A veces, cuando busco información para escribir sobre un
determinado tema en el blog, descubro personajes e historias fascinantes que me
llevan a seguir tirando del hilo para encontrar, al final, cosas como la que
les voy a contar. Así conocí a Joaquín del Castillo Mayone. Concretamente,
investigando para la entrada de Ramón Montserrat y el origen de sus obras. Como ya dije en ese mismo post,
una de las obras representadas por el marionetista Montserrat podría estar
basada en la novela de Joaquín del Castillo “Adelaida
o el suicidio”. Una historia romántica que cuenta un drama terrible sobre
una joven de 18 años que se suicidó lanzándose
al mar, despechada por amor y que reproducía un hecho real ocurrido en
Barcelona el 14 de abril de 1832.
De la vida de este hombre poco he podido saber, solo que fue
un escritor barcelonés más bien mediocre, de carácter liberal, activo en la
década de 1830. No sé si es barcelonés de nacimiento o bien de adopción, ya que
en algunas fuentes he leído que era hijo y también sobrino de militar destinado
en Cataluña (su tío era el teniente coronel Mayone).
En cuanto a su labor como escritor, se le conocen una decena
de obras publicadas entre 1826 y 1837, todas en Barcelona. Publicó las novelas “La
prostitución o consecuencias de un mal ejemplo” (1826); “El buen hijo y el
matrimonio fraterno”; “Viage somniaéreo a la luna” (1832); “Adelaida o el Suicidio” (1833) y “Ocios
juveniles” (estas dos últimas,
novelas románticas). También,
un poema en cartas titulado
“Exclamaciones de un expatriado” (1833); el manual sobre las relaciones de pareja “Atalaya observatoria de ambos sexos” (1833) y algunos manuales
sobre lengua castellana.
También publicó las obras históricas “El
tribunal de la Inquisición” (1835) y “La
ciudadela Inquisitorial de Barcelona o las víctimas del despotismo del conde de
España” (1836); un par de ensayos
críticos con el clero titulados “Frailismonia
o grande historia de los frailes” (1836) y “El fraile, o la reliquia entre ruinas” además de “Las bullangas de Barcelona” (1837), que era una recopilación de las
siete bullangas (revueltas populares) ocurridas desde julio de 1835 (iniciadas
con una corrida de toros que acabó con una gran quema de conventos) y octubre de
1837 en Barcelona, con la consolidación del régimen liberal.
El pueblo en plena tarea de quemar un convento |
De las novelas, aparte de “Adelaida o el suicidio” (de la que me he vuelto fan desde que la
descubrí), "Viage somniaéreo a la Luna” (escrito con "G" de acuerdo a la grafía del siglo XIX)
me ha parecido interesante, tanto por ser una de las primeras novelas de
ciencia ficción publicada en España como por su historia, aunque literariamente
no sea gran cosa. Editada en Barcelona por la librería de M. Saurí y Compañía,
en 1832, parte de este relato se encuentra reproducido en el libro “De la luna a Mecanópolis – antología de la
ciencia ficción española (1832-1913)”, que se compone de 17 textos seleccionados por Nil Santiáñez-Tió. Entre ellos, además del ya citado de Joaquín del
Castillo, hay otros de autores tan relevantes de la época como Leopoldo Alas
(Clarín) con “Cuento futuro” (1886),
Santiago Ramón y Cajal con “El pesimista
corregido” (1905) y Miguel de Unamuno con “Mecanópolis” (1913).
Para entender el contexto en el que fue escrito “Viage
somniaéreo a la Luna” debo decir que muchos autores españoles se iniciaron en
el género de la ciencia ficción a raíz del éxito de las novelas extranjeras del
mismo género. Julio Verne era todo un best
seller en la España del siglo XIX y sus novelas se cuentan entre las más
traducidas al castellano. Por eso, no es de extrañar que los autores españoles
de la época quisieran emularlo escribiendo sus propias historias de ciencia
ficción. De hecho, en cinco obras españolas del siglo XIX se narra un viaje
espacial y entre ellas está Viage somniaéreo a la Luna".
Sobre el viaje a la luna relatado en la novela de Joaquín
del Castillo hay que decir que no es real sino imaginario, ya que su
protagonista (el argelino Ismael) se embarca en un globo aerostático (otra vez
un tema recurrente en los siglos XIX
y principios del XX)
a la persecución de su hija Zulema que ha huido a la Luna junto a su amante-raptor
(el francés Lambert), en ese mismo medio de transporte. Pero a medio elevarse
el globo, Ismael se queda dormido y sueña que llega a la Luna donde al final encuentra a Zulema y Lambert. Pero el sueño no es así de simple sino más bien
una pesadilla, por todo lo que le ocurre al pobre Ismael.
La novela empieza en España y, concretamente, en las
propiedades de un tal Torcuato en las afueras de Córdoba. Allí es donde conoce
a Ismael tras salvarlo de morir ahogado entre las aguas revueltas del Guadalquivir.
Una vez recuperado del susto, el argelino explica a don Torcuato una extraña
historia sobre su hija raptada por un militar francés y su viaje a la luna en
busca de la pareja fugada. Según el relato, Ismael es un pobre hombre
perseguido por la desgracia. Primero perdió a su hijo mayor, que fue reclutado
por los turcos para luchar contra los rusos y jamás volvió. Luego, su hija se
fue con un marino francés que el propio Ismael salvó de morir ahogado tras
naufragar su barco cerca de su casa. Como Ismael no aprobaba el matrimonio por
la diferencia de religión entre la pareja, los amantes decidieron huir en globo
a la Luna y así se lo hicieron saber en una carta de despedida. Pero Ismael, no
conforme con perder a su hija, salió en su búsqueda a bordo de otro globo
aerostático. Y ahí empieza la parte de ciencia ficción de la historia, con Ismael
durmiéndose en el globo a media
ascensión y soñando su llegada a la luna. En el sueño, los habitantes de la
luna lo llevan al “depósito de rarezas” para pasar, después, por los
hemisferios de la “tranquilidad” y la “intriga” donde finalmente encuentra a su
hija aunque no consigue llevársela a la Tierra.
Sobre la descripción del “depósito de rarezas” debo decir
que es una de las primeras descripciones de extraterrestres en la novela
europea del siglo XIX. Por lo que cuenta, este lugar es una especie de
zoológico donde los lunículas llevan
(por parejas) a los visitantes de otros planetas para que se reproduzcan entre ellos. Allí se encuentran los mercuriolas (de Mercurio), los martícolas (de Marte), los venícolas (de Venus), los jupitícolas (de Júpiter), los saturnícolas (de Saturno) y los uranícolas
(de Urano). Bien raros todos ellos.
Por poner un ejemplo, a los mercuriolas
los describe como unos seres miedosos que siempre están asustados y que tienen
una bolsa (al lado del corazón) que se aprietan con una mano y cubren con la
otra, a saber para que.
Finalmente y, justo cuando acaba de encontrar a su hija Zulema,
Lamber lo envía de vuelta a la Tierra, cayendo a las aguas del Guadalquivir de
donde lo rescata don Torcuato. Éste, atónito por todo lo que le cuenta Ismael, acaba
por hacerle entender que nada de eso es posible y que únicamente puede haberlo
soñado. Hasta aquí todo bien ¿no? Pues al final hay una sorpresa que en la
antología de Nil Satiáñez-Tió no aparece al no estar la novela entera y que
ahora mismo voy a explicar.
Cuando ya tenemos a Ismael plenamente convencido de que todo ha sido un sueño, don Torcuato
recibe la visita de un amigo (don Emeterio) que les cuenta algo sorprendente.
La cuestión es que al volver de un viaje a Constantinopla, estuvo acompañando a
un argelino (que había luchado en la guerra entre turcos y rusos) que al volver
a su hogar encontró el domicilio familiar vacío. Según le dijeron los criados,
su hermana y su padre se fueron cada uno en un globo y no volvieron jamás. Al
oír esto, al pobre Ismael casi le da un pasmo y decide volver a su país lo más
pronto posible pero antes de que pueda hacerlo don Emeterio aparece de nuevo
con más sorpresas. Esta vez con una pareja de náufragos que acaba de salvar. El
caso es que el náufrago les dice que una vez soltó un globo sin pasajeros para
hacer creer al padre de su amante que habían huido en él y luego se fueron a
pie. Este hombre resultó ser hijo de un señor llamado Lambert que se casó con
la hermana de don Torcuato, doña Leonor Carbajal y Chaves.
La historia acaba bien, con Ismael entregando la dote a su
hija antes de volver a Argel mientras Zulema y Lambert se quedan felizmente en
Granada ya que ella se ha convertido al cristianismo y no puede (ni quiere) volver
a su país.
Ostras! qué trabajazo de búsqueda y documentación... te voy a nombrar investigadora oficial de CHBcn.
ResponderEliminarUn beso
Ey, no lo busco a propósito. Muchas veces son cosas que encuentro por casualidad al investigar otros temas. En este caso fue así. Buscando sobre el autor de marionetas me encontré con este hombre fantástico. Jeje!
EliminarMare meva...quina història la d'aquest libre! Quina imaginació aquest Joaquín!!
ResponderEliminarEspectacular! y tengo que buscar ese libro sobre el psicopático Conde de España para una cosa que quiero hacer.
ResponderEliminarOye, pues si lo encuentras avisame. Pero de documentación de Joaquín del Castillo hay bien poco.
EliminarComo dicen en las pelis yanquis: bingo!
Eliminarhttp://books.google.es/books/about/La_Ciudadela_inquisitorial_de_Barcelona.html?id=jtjVoKSaOioC&redir_esc=y
Gracias majo!
EliminarLa de cosas que lees! flipo! esto es ciencia afición ;).
ResponderEliminarOtra vez utilizan la G en vez de la J como los nombres dels Carrers Enreixats...curioso.
Desde luego explicas cosas de las que ni he oído hablar nunca.
Un besote!
Jeje, Neus, cuando lo vi lo del "viage" rápidamente pensé en los "pasages" de la ruta.
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