Lo que acaba de ocurrir es uno de los
sucesos más bonitos entre comercios históricos de Barcelona, un crossover entre El Rey de la Magia y El Ingenio en el que el primero ha salvado al segundo de una muerte casi
segura.
Sobre El Ingenio ya escribí en su día en este blog, cuando Rosa Cardona decidió que
era hora de jubilarse y traspasar el negocio, ya que nadie de su familia quería
continuar con él. Ahora, un año después, se acaba de hacer público algo que
hace pocos meses me anunciaba una de sus dependientas cuando entré para comprar
un regalo de cumpleaños: había posibilidades de que la tienda sobreviviera ya
que alguien había mostrado su interés. Ella no me llegó a decir el nombre de la
persona en cuestión: Pau Martínez, propietario del Teatro Museo El rey de la Magia e hijo del matrimonio formado por
Josep María Martínez y Rosa María Llop, quienes regentan el histórico local de El Rey de la Magia.
Ese mismo día, me fui a casa con el
obsequio que iba a buscar pero también con este recortable de personajes de
Sherlock Holmes, una rareza que tenían saldada en la tienda y de la que me
enamoré.
Hasta hoy siempre he evitado hablar del Rey de la Magia en el blog, no por falta
de interés sino por considerarlo un lugar conocido que ya ha salido mucho en
otros medios pero ahora, debido a la adquisición del Ingenio, es el momento adecuado para dedicarle un post.
El
Ingenio y El
Rey de la Magia, ambos comercios históricos de Barcelona protegidos por el ayuntamiento, han llegado a
un acuerdo para salvar al primero, que
estaba condenado desaparecer. Algo parecido le ocurrió al Rey de la Magia en 1984. Pasó por un estado
similar cuando la sobrina de Carlston, su segundo dueño, decidió abandonar el oficio.
Joan Brossa, que era un fanático de ese local (de hecho le había dedicado unos
cuantos versos), convenció a su amigo Josep María Martínez para que se lo
quedara. Y así fue.
El Rey de la Magia por Jordi Marsal |
Los orígenes del Rey de la Magia se remontan a 1881. Los del Ingenio, a 1838. Los
dos tienen en común el haber nacido en el siglo XIX, tener su propio taller
(uno dedicado a gigantes y cabezudos y el otro a instrumentos de ilusionismo), Joan
Brossa como entusiasta de los dos lugares y un gegantó del fundador del Rey
de la Magia, Joaquim Partagàs. Figura integrante de la colla de la calle
Princesa aunque esta no fue realizada por el obrador del Ingenio, sino por el Taller
el Drac Petit, de Terrassa, en el año 2002.
Joaquim Partagàs era un joven dependiente
de una droguería de la ciudad que emigró con su hermano a Argentina. Allí,
trabajó en una librería a la vez que empezó a mostrar cierto interés por la prestidigitación
gracias, en parte, a haber visto en acción al mayor mago de Barcelona cuando estuvo
en Buenos Aires: Fructuós Canonge, conocido como El gran Canonge.
Joaquim Partagás |
De vuelta a España, y ya como mago
profesional, Partagás fundó El Rey de la
Magia y se instaló en los bajos del número 5 de la calle Princesa, para luego
trasladarse al número 11 donde aún se encuentra.
En 1894, instaló en el número 30 de la Rambla un Salón mágico, inspirado en el de Robert Houdin en París y en el que
realizaba tanto espectáculos de magia como proyecciones con un cinematógrafo. Además, tenía
otro local donde enseñaba el arte del escamoteo. Por esas fechas, Partagás se autodefinía como “profesor de ciencias ocultas”.
Felicitación de año nuevo, de Joaquim Partagás, publicada en La Vanguardia el 03/01/1900 |
Tras su muerte, acaecida el día de los
inocentes en el año 1931, un cliente asiduo pasó a ser el nuevo amo. Se llamaba
Carles Bucheli Sabater y se inició como ilusionista y prestidigitador en 1939.
Su espectáculo, titulado Misterios de la
India legendaria, se basaba en diversas leyendas hindús y triunfaba en el
Circo Olympia de Barcelona. Carlston era
su nombre artístico y se presentaba ante el público con un turbante en la
cabeza y ataviado como un prestidigitador hindú. Precisamente, la imagen de un
mago con un turbante es el emblema de la tienda.