía. Lo único que mi padre aportó de nuevo, en los textos
que escribió, fue una mayor precisión en cuestiones de fechas, localizaciones,
divisiones y compañías. Por eso, el escrito de mi padre me vino bien para
precisar cosas aunque el impulso de la escritura surgió, básicamente, del duelo
por su muerte a pesar de que ya me lo esperaba. También, por el sentimiento de
culpa que se te crea. Además yo tenía un doble remordimiento porque él me pidió
que le matara.
Roser: Sí, a mi parecer uno de los
momentos más duros del cómic. Tanto por la petición de tu padre como por tu
situación.
Altarriba: Pues fue así como lo cuento.
Y parte de mi sentimiento de culpa era por no haberle podido ayudar.
Roser: Me gusta que el relato sea en
primera persona, adoptando la personalidad de tu padre. Hacerlo así debería ser
muy duro para ti…
Altarriba: Empecé a escribir el guión
sin el prólogo de las tres primeras páginas en que decido apropiarme de la voz
de mi padre. Estuve un par o tres de semanas escribiendo así, en tercera
persona. Y ya tenía unas varias viñetas guionizadas cuando vi que eso no
funcionaba. Además, me sentía muy
distante respecto la historia. Por eso lo cambié e hice la historia en primera
persona como si fuera mi padre. A partir de ahí, el guión fluyó solo.
Roser: Tu caso,Miguel, es parecido al
de Antonio ¿no?
Gallardo: Pues sí… El libro de mi padre se llama “Un largo silencio” porque eso es lo que
fue, desde que estalló la guerra hasta que murió Franco. Todo ese tiempo calló
como un puta como hicieron todos los que estaban como él. Cuando mi padre se
ponía ante la televisión empezaba a largar… Primero en voz baja y, a medida que
fue avanzando, fue a más. Entonces murió Franco y fue acojonante. Vivíamos en
Lleida, que era un sitio ultra cerrado, nacionalista y católico. Mi padre
trabajaba en FECSA y nos consta que tenía mogollón de compañeros republicanos.
En cambio, ninguno hablaba sobre su pasado. Incluso había uno que tenía la
tapadera perfecta porque ¡Tenía una tienda de santos! Por otra parte, también me
acuerdo que una vez me llevé una bronca monumental por colgar en mi habitación
un poster del Che Guevara. Esto
sería más o menos en 1972. Y también recuerdo que, cuando mi hermano hizo la
mili, vino a casa una pareja de la Guardia Civil porque debería constar que mi
padre había luchado en la guerra defendiendo el bando republicano. No pasaba
nada pero… Había esa cosa como de… ¡cuidado!
Paco Roca: Como siempre, debería haber
temor…
Gallardo: Sí. Incluso había la leyenda
de que cuando Franco vino a Lleida,
una semana antes se hizo una batida por la ciudad y acabó un montón de gente en
la cárcel. Uno era un pobre hombre que trabajaba en una tienda de
electrodomésticos. Se lo quedaron unos días en prisión y luego lo mandaron a
casa.
Roser: ¿Y eso por qué?¿Por temor a que
hicieran algo contra el régimen?
Gallardo: Sí, por supuesto. Luego,
cuando murió Franco, creo que mis padres ya vivían aquí. Fue entonces
cuando gestionamos los papeles de militar de mi padre, que llegó a Capitán.
Cuando los tuvo, te diré que jamás en mi vida he visto a una persona más feliz
que él. A partir de entonces mi padre no paró de hablar y aprovechaba cualquier
ocasión para hacerlo. Te pongo un ejemplo de escena familiar en Navidad… Alguien
decía “¡Joder, vaya mierda de
macarrones!” y él… “¡Macarrones! Pues
en la guerra…” Y entonces todos ya decían… “ya está tu padre con sus historias de la
guerra”. Y, yo pensaba… ¡Aquí hay una historia cojonuda que hay que
contar! Pero no sabía cómo ni cuándo. Al final, lo chinchamos tanto que escribió
sus memorias en 20 folios.
Roser: Y decidiste publicarlo tal cual
lo escribió él…
Gallardo: Esa duda la tuve durante
muchos años. Ya estaba al final del Víbora y tenía esa historia dándome vueltas
por la cabeza sin saber qué hacer de ella. Además venía de hacer cosas de humor…
Y luego me leía y releía el relato y me parecía muy aburrido. Pensaba que
podríamos cortar alguna parte, arreglarlo gramaticalmente… Pero al final decidí
no tocar ni una puta coma y dejarlo tal cual ya que quien lo cuenta es mi padre,
que era perito industrial. Y la parte de emoción que le faltaba se la puse yo.
Luego hice un primer experimento que salió en “Nosotros somos los muertos” y, a partir
de ahí, ya decidí hacerlo así.
Paco Roca: ¿Y tu padre lo llegó a ver
publicado?
Gallardo: ¡Sí! Aunque murió ese mismo
año.
Paco Roca: ¿Y lo leyó?
Gallardo: ¡Sí! Hicimos la presentación
en una galería de arte de por aquí. Incluso hay un vídeo colgado en Internet.
En la presentación hablaba tanto que al final le tuve que decir… “¡Papá,
no lo cuentes todo porque al final la gente no se lo leerá!” En septiembre de ese mismo año murió. Y no
estaba enfermo ni nada. Murió de vejez. Ya tenía sus 80 años.
Roser: Al menos lo pudo ver
publicado…
Gallardo: Recuerdo que una familia de
Lleida amiga de mis padres, el hombre era Guardia Civil y era clavado a Manolo Morán. Pues ese amigo de mi
padre, aunque era muy buen hombre, era facha perdido. Una vez, durante una comida, empezó a despotricar en
plan “putos rojos…” Y yo, en mi papel
de adolescente, le dije… “Hombre, pues mi
padre lo es y es una buena persona…” (risas). Pero bueno… Hasta aquí llega
mi historia.
Roser: Yo, hará cosa de un año,
encontré el diario de mi abuelo. Él llevaba muerto más de 40 años y, de hecho,
ni tan siquiera lo conocí. Era un señor de la burguesía de Barcelona,
propietario de barcos petrolíferos, que un buen día se lo llevó “de paseo” una
patrulla de la FAI. Sorprendentemente, al cabo de un tiempo lo devolvieron vivo
aunque bastante magullado. Fue entonces cuando decidió escribir lo que le había
ocurrido pero yo no supe nada de eso hasta hace bien poco y, cuando lo encontré,
lo publiqué en el blog. Tal cual como lo escribió.
Paco Roca: También hay quién dice que
la guerra civil es un tema del que ya se ha hablado demasiado y que ya está bien
de hablar tanto de ella pero… ¡Es que hay tantas historias interesantes acerca
de ella! Tanto de un bando como de otro.
Gallardo: Nunca hay que acabar de
hablar de la guerra civil. Primero porque aún no está resuelta y aún seguimos en
guerra civil.
Paco Roca: Es por la mala transición
que hemos hecho. Mientras todavía haya heridas abiertas habrá literatura
alrededor.
Gallardo: No sé si visteis el otro día
por la tele “El gato al agua”…
Paco Roca: Sí, a ese que decía que los
familiares de las víctimas de la guerra civil desenterraban a sus familiares
porque se daban subvenciones!
Gallardo: Si hay gente que dice esto es
que no lo tenemos bien resuelto.
Roser: Ahora me acuerdo de una parte de
“El arte de volar” que me dejó
helada. La historia del tío Segundo.
El que fue chófer del alcalde de Zaragoza y acabó llevando el “camión de la
basura”. Su relato es espeluznante…
Altarriba: Lo de la recogida de
cadáveres también ocurría en otras partes de España pero aquí se daba una
particularidad. Zaragoza era la ciudad que tenía, porcentualmente, un mayor
número de militantes de la CNT. Durante las primeras semanas, tras el
levantamiento de Franco, hubo muchas detenciones y fusilamientos y, el tío
Segundo, se encargaba de ir con su camión recogiendo los restos de todos los
ejecutados. Los llevaba al cementerio y, allí, había otros desgraciados que
cavaban las fosas y enterraban los cuerpos. Debería haber miles de cadáveres en
cada fosa. ¡Y ahora el gilipollas ese
dice que desenterramos nuestros muertos porque nos dan subvención!
Roser: Paco, esta no es la primera vez
que tratas la guerra civil sino que ya el tema ya aparecía en otros dos cómics
anteriores. “El faro” y “El ángel de la retirada”.
Paco Roca:“El ángel de la retirada” no lo cuento
porque era una cosa de encargo. Pero “El
faro” sí. El abuelo de la novia que tenía entonces había estado en un campo
de refugiados en el sur de Francia y muchas veces nos contaba su historia.
Roser: Pues volvemos otra vez a lo que
hablábamos antes de que todos tenemos, más o menos, personas cercanas que han
participado de un modo u otro en la guerra.
Paco Roca: Y cuando te las cuentan
piensas que son historias que se van a perder si alguien no lo deja por escrito.
Es como tener información en primera persona. Eso me dejó un poco la espina
clavada de que… ¡Joder! Me he ido por otro camino y siempre he querido hace algo
sobre el exilio español.
Gallardo: En los cómics se ha hecho una
labor muy buena porque a la guerra civil solo te puedes acercar de una forma
parcial. También hay gente que cuenta la posguerra desde su propia experiencia,
que eso está muy bien. Estamos los de la generación que nuestros padres
participaron en ella, como Antonio y yo.
Luego, vosotros sois la segunda generación, que sabéis cosas de la guerra por
haberlas oído o bien por vuestros abuelos. Unas y otras son visiones
diferentes.
Roser: Por eso os quise juntar a los
tres, porque el conjunto de vuestros libros da esa visión. Por cierto… El otro
día supe que Sento también acaba de
sacar un cómic sobre la guerra civil pero me enteré tarde y ya no había tiempo
para contactar con él.
Paco Roca: Yo no lo he leído pero
parece que está bien. Creo que es la historia del padre de su mujer, ¿no?
Altarriba: Yo
conozco un poco la historia porque estuvimos hablando de ello en Valencia. Según
me comentó, estaba utilizando un libro titulado “No se fusila en domingo”y que cuenta la
historia de su suegro, Pablo Uriel.
Él, cuando estalló la guerra civil, era un médico recién licenciado y, lo
curioso del tema, es que el levantamiento de Franco le pilló celebrando el final de
carrera bajando en canoa por el Ebro. Y entonces empezó a ver que ocurrían cosas
raras… Acostaba en el río para pasar la noche y se fue enterando poco a poco de
lo que iba pasando.
Gallardo: También está lo que hizo Roger en los inicios de “El Víbora”. Curiosamente era una
historia sobre la guerra civil, que no pegaba para nada porque entonces nadie
hablaba de esa guerra. Era la historia de un tal Emili Piula, anarquista catalán. Pero
al final, en la guerra ocurrieron tantas cosas… Y le dan más importancia desde
fuera que nosotros desde dentro…
Paco Roca: Mira, ahora nos hemos
juntado tres que tenemos historias interesantes sobre la Guerra Civil. La de ese
hombre de “El faro” quizá menos, que
solo estuvo en los campos de trabajo.
Roser: La estancia en los campos de
trabajo sale en todos vuestros cómics. Tanto el padre de Miguel como el de
Antonio estuvieron y, mientras yo los leía, pensaba que ese momento debería ser
uno de los peores de la vida de vuestros padres. Luego me convencí de ello con “Los surcos del azar” ya que hay un
momento en que uno de los exiliados lo comenta. Concretamente, que fue lo peor y
más triste que le había ocurrido.
Altarriba: Sí, y es triste y
decepcionante desde muchos puntos de vista. Yo creo que, en lo que era el frente
republicano, los anarquistas sufrieron una triple decepción. La primera, cuando
los países aliados decidieron no intervenir tras las actuaciones militares de
Italia y Alemania. La segunda, y más grave, fue el recibimiento que tuvieron al
llegar a Francia, que los metieron en verdaderos campos de concentración. Y la
tercera fue que, tras la segunda Guerra Mundial no se interviniera contra
Franco.
Gallardo: Y la sensación de la derrota…
Que llegas al exilio sin nada. Con la única sensación de “se ha acabado y
estamos derrotados”. Llegas abatido psicológicamente. Has estado luchando por
unos ideales y lo has perdido todo.
Altarriba: La humillación de la derrota
la vivieron en la peor de las situaciones que es en un campo de concentración
donde la gente moría de hambre y de frío.
Paco Roca: Piensas que estás aislado.
Creías que el resto del mundo te iba a comprender y te das cuenta de que eso no
es así. En esos momentos de entre guerras había mucha ambigüedad. El gobierno
francés, antes de que terminara la guerra, ya había reconocido el gobierno de Franco. En estados Unidos había grupos
nazis. Henry Ford apoyaba
abiertamente a Hitler.
Gallardo: Y el aviador ese famoso
americano… Howard
Hughes,
que fue a la Alemania nazi y simpatizó con el régimen de Hitler… Poco a poco Estados Unidos se
fue convirtiendo en un estado nazi pero más suave que en Alemania.
Paco
Roca:
Todas esas personas que habían luchado en la guerra civil contra el fascismo
para defender la democracia y el librepensamiento se dieron cuenta que, al salir
de ahí, seguían siendo unos bichos raros y que, en lugar de tener simpatizantes,
les ocurría todo lo contrario.
Roser: Además, todos ellos
estaban convencidos que tras la liberación de París y la caída de Hitler seguiría la de Franco. Y eso no fue así… Es una
cuestión que aparece en vuestros tres cómics.
Paco
Roca:
Claro, es lógico que lo pensaran. En cambio, los abandonaron. Ahí se junta una
carambola histórica además del hecho de que Franco no servía ni para malo.
Debería ser tan patético de cara a los aliados que hasta pensarían que no era ni
peligroso. Pérez Reverte habla muchas veces de los trenes perdidos de España en
favor del progreso… De cuando España se decantó por el catolicismo en lugar de
por el protestantismo y de cuando después de vencer a Napoleón retornó el Rey y
perdimos la Constitución… Pero yo pienso que hay un tercer tren perdido y que se
da cuando los aliados dieron la espalda a España.
Altarriba: Nueve años después del fin
de la Guerra Civil, los anarquistas aún no se daban por vencidos. Incluso tres
años más tarde de acabar la 2ª Guerra Mundial, porque no daban crédito y, desde
distintas instancias políticas, intentaron hacer todo tipo de presión. Querían que la batalla continuara para
desalojar a Franco y no hubo manera
de conseguirlo.
Gallardo: Acabada una guerra
tendrían que haber empezado otra.
Paco
Roca: De
ser así, supongo que todo habría ocurrido muy rápido ya que todavía era el
momento de hacerlo.
Gallardo: Luego hubo el último
intento de invasión, con los maquis…
Paco
Roca:
Bueno sí… Pero ya estaba casi condenada al fracaso. La gente ya no quería otra
guerra civil.
Gallardo: La gente como mi padre,
a lo largo de los años 50 y 60, estaba dispuesta a cualquier cosa pero no a
pasar por otra guerra.
Roser: Ahora no recuerdo en
cuál, pero en uno de vuestros cómics aparece eso que dices, Miguel… La idea de
“pasaré por cualquier cosa pero no quiero
otra guerra”.
Gallardo: Hay una cosa que falta
contar y son las historias de la sociedad civil. Mi madre y mis tías me
explicaban cómo se las apañaba la gente en Barcelona para sobrevivir y aquí hay
relatos muy interesantes.
Roser: Es curioso porque mi
familia nunca hablaba de la guerra. Yo, hará cosa de un año me enteré de lo de
mi abuelo con la FAI y fue por pura casualidad. Entonces fue cuando mi madre me
contó que era el diario de l’avi
Pere, que escribió tras salir de la Checa de la Bonanova. ¡Eso me dejó de
piedra! Ella lo encontró tras la muerte de mi abuela, hace unos 20 años, y lo
tuvo guardado todo este tiempo sin decirme nada.
Paco
Roca:
Hemos tenido más de 30 años de una historia contada desde un solo punto de
vista.
Gallardo: Y el ámbito familiar en
el que, a veces, aparecían estas historias…
Roser: Me imagino que el caso
de mi abuelo ha estado siempre escondido porque no estaba bien visto, dentro de
la propia familia, que él fuera “del otro bando”. De hecho, cuando lo colgué en
el blog, me llamó mi hermano muy enfadado porque, según él, pintaba al abuelo de
muy facha. ¿Pero qué quería que hiciera, si resulta que lo era?
Paco
Roca:
Ahora parece que, para contar historias desde ese bando, las tienes que
justificar. Hay un libro de Pérez
Reverte, sobre su padre, que había estado en las Brigadas Azules. El libro
está muy bien. Está escrito desde el punto de vista del padre. Ahí Javier se
justifica un poco con su misión y todo eso. Pero también es verdad que hemos
tenido 30 años desde un único punto de vista y también está bien saber cosas del
otro.
Gallardo: Yo tengo alguna anécdota
de mi familia buenísima. Mi abuela tenía un marido bastante peculiar. El abuelo
Valeriano, que no aparecía mucho por casa y, cuando venía, le hacía un hijo. Así
que mi abuela tuvo 6 o 7 niños y ella fue la responsable de educar a toda esa
cuadrilla. Ella me contaba que, durante la Guerra Civil, un día subieron a su
casa los de la CNT con una ametralladora. Ella tenía ahí colgado un Jesucristo y
los vecinos siempre le decían… “¡Señora
Antonia, si vienen los de la CNT la van a fusilar!”. Y ella les respondía…
“Pero si estos no tienen ni idea… Yo les
digo que es el retrato de un tío mío y ya está…”(risas). También hay otra
historia que cuentan mis tíos, que por aquél entonces serían unos adolescentes o
aún más pequeños. Es sobre el día que entraron las tropas nacionales y se fueron
los republicanos. Justo en ese momento, parce que hubo un par de noches de
descontrol total. En ese tiempo, los vecinos de la escalera de mi abuela
descubrieron que los republicanos se habían dejado un camión entero de
avituallamiento. La gente se tiró a lo bestia a pillar todo lo que podía.
Incluso había silos de aceite en los que algunos murieron ahogados porque se
metieron dentro. Mis tíos, por su parte, descerrajaron un estanco que había en frente de casa para
pillar tabaco y cambiarlo por pan en la Plaza Tetuán, que es donde se ponían los
nacionales.
Paco Roca:
A veces
pensamos en cuál es la imagen del final de la Guerra Civil. Habitualmente
recordamos el discurso ese de "En
el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas
nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado.”
Gallardo: O la entrada de las tropas
nacionales en Barcelona. Según cada familia, ese momento se viviría distinto.
Además, tanto durante la guerra como en la posguerra había gente muy mala…
Porteros dispuestos a acusar a quién fuera hasta por otras razones que no fueran
políticas y cosas así.
Roser: Una época en que casi nadie
podía fiarse de nadie. Era todo desconfianza.
Paco Roca: Pero hay un montón de
historias de ese final de la guerra y eso es algo interesante porque supone
ponerle cara al momento. O el final de la guerra en Alicante…
Roser: ¡Sí, con ese principio brutal de
“Los surcos del azar”! Tan
contundente… Ahí lo clavaste, Paco, porque enganchas al lector y haces que no
pueda soltar el libro. Al menos, a mí me pasó. Tras leer los dos primeros
capítulos, que subisteis a Internet, pensé “voy a escribir rápidamente a
Paco".
Paco Roca: Es un truco narrativo…
Intentar buscar un buen enganche empezando desde el final de la guerra civil en
ese momento desde el puerto de Alicante. Era muy potente… Y todos los
testimonios que encontré de ese final eran muy dantescos… Gente desesperada que
se suicidaba y cosas así.
Roser: ¿Pudiste hablar con
supervivientes de ese episodio?
Paco Roca: No… Directamente no he
llegado a hablar con nadie. Sí que conocí a dos excombatientes de “La Nueve” pero eso fue antes de tener
claro que iba a hacer esta historia. Por lo que todas las dudas que tenía ya no
pude consultarlas con ellos. Tiré mucho de documentación en libros sobre ese
final. Luego, te das cuenta que hay muy poca documentación sobre el exilio
español. Hay libros escritos en la época que, por una parte, están muy
manipulados y, por otra, no coinciden los datos en ningún sitio acerca de la
gente que se exilió en el Norte de África.
Gallardo: Esa parte del exilio en el
Norte de África la has hecho muy bien. El otro día lo comentaba con alguien que
me decía que ese episodio le sonaba a chino.
Paco Roca: Toda eso es muy desconocido.
En cambio, gente como Max Aub estuvo
en uno de esos campos. Te podías encontrar a Semprún en Mauthausen, Max Aub en África...
Gallardo: Mi padre volvió a España cuando empezaba la II Guerra Mundial. En ese momento le dieron a elegir entre ir a la legión extranjera, los campos de trabajo o volver a España.
Roser: A España para que te fusilen... Eso es recurrente en vuestros cómics...
Gallardo: Él decidió volver a España y lo mandaron a Mataró donde estaban todos destinados como trabajadores para África.
Paco Roca: Mi abuelo también estuvo en África. Era republicano y acabó en el Sáhara pero no me ha llegado nada de la historia. Sólo por los tatuajes que llevaba supe que se los había hecho allí pero mi padre jamás me habló de ello. Supongo que se debe a que querían olvidar todo lo mal que lo pasaron. Si hubiesen sido vencedores habrían estado todo el tiempo hablando de ello pero como no fuer así... Al final les obligaron a olvidar.
Gallardo: Mi padre volvió a España cuando empezaba la II Guerra Mundial. En ese momento le dieron a elegir entre ir a la legión extranjera, los campos de trabajo o volver a España.
Roser: A España para que te fusilen... Eso es recurrente en vuestros cómics...
Gallardo: Él decidió volver a España y lo mandaron a Mataró donde estaban todos destinados como trabajadores para África.
Paco Roca: Mi abuelo también estuvo en África. Era republicano y acabó en el Sáhara pero no me ha llegado nada de la historia. Sólo por los tatuajes que llevaba supe que se los había hecho allí pero mi padre jamás me habló de ello. Supongo que se debe a que querían olvidar todo lo mal que lo pasaron. Si hubiesen sido vencedores habrían estado todo el tiempo hablando de ello pero como no fuer así... Al final les obligaron a olvidar.
Altarriba: El trato que recibían era el
de “sois unos cobardes que habéis perdido
la guerra y, si queréis demostrar que tenéis agallas id a la legión extranjera.
O, si tenéis narices, volved a España. Y no os quejéis porque tenéis lo que os
merecéis”.
Roser: Mucha gente, como vuestros padres, Miguel y Antonio, pasaron gran parte de su vida en silencio.
Roser: Mucha gente, como vuestros padres, Miguel y Antonio, pasaron gran parte de su vida en silencio.
Altarriba: Mi padre empezó muy tarde a
hablar de ello. No dijo nada hasta después de la muerte de Franco.
Gallardo: Además era peligroso hablar...
Paco Roca: ¡Tú dirás, si hubieron 50.000 ejecuciones tras la guerra! Me imagino que los dos bandos hicieron sus salvajadas durante la Guerra Civil pero lo que fue terrible era ese afán de venganza del franquismo. Entre las ejecuciones y las encarcelaciones había un miedo terrible a que cualquiera te pudiera denunciar.
Gallardo: El otro día, Darío Adanti me comentaba que en Argentina ellos hablan de 30.000 desaparecidos mientra que en la Guerra Civil hay 1.000.000 de personas desaparecidas y, en cambio, no les hemos dado la relevancia que, en Argentina, les dan a sus desaparecidos.
Gallardo: Además era peligroso hablar...
Paco Roca: ¡Tú dirás, si hubieron 50.000 ejecuciones tras la guerra! Me imagino que los dos bandos hicieron sus salvajadas durante la Guerra Civil pero lo que fue terrible era ese afán de venganza del franquismo. Entre las ejecuciones y las encarcelaciones había un miedo terrible a que cualquiera te pudiera denunciar.
Gallardo: El otro día, Darío Adanti me comentaba que en Argentina ellos hablan de 30.000 desaparecidos mientra que en la Guerra Civil hay 1.000.000 de personas desaparecidas y, en cambio, no les hemos dado la relevancia que, en Argentina, les dan a sus desaparecidos.
Paco Roca: Hace poco leí un artículo sobre "La Nueve" escrito por una persona del PP a quién jamás oirás decir que el franquismo era una dictadura fascista. En cambio, era muy curioso porque ahí hablaba de "La Nueve" como "de los nuestros...". De esa gente española, heroica, que había luchado contra el fascismo. Aunque al final se le escapa decir que, lástima que junto a la bandera francesa no ondee la que representa a todos los españoles. Y eso es porque, desde que Hollande es el Primer Ministro de Francia, la bandera republicana ondea junto a la francesa.
Gallardo: Así que, aunque por una parte habla de que "los nuestros estuvieron allí" supongo que solo se refiere a que eran españoles, omitiendo lo de republicanos ¿no?
Paco Roca: Claro, además esos españoles luchaban contra lo que esta persona condena.
Roser: La vuelta a España de vuestros padres, Miguel y Antonio ¿suponía para ellos un fracaso?
Altarriba: Cuando yo tenía unos diez años empecé a ir a Francia, a
casa de los amigos anarquistas de mi padre. Allí fue donde empecé a oír hablar
por primera vez de todas estas historias y de las propias de mi padre. Yo veía
que estos amigos suyos no habían tenido que pasar por la humillación de
someterse al régimen contra el que habían luchado. La decisión de mi padre de
volver a España es un poco difícil de explicar y, en su caso, fue por varias
razones. Una, la muerte de su madre. Otra, que su prima Elvira le ofreció
trabajo en España. Mi padre, en ese aspecto, conoció los dos exilios. El exilio
exterior, durante esos 11 años que estuvo en Francia, y el exilio interior en
España desde que volvió en 1950 hasta que Franco murió. Y este aún fue peor
porque se sentía como un zombi político al que sólo le quedaba acatar y
obedecer a aquellos contra los que estuvo
combatiendo.
Roser: Por otra parte, Miguel, suerte que tu padre cambió de opinión en el último momento porque, según cuenta, sus compañeros que escogieron ir a los campos de trabajo acabaron todos muertos tras ser apresados por los alemanes.
Gallardo: Ya, pero las posibilidades de que lo apiolaran aquí también eran grandes. Ten en cuenta que los que tenían un rango de oficial para arriba lo tenían mal. De hecho, nada más llegar al puerto de Barcelona lo amanillaron y se lo llevaron.
Paco Roca: Y ellos no sabían a lo que se exponían tomando una decisió u otra. Les daban a elegir tres opciones de las cuales ni una parecía buena.
Gallardo: Eso lo explicas muy bien, Paco, en "Los surcos del azar".
Roser: A tu padre, Miguel, todo el mundo le advertía que volver a España sería la muerte para él. Aun así volvió.
Gallardo: Tuvo la chamba que, en lugar de enviarlo al Sáhara, el jefe del campo en el que fue a parar hubiera estudiado la carrera con él. Y a partir de ahí ya fue todo mejor. Es un poco lo que explica Paco en su cómic. Tienen un tiempo muy breve para tomar decisiones en las que te juegas la vida.
Paco Roca: Imagínate la situación. Estás en un campo y te dan a escoger entre volver a España, alistarte a la legión extranjera o ir a los campos de trabajo. ¿Qué eliges?
Gallardo: Mi padre no tenía contactos en los sindicatos ni contactos políticos. Por lo tanto, él era material sobrante. Pero hay una cosa muy bonita que ocurre en el libro, y que tiene que ver con el título, y es cómo el azar hace que se vuelvan a reencontrar personas con unas posibilidades de morir enormes y que se ayudan entre ellas.
Paco Roca: Cierto, y es curioso que dentro de la República, como ocurre también ahora en la democracia, había muchas opiniones diferentes y gente que no tenía nada en común. Por ejemplo, comunistas y anarquistas. Pero había algo que los unía a todos y que era la lucha contra el fascismo.
Gallardo: También había un estrato inferior que era la familiaridad. Este fue el caso de mi padre con el hombre ese del campo de trabajo con el que estudió la carrera. Vale, también te puede tocar un hijo de puta y la puedes cagar. Pero de pronto, eso también contaba. El saber que el otro pensaba que tú eras buena persona y que en realidad estabas equivocado.
Roser: Sí, pero a veces también se daba la situación contraria. Tu padre cuenta que hubo personas a las que ayudó y que, una vez acabada la guerra y ya bien posicionadas socialmente, no quisieron saber nada más de él.
Gallardo: Sí, y quedarse con la sensación esa de ser un apestado y de que nadie quiere saber nada de ti.
Paco Roca: Lo interesante de contar este tipo de historias es que la gente que las vive está al límite y que cualquier decisión que se deba tomar puede llegar a ser dramática.
Gallardo: Son las fronteras esas de los últimos días... Como cuando los americanos se iban de Vietnam.
Paco Roca:Es un terreno donde sale lo mejor y lo peor de las personas. Hay tanta gente que se ayuda como lo contrario. En realidad, lo que hacen es intentar subsistir.
Gallardo: Normalmente pierdes gente por el camino... Yo he perdido amigos que han muerto. Pero esas cosas suelen ocurrir en periodos muy largos en el tiempo y te toca muy de tarde en tarde. En cambio, en una guerra esto ocurre a diario.
Roser: Cierto. Y eso me hace pensar en un momento de "Los surcos del azar" en que el protagonista explica que, si se muere tu compañero en la guerra, es casi un descanso para ti porque eso significa que tú sobrevives.
Gallardo: Hay un libro muy bueno de Chumy Chúmez que se titula "Yo fui feliz en la guerra". Aquí cuenta que a él la guerra lo pilló en Bilbao cuando tenía unos diez años y explica cómo la vivió, siempre desde el punto de vista de un niño. Y te das cuenta que, para un niño, la guerra era de puta madre porque no había colegio y cada día pasaban cosas. No era una vida monótona sino que había cambios constantes y eso a los niños les gustaba.
Roser: A los niños les gusta la guerra. Supongo que es algo emocionante para ellos. Mi propio hijo es muy bélico.
Gallardo: Es un periodo excepcional, de incertidumbre total, en la que la gente no sabe qué ocurrirá. De hecho, muchas familias acabaron separadas por culpa de la guerra. Unos en un sitio y el resto en otro.
Roser: En "Los surcos del azar" eso se ve muy claramente en los primeros capítulos del final de la guerra en Alicante.
Gallardo: Hay un libro que se llama "Tres días de julio" que va desgranando lo que ocurría el 18 de julio en todos los rincones de España y es curioso porque ves que, en esos momentos, no tienes capacidad de decisión y que lo que te pasa no lo puedes remediar.
Roser: Por otra parte, Paco, en “Los
surcos del azar” muestras de forma muy gráfica lo que ocurre a veces en el
periodismo, que hurga en las heridas de la gente para conseguir la información
buscada.
Paco Roca: Yo lo pensaba sobre todo en el caso de “Arrugas”. Yo vivo de estas cosas y
busco temas que me interesen y que también me den de comer. Entonces piensas
que lo que haces es hablar, por distintos motivos y de forma egoísta, de
ciertas cosas. Es posible que lo hagas para sensibilizar a la gente, como con
el Alzheimer. Pero también te das cuenta que, si realmente te interesasen tanto
estas cuestiones, trabajarías en una ONG.
Gallardo: Pero escribir un libro sobre ello también es una forma de
interesarse sobre el tema ¿no?
Paco Roca: Sí… Pero de ahí pasas a otro tema… Del Alzheimer a los
dibujantes de Bruguera de los años 50… Y después a los republicanos españoles
de “La Nueve”…
Gallardo: Pero tú eres un narrador. Antes lo has dicho. Coges un
tema y lo narras de tal manera que la gente capta lo que les quieres
transmitir. Yo he visto decenas de ejemplos de gente que ha tenido verdaderos
temazos sobre la mesa y que, en cambio, se les caen de las manos a la hora de
narrar. En cambio tú mezclas una cosa y la otra y haces que temas como el de
Bruguera sean accesibles a todo el mundo. Era una cosa de práctica leyenda de
la que los dibujantes siempre hemos hablado y tú apostaste por ella.
Paco Roca: Pero volvemos a lo de antes. Tú tienes una hija autista
y, como padre, has vivido el caso.
Gallardo: Sí, pero podría haber vivido esa situación y haber
montado un pepino de historia…
Paco Roca: Como decía Paul
Auster, las cosas le pasan a quien sabe contarlas.
Gallardo: En el caso de María,
he tenido que esperar a que la historia me cantara al oído. Para mí, no tenía
sentido contar su historia cuando ella tenía dos años porque esa niña un día
sería muy diferente. Y con la historia de mi padre, más o menos igual. La
diferencia está en que el libro sobre la guerra de mi padre se ha perdido en el
olvido. En cambio el de “María y yo”
no. Fue una cosa más trascendente.
Roser: Por cierto, Paco… ¿Cómo eliges los temas de cada uno de tus
cómics?
Paco Roca: Escojo temas que me remuevan por dentro. En cuanto a los
republicanos de “La Nueve”, me
interesaba saber por qué decidieron luchar por esta idea. Hablamos de todos los
españoles que salieron de España pero los que acabaron en el ejército de De Gaulle fueron apenas 200 o 300.
Luego, muchos regresaron a España. Otros salieron por África… Pero hubo un
pequeño grupo que luchó hasta el final y eso fue porque, para ellos, luchar
contra el fascismo era tan necesario como respirar.
Gallardo: Es una cantidad equiparable a los españoles que se
quedaron en Berlín, de la Legión Azul. Por otra parte, ahora pienso que “Arrugas”, “El invierno del dibujante” y
“Los surcos del azar” de pronto se
han convertido en una trilogía de perdedores porque España es un país de
perdedores. Nuestros héroes siempre son los perdedores…
Roser: Tan perdedores que en Cataluña conmemoramos la gran derrota
del 11 de septiembre de 1714.
Paco Roca: Igual es un poco por el tema judío-cristiano del
perdedor y la víctima más que el ganador.
Gallardo: O también un poco la idea anarquista esa de importarte
todo un pepino y de hacer lo que piensas…
Y hasta aquí mi cita con
Paco Roca y Miguel Gallardo. Luego tuvimos que salir fletados del restaurante
porque a Paco le esperaba una tarde muy movida. Un par de entrevistas y la
presentación del cómic por la tarde a la que, evidentemente, no falté.
Hay dibujos muy buenos, mucho.
ResponderEliminarGracias.
salut
Miquel, a parte de los dibujos, que sí que son muy buenos, las historias son magníficas. Muy recomendables
EliminarEstaba esperando que publicaras la entrevista y, en cuanto pueda, me la leeré con tranquilidad, que quiero disfrutarla. Por cierto, hoy empezaré con "Los surcos del azar", que también voy a disfrutar sin duda.
ResponderEliminarBesos
Disfrútalo mucho, Enrique. A mí me gustó tanto que hasta me daba pena que se me acabara el libro.
EliminarIMPRESIONANTE...no hay más que decir
ResponderEliminarOh! Muchas gracias. Con tertulianos como ellos es fácil que cualquier cosa salga bien.
EliminarDesde luego fantástico los tres tebeos. El de Paco, último que he leído, magistral, impresionante.
ResponderEliminarTambién la cita a Sento que debería ser el cuarto en discordia.
Un último apunte: Una lástima no haber podido contar también en la entrevista con Carlos Giménez (al que se le cita gracias a Paracuellos) "36-39 Malos tiempos" es, posiblemente, el mejor tebeo sobre la guerra civil que he podido leer. Sin duda debería haber estado en esta entrevista.
Un saludo.
Juan.
Gracias por el comentario. En cuanto a Sento, está en mis planes poder realizar esa entrevista con él. Y Carlos Giménez seguro que tiene muchas cosas por contar. Así que, si tengo la ocasión, también lo haré.
ResponderEliminarQué gran ¿entrevista?¿charla? me ha encantado, Felicidades por la iniciativa y por lo bien documentada que está. No hay una referencia que no tenga un hipervínculo, un comentario sin su viñeta asociada, etc. Bravo por el trabajo! En unos días me compro el de Paco Roca! Los otros ya los conocía
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