Fotografía de Oriol Maspons (1965) - Archivo histórico del COAC |
A fecha de hoy, puedo
decir que he visto dos veces esta exposición. La primera fue en agosto, con mi
hijo Marc. La segunda, hace justo una semana, en compañía de Marta Delclos (su
comisaria) y mis compañeros Cazadores de Hermes, Enrique y Jordi.
Conocí a Marta hace tan
sólo unos días después de que yo, entusiasmada tras ver su exposición en el
Saló del Tinell, enviara a todo mi Facebook a visitarla. Ella lo vio, le gustó
mi comentario y entablamos un primer contacto virtual. Luego, cuando nos vimos
en la muestra sobre el Daguerre de Sants,
descubrimos lo mucho que tenemos en común y, al día siguiente, nos volvíamos a
encontrar para acudir juntas a ver su exposición.
Sobre esta segunda visita
al museo de la Plaça del Rei sólo puedo decir que fue un lujo tenerla a mi lado durante
la proyección ya que me pudo explicar muchas cosas interesantes sobre las
imágenes que se iban sucediendo. Y sí,
digo proyección porque eso es lo que es. No una muestra de fotografía al uso,
como estamos acostumbrados, sino una proyección de 200 fotografías ordenadas
cronológicamente con el acompañamiento musical de cánticos gregorianos. La
combinación puede parecer rara pero les aseguro que funciona a la perfección.
Se ha hecho así para dar una mayor unidad a las imágenes y mostrarlas todas en
idénticas condiciones. Y, en cuanto a la música, tras probar varios estilos, resultó
que el gregoriano era el que mejor le iba además de tener la ventaja de ser
libre de derechos de autor.
Entrar en una sala a
oscuras, imponente como es el Saló del Tinell, y ver al fondo una pantalla
gigante proyectando imágenes de una Barcelona tan desconocida provoca una
sensación muy especial. Todas, vistas de la periferia de Barcelona desde finales
de los 40 hasta 1985, justo un año antes de la elección de la ciudad como sede
de los Juegos Olímpicos de 1992.
Tranvía en un barrio de la periferia. Xavier Miserachs, 1962 - Colección MACBA |
Marta Delclos me habló de
los dos años que pasó revisando archivos públicos y privados tras el encargo
recibido por parte del Museu d’Història de Barcelona (MUHBA). Al principio, la
idea era realizar un estudio sobre la periferia de la ciudad sin saber muy bien
cómo debía acabar la cosa. De ahí podía salir tanto una exposición como un libro. Todo dependía del resultado de
la investigación. Al final, tras revisar lo que había en l’Arxiu Fotogràfic de Barcelona, el MACBA, el Col·legi d’Arquitectes de Catalunya (COAC) y unos cuantos
archivos de barrio y privados, seleccionó 250 fotos de las cuales al final
quedaron las 200 que componen la muestra.
En total, hay obras de 17
autores. Francesc Català-Roca, Pilar Aymerich, Pepe Encinas, Jacques Léonard,
Kim Manresa, Humberto Rivas, Marta Povo, Pep Cunties, Mariano Velasco, Gines
Cuesta, J.M. Huertas Clavería, Xavier Miserachs, Custodia Moreno, Juli Azcunce,
Manolo Laguillo, Pérez de Rozas y el recientemente fallecido Oriol Maspons.
Tras mi primera visita a
la exposición salí fascinada con los gitanos de Montjuïc captados por la cámara
de Jacques Léonard. Un francés de familia bien que, en un viaje a Barcelona, se
enamoró de una gitana con la que finalmente se casó. Era Rosario Amaya, la prima
de la bailaora Carmen Amaya. El paio Chan,
como le llamaban los gitanos, pasó gran parte de su vida en la ciudad
retratando a su familia gitana. Les hizo miles de fotos que acabaron ocultas en
el fondo de un trastero hasta que, un buen día, sus hijos las descubrieron y decidieron
hacerlas públicas. Pero él no fue el único en retratar los habitantes de las
barracas de Montjuïc.
Niño de las barracas de Montjuïc retratado por F. Català-Roca en los años 50 |
Esa primera vez que estuve
en la exposición, descubrí que J.M. Huertas Claverías era un gran fotógrafo.
Yo, hasta entonces sólo conocía su faceta de excelente cronista de Barcelona y
me gustó poder comentarlo con Marta Delclos quién, a su vez, me habló de las
fotografías de Humberto Rivas y de las grandes similitudes entre la periferia
de Barcelona y de su Buenos Aires natal, en la década de los 70. Época en que
Kim Manresa solía retratar las revueltas populares de los barrios de la
periferia barcelonesa y Pilar Aymerich hacía lo propio con las manifestaciones
de obreros de la construcción. Mientras, Marta Povo realizaba un trabajo
excepcional sobre los artesanos de cada barrio, como el colchonero que ejercía
su oficio al aire libre en el terrado de su casa.
Xavier Miserachs retrató a los inmigrantes
que llegaban a l’Estació de França con la esperanza de encontrar una vida
mejor. Pep Cunties se adentró en el Institut Mental de la Santa Creu,
realizando un reportaje fotográfico impresionante. Pérez de Rozas captó los
destrozos provocados por unas inundaciones en Sant Adrià del Besòs y Francesc Català-Roca inmortalizó el edificio de la
Hispano Olivetti, los almacenes de la Seat y el canódromo de la Meridiana, allá
por los años 60. Muchos años después, una amiga de la adolescencia y yo veíamos
las carreras de galgos desde la ventana de su habitación, ubicada justo en
frente. Un recuerdo de juventud que creo que me quedará
para siempre.
Esto es recuerdo vivo de lo que fue. Poco queda ya, pero hasta no hace 30 años podías aún ver parte de los restos en Verdún, Guineueta, Roquetes o incluso Sant Martí.
ResponderEliminarSalut