jueves, 29 de mayo de 2014

Qué ocurre cuando tocas un símbolo como Can Vies


Fotografía: ABC
Desde que hace un par de días los Mossos d’Esquadra entraron a desalojar Can Vies y se armó la de San Quintín, llevo oyendo barbaridades del porqué de tanto jaleo. Que si el CNI tiene que ver, que si al gobierno del PP ya le gusta que aquí nos liemos a tortazos porque los catalanes somos poco más que terroristas con eso del proceso soberanista y no sé cuantas cosas más. Y eso que yo no tengo ese sentimiento independentista aunque entiendo y respeto a quién sí lo tenga. Por eso creo que en el post de hoy debo explicar la historia de este edificio y lo que significa para la gente del barrio de Sants y de toda la ciudad.

El edificio, ubicado en la calle Jocs Florals, 40-42 (justo al lado de la Plaza de Sants) data de 1879 y fue construido a la par que la primera línea de metro de la ciudad (L1) para servir de almacén del material utilizado para la construcción de ese transporte subterráneo. Por tanto, siempre ha sido propiedad de la empresa de Transportes de Barcelona, hoy en día TMB, y siempre ha servido para los menesteres de esta empresa y sus trabajadores y, posteriormente, del sindicato de la CNT. De hecho, antes de la Guerra Civil era de uso habitual de los empleados de transportes hasta que llegó la guerra y fue colectivizado por la CNT.

Luego, según leo en la Wikipedia, en época franquista pasó a la sección sindical de Sindicato Vertical, momento en el que fue añadida una pequeña capilla con una imagen de la Moreneta. Virgen que, por lo que me cuenta una vecina del barrio, se la cargaron los últimos okupas de la casa.

Allí, a principios de los años 40, se creó el Círculo Social Metropolitano donde estuvo hasta 1985. Luego, en los 90, sufrió unos cuantos incendios en el transcurso de un conflicto laboral  entre la empresa y sus trabajadores. Así llegamos a 1997, el año en que fue okupado por la gente del barrio como reivindicación a la falta de espacios para la realización de determinadas actividades y, casi desde ese mismo momento, el ayuntamiento ya lo quiso desalojar y aprobó un plan de reordenación urbanística para construir, en el mismo lugar, viviendas particulares.

En el año 2007 ya hubo un juicio por el desalojo de Can Vies que acabó con la demanda de TMB desestimada. En total, la empresa municipal de transportes se ha gastado más de 140.000 euros en honorarios de abogados para hacerse con el terreno de Can Vies, cosa que acaba de conseguir. Lástima de todo lo que ha luchado la gente del barrio para mantener el edificio en pie y que aparece, muy bien explicado, en este vídeo de hace un par de años.



Estos últimos días, David Fernández, de la CUP, es la persona que más claro ha hablado sobre lo que es Can Vies para la gente. Según sus declaraciones a la prensa, “Can Vies fue un símbolo ganado al PP, ganado a Aznar, ganado a García Valdecasas. Fue un centro cívico. Por él han pasado miles y miles de jóvenes que hoy están trabajando”.


Foto: Pau Llonch
Por ser un símbolo ganado al PP, a Garcia Valdecasas y a tantas cosas más, se ha liado la que se ha liado. Porque, por si alguien aún no lo sabe, los símbolos no se tocan. Cuando se ataca un símbolo con el que te identificas, todo se desmorona y pasan cosas como las que acaban de ocurrir. Por eso, casi todas las asociaciones de barrios de Barcelona se han echado a la calle para defender Can Vies y todos sus símbolos, se llamen La Carbonera, La Harmonía, La Flor de Maig o el mismísimo Ateneu Enciclopèdic Popular que, como muy bien dice Xavier Theros, es una de las instituciones culturales más importantes de la ciudad y no tiene un lugar donde ejercer sus funciones. Sobrevive cómo puede en un piso prestado por la Biblioteca Arús a la espera que el Ayuntamiento le ceda un espacio que me temo que nunca hará.

Can Vies es también un símbolo de la Barcelona obrera y de barrio, en las antípodas de la Barcelona turística que tanto nos molesta. En cambio, es la Barcelona que interesa a nuestro ayuntamiento y que aparece tan bien descrita en el documental “Bye bye Barcelona”.



A este paso, si seguimos favoreciendo el turismo y obviando nuestra historia pronto se cumplirá lo que Miguel Gallardo vaticinaba, hace casi un año, en esta ilustración publicada en el Diario Ara.



lunes, 19 de mayo de 2014

Las tres alegrías que me ha dado el Salón del Cómic de este año



Hace escasos días, durante  mi entrevista con anteriores ganadores del premio al Autor Revelación, Albert Monteys nos recordaba que se alzó con el premio con Calavera lunar y destacaba su sorpresa por haberlo conseguido con un cómic de tan solo 24 páginas. Curiosamente, las mismas que Colmado Sánchez, el cómic con el que Clara Soriano consiguió, el viernes pasado, ser la autora revelación de este año y que supuso la primera de las tres grandes alegrías  que me han dado esta edición. 


Esto demuestra que no es necesario un gran tocho de novela gráfica para ganar. A veces, cosas más sencillas, frescas y agradables como la historia de una dependienta de un colmado de barrio y su peculiar clientela pueden conseguir un muy merecido premio como el que Clara se acaba de llevar.


Por otra parte, las otras dos alegrías de las que hablaba antes son los premios a la Mejor Obra de Autor Español y el Gran Premio del Salón


Que Paco Roca iba a ganar por "Los surcos del azar", más o menos lo esperaba y también lo deseaba ya que, como he dicho muchas veces, el tema de este cómic me fascina e incluso, en su día, me reuní con él, Gallardo y Antonio Altarriba para hablar de historias de la guerra


Y quién me iba a decir a mí, que ese día (en que Paco vino a Barcelona para presentar el libro) estaba compartiendo mesa y anécdotas con los dos futuros premios a la Mejor Obra de Autor Español y el Gran Premio del Salón. Paco Roca y Miguel Gallardo.




Lástima que no me fue posible asistir a la ceremonia pero, como muy bien dice Daniel Ausente, si hubiera estado allí habría gritado como una loca por los tres. Cosa que sí que hice en casa, cuando me enteré de la noticia gracias a Álvaro Pons y sus tweets en directo.



Exposición "Cataluña vista desde el exterior"
organizada por el Banco Exterior, en 1982



lunes, 12 de mayo de 2014

Historia oral del Premio al autor revelación del Salón



Llega el Salón del Cómic y, así como el año pasado junté a unos cuantos autores para que me contaran su experiencia como cartelistas del Salón, esta vez he hecho lo propio con otros seis que, en algún momento de su vida, han recibido el premio al autor revelación. Ellos son Jaime Martín, Mauro Entrialgo, Pep Brocal, Albert Monteys, David Sánchez y Oriol Hernández. A los que teníamos más a mano, Daniel Ausente y yo los llevamos a comer al restaurante pakistaní en el que acostumbro a hacer las entrevistas. Los demás, se añadieron a la conversación unos días más tarde por vía telefónica y, aunque es bastante evidente, no revelaré con quién compartimos el pollo al curry y con quién no.

Roser.- No sé qué pensaréis vosotros al respecto pero a mí me parece que el de autor revelación es un premio muy importante. Casi más que el de mejor obra.

David Sánchez.- Para mí es el más chulo y el que mola más de ver como espectador. Y como autor también, por supuesto.

Jaime Martín.- Desde luego es así ya que se otorga a alguien que está empezando y, quieras que no, eso ayuda a su lanzamiento como autor. Además, el premio va muy bien porque, cuando eres novato en esta profesión, tienes dudas por todo. Al menos a mí me ocurría.

Albert Monteys.- Lo que sí es cierto es que es muy importante para el autor.

Oriol.- Y eso es porque, al ser un premio votado por tus compañeros, te hace sentir respaldado.

Mauro Entrialgo.- Pues yo no estoy tan de acuerdo con vosotros… Es verdad que el premio debería ser para la gente que empieza y que ahora ya es así. De hecho, en los últimos años han aparecido muchos autores nuevos y, cuando salen las nominaciones cada año, incluso hay nombres que no conozco. Pero cuando a mí me dieron el premio era diferente.

David Sánchez.- ¿Mauro fue autor revelación?

Roser.- Sí, en 1994 con Herminio Bolaextra.

David Sánchez.- ¡Toma ya! ¡De lo que se entera uno!


Pep Brocal.- Yo coincido con la opinión de la mayoría. Si alguien necesita un empujón en su carrera es quien, en ese momento, se está formando. Incluso a nivel de dotación económica debería estar mejor contemplado.

Daniel Ausente.- Hace un par o tres de años, el premio al autor revelación desapareció y recuerdo que protesté bastante por twitter. Al final, creo que fue Álvaro Pons quien, por su cuenta, conectó con una fundación y consiguió que fuera ella quien entregara el premio y, desde entonces, se ha hecho siempre así. En cambio, el premio al mejor divulgador también saltó y jamás se volvió a instaurar.

Mauro Entrialgo.- En mi época las normas eran otras. Para optar al premio tenías que tener un libro publicado, monográfico e independiente y entonces era muy difícil editar un álbum así. Después se convirtió en algo obligado porque dejaron de salir las revistas y luego, en la época de Monteys, empezó la moda de los comic books.  Pero cuando yo gané, para sacar un monográfico tenías que ser un tío que llevara muchos años trabajando.

Roser.- Yo ya te seguía y leía todo lo que hacías… Incluso publicabas en diarios de gran tirada como El País. Por tanto, de autor novel ya no tenías nada.

Mauro Entrialgo.- No, nada. Hasta me sorprendió que me nominaran porque, además, siempre  habíamos estado en otros centros de la periferia de los tebeos. Es decir que, hasta entonces,  en Barcelona nunca nos habían hecho mucho caso. Ni lo que sacábamos en el TMEO ni nada que estuviera hecho fuera de lo que antes era el centro editorial. En relación con todo esto, me llamó la atención un libro que salió ese año, editado por Glénat. Era un catálogo de todo lo publicado el año anterior donde se hacía una especie de resumen de los álbumes que habían salido. Allí estaba “Herminio Bolaextra” y eso me sorprendió… Incluso pensé “¡Ahí va! ¡Hasta se han enterado que ha salido Herminio!”. Y hasta había quien lo dejaba bien y todo.


Roser.-A ti, Oriol, el premio te llegó justo en el momento oportuno y supongo que  te haría ilusión.

Oriol.- ¡Joder, tú dirás! ¡Claro que sí! Además, el año pasado, al principio se montó un pollo con lo de que no dejaban optar al premio obras que previamente habían sido publicadas en otros países, como era mi caso y el de algunos compañeros. Cuando salió esta norma se lió parda en internet porque, en años anteriores, no pasaba nada si el cómic se había editado primero fuera. Con este cambio quedábamos excluidos todo un grupo de autores que no podíamos optar al premio extranjero, por ser españoles, ni al premio nacional, por haber publicado primero fuera de España. Y éramos mayoría.

Roser.- Pero al final ganaste aun habiendo publicado primero La piel del oso en Francia. Por tanto, conseguisteis cambiar las normas.

Oriol.- Sí, lo conseguimos. Y ahora, para optar al premio, te piden tener editada una o dos obras.


Roser.- Cuando ganasteis ¿El premio llevaba dinero asociado?

Jaime Martín.-Sí y, aunque no lo recuerdo bien, me suena la cifra de 250.000 pesetas.

Albert Monteys.- Pues yo creo que pillé algo más que tú pero no estoy seguro. Igual fueron 500.000,-

Pep Brocal.- A mí esa cifra no me dice nada… Me suena algo con el número 2 delante…

Mauro Entrialgo.- Yo creo que eran 100.000 pesetas. Después hubo un año en que lo multiplicaron por dos. Luego, con el tiempo el importe fue subiendo y esto fue porque, en un momento dado, recortaron los distintos premios para que los que quedaban tuvieran una cantidad más decente.

David Sánchez.- Ahora no sé cuánto es porque, después de mi año, lo volvieron a cambiar. A mí me dieron 3.000 pavos pero fue previo a la reforma de la que antes hablaba Dani, en que Álvaro Pons consiguió que el premio se otorgara a través de una fundación.

Oriol.- Ahora son 3.000. Es lo que recibí el año pasado y este año se mantiene igual.

Albert Monteys.-¿Y qué hicimos con el dinero? Yo creo que me compré un ordenador. Mi primer MAC.

Mauro Entrialgo.- Yo lo invertí en una guitarra eléctrica que me compré en Nueva York.

David Sánchez.- Yo no tengo ni idea…Pagaría el alquiler, supongo. No recuerdo haberlo invertido en nada especial.

Oriol.-Yo me compré un Ipad y un móvil, porque no tenía. Y aún me sobró dinero, claro.

Jaime Martín.- A mí el dinero me fue muy bien para salir de la poza económica en la que estaba metido, además de darme un subidón en autoestima. Por aquél entonces yo tendría unos 23 años y dibujaba en El Víbora al lado de un montón de personajes reputados. Yo ahí era el pardillo de la editorial y el premio me fue muy bien para empezar a sentirme un poco más cercano a todos ellos. Además, me hizo mucha ilusión por mi madre… Me acuerdo que un día llegó una carta del alcalde de l’Hospitalet felicitándome y a ella eso le hizo mucha gracia. Pero aún se alegró más el día que llegó un telegrama de Iniciativa per Catalunya porque era el partido al que siempre votaba toda mi familia y me vino diciendo “mira hijo… ¡Los nuestros te felicitan!


Oriol.- Para mí el premio significó mucha tranquilidad a la hora de trabajar, ya que me llegó en un momento en que me había pulido casi todos mis ahorros y vivía al día. Así que el dinero me fue muy bien para dibujar con más calma  y no tener que hacer, a toda prisa, las páginas del cómic nuevo.

Daniel Ausente.- ¿Y a los demás también os felicitaron políticos y autoridades?

Pep Brocal.- A mí no.

Albert Monteys. -Yo no recuerdo que me pasara nada especial aparte de que los dos días siguientes fueron bastante movidos con entrevistas, de un lado para otro, en los medios de comunicación. Pero nada más.

Oriol.- A mí tampoco me felicitó nadie. Lo que sí hubo es cierta repercusión en los medios de comunicación y me hicieron unas cuantas entrevistas.

Mauro Entrialgo.- A mí no me felicitó nadie, aunque sí que me dedicaron un artículo en El correo, que es el diario que todo el mundo lee en Vitoria. Me sorprendió porque fue a iniciativa propia, sin que yo hubiera ido a pedírselo, pero nada más. Luego  seguí en el TMEO y haciendo lo de “El Víbora” que, entonces, estaba en mi segunda temporada en la revista. Además, el premio me llegó  en un momento en que también me dedicaba a otras cosas. Hacía guiones para teatro, cine  y televisión. Lo del teatro duró unos cinco años. De 1994 a 1999.

David Sánchez.- Yo tampoco recibí ninguna felicitación especial. Aparte del dinero y de la ilusión personal que me hizo, me quedé un poco flipado porque pensaba que tendría algo más de difusión en los medios. En cambio, solo salió en un par de periodicuchos.

Mauro Entrialgo.- En Barcelona creo que le dais demasiada importancia al Salón del Cómic. Imagino que es porque los medios de comunicación le deben dar bastante repercusión pero fuera no es así. Además, la cosa ha ido bajando con los años. Ya os he contado que, cuando me dieron el premio, en Vitoria solo se publicó un artículo sobre ello y, en los últimos años, ya no he leído casi nada en la prensa vasca. Solo cuando les vendieron lo de dedicar el Salón del Cómic al País Vasco. Entonces sí.

Daniel Ausente.- ¿Y qué era más importante para vosotros, el prestigio del premio o el dinero?

Pep Brocal.- Para mí el dinero.

Jaime Martín.- En aquél momento la pasta me fue muy bien.

Oriol.- La pasta ayuda porque llega en un momento en que aún no tienes la carrera hecha.

Albert Monteys.- Pues yo creo que ambas cosas son importantes. En tu caso, Jaime, supongo que es normal que el dinero te fuera bien porque serías muy joven y estabas al principio de tu carrera.

Daniel Ausente.- Es triste porque ahora, para ganar un premio en el Salón, hay que hacer una novela gráfica  bien gorda.

Roser.- En cambio tú, Albert, ganaste con un cómic muy corto.

Albert Monteys.- ¡Sí, de 24 páginas! Y eso me daba mucha vergüenza. En esa época, solía hacer tebeos con una peña de cuatro y me apetecía hacer algo yo solo. Entonces, en los 90, era un momento muy raro en que se suponía que lo que se vendía era el formato comic book, que era barato y se podía asumir hacer algo así. Por tanto, no me plantee hacerlo de otro modo. Y, aunque era la época de Frank Miller también era la época de los primeros "Eightballsy los primeros "Hates" y, por tanto, era un formato que podía dar de sí. Además, yo ya había hecho cómic book en ese primer momento, aunque  en España también había Tess tinieblas y otras cosas en ese mismo formato.


Roser.- Bueno, este año Clara Soriano también está nominada por Colmado Sánchez. Un cómic tan corto como Calavera Lunar”. ¿Ahora ya te atreves a hacer historias más largas?

Albert Monteys.- Pues no, porque Ser un hombre: Cómoy por qué es exactamente igual que “Calavera Lunar”. ¡24 páginas!


Roser.- David, tú ganaste con Tú me has matado. Una historia que empezó en El Manglar

David Sánchez.- Al principio lo que quería era publicar en alguna revista y, en este caso, fue en “El Manglar”, que era casi la única que había. Bueno… También estaba El jueves pero es una revista de humor y no es lo mío. Así que probé con “El Manglar”. Hice una primera historia con la intención que se quedase solo en eso pero me hicieron seguir y empecé a publicar por capítulos. Al final, la revista cerró y yo me quedé con la historia a medias.

Roser.- Y la acabaste por tu cuenta sin saber donde la podrías publicar…

David Sánchez.- Ya que la tenía tan avanzada, la acabé.


Roser.- Me gustó porque es una historia retorcida y malsana, totalmente influenciada por David Lynch. Además, me daba mucho yuyu y me atraía a la vez.

David Sánchez.- Es que de eso se trata, ya que si solo causa repulsión en el lector nadie me va a leer.


Roser.- Una cosa que me sorprende, Mauro, es que te dieran el premio con un cómic tan políticamente incorrecto. Porque “Herminio Bolaextra” es muy salvaje… El tipo es todo un hijo de puta.

Mauro Entrialgo.- Es un humor al que nunca le habían hecho mucho caso ni me esperaba que le pudieran dar ningún premio un poco decente.


Roser.- Eso me lleva a pensar en sí, ahora, una historia tipo “Herminio” podría ganar algún premio en el Salón. ¿O más bien tienes que hacer un tocho de novela gráfica, como antes decía Dani?

Mauro Entrialgo.- Pues te iba a decir que no lo sé pero veo bastante claro que no, que algo como “Herminio” no ganaría por la razón que se exige un producto más cercano a lo que tú dices. Desde que cambiaron las bases, permitiendo votar otro tipo de producción que no hubiera sido agrupada en papel, aún no se ha dado ningún premio así como, por ejemplo, los chistes publicados por Manel Fontdevila en el diario Público durante ese año. Es decir que, aunque existe la posibilidad, es un premio que no se ha dado.


Daniel Ausente. -¿Os acordáis de los otros autores que también estaban nominados el año en que ganasteis?

Albert Monteys.- Yo no me acuerdo de nada…

Roser.- Pues yo sí te puedo recordar que “Calavera lunar” también optaba al premio como mejor obra de autor español y mejor guión. Por tanto, ese año estuviste nominado en tres categorías por el mismo cómic. Además, anteriormente, ya habías conseguido un premio en el Salón. Fue en 1994 por Mondo lirondo como mejor fanzine.

Albert Monteys.- ¡Es verdad! Estuve triplemente nominado aunque lo de mejor obra era totalmente absurdo por ser un tebeo tan corto.


Roser.- Al final, los premios a la mejor obra y el mejor guión fueron para El artefacto perverso de Felipe Hernández Cava y Federico del Barrio.

Mauro Entrialgo.- El año en que gané, “Herminio” también estaba nominado en otra categoría. Creo que a mejor obra, pero si se hubiera llevado el premio me habría parecido un poco demencial. Luego, en los siete años siguientes me nominaron siempre pero nunca más volví a ganar nada.

Roser.- Bueno, el TMEO consiguió el premio al mejor fanzine.

Mauro Entrialgo.- Sí. ¡Y lo hizo dos veces! Uno antes que me dieran el premio por “Herminio” y otro después, en el 2001.

Roser.- El año pasado, también estaban nominados Pablo Ríos por Azul y pálido y Jordi Palomé por Sherlock Holmes y la conspiración de Barcelona.

Oriol.- Aunque yo no había leído “Azul y pálido”,  un amigo mío sí lo había hecho y me habló muy bien de él. Yo iba muy perdido porque, para ser honesto, te diré que casi no había leído ninguno de los otros nominados. Luego, tras los premios,  Pablo me vino a felicitar y yo le tuve que decir la verdad, que aún no me había leído el suyo.


Pep Brocal.- A mí, ganar el premio no me supuso nada en ese momento, creo. Pero el hecho de tener que montar una exposición para el año siguiente me activó de alguna manera y me hizo empezar a pensar de forma más profesional.

Roser.- Para la mayoría de vosotros, de todo eso hace muchos años y erais muy jóvenes.

Albert Monteys.- Yo tendría 24 o 25 años y hacía un par de meses que había empezado a trabajar en “El Jueves” pero a ellos, eso del premio, les traía sin cuidado. No mostraron ningún entusiasmo especial.

David Sánchez.- ¿Tantos años llevas en “El jueves”? ¡No puede ser!

Daniel Ausente.- En cambio, en tu caso, Jaime, sería algo distinto porque tú estabas en “El Víbora”, con los grandes del cómic y ganaste por el primer Sangre de barrio”.

David Sánchez.- Uy, pues ganaste hace mucho…Yo aún estaba en el instituto.

Roser.- Tengo entendido que quien te ofreció la posibilidad de publicar una historia larga en “El Víbora”  fue Berenguer

Jaime Martín.- Sí… Hasta entonces yo solo había dibujado un guión de Onliyú y otro de PonsLuego, Berenguer me propuso hacer una historia larga para publicar en álbum en la colección Historias completasImagino que, al principio, eso me frustró un poco porque yo lo que quería era publicar en la revista, como todos los demás.

Albert Monteys.- Pues a mí las “Historias completas” me gustaban mucho. Además eran muy baratos. Valían unas 250 pesetas…

Mauro Entrialgo.-Yo creo que valían 100…

Jaime Martín.- Una vez pasado el susto, ya estuve contentísimo con ello. Y me acuerdo mucho de ese día, volviendo a casa, dándole vueltas a la cabeza pensando en dar con una buena historia porque, si era un fracaso, no me querrían volver a ver por allí.

Roser.- Y al final se te ocurrió hablar de algo que conocías bien… Una historia sobre unos chavales de l’Hospitalet de Llobregat. Precisamente, tú eras de allí.

Jaime Martín.- Tiré por lo fácil y me decidí por hacer una historia más o menos cercana.


Daniel Ausente.- En “El Víbora” sí que le deberían dar importancia a tu premio ya que se trataba del cómic de uno de sus autores, publicado en una de sus colecciones ¡Supongo que no harían como en “El Jueves” con Monteys!

Jaime Martín.- ¡Hombre si! Ahí sí que se alegraron.

Roser.- ¿Y tú, Pep? Me tienes un poco descolocada porque, habitualmente, el premio se suele dar por una obra concreta. En cambio, contigo es distinto. Lo ganaste por varias obras, sin destacar nada en concreto. Habías publicado Mr. Brain

Pep Brocal.-Yo creo que no me lo tenían que dar.

Roser.- ¿Cómo dices?

Pep Brocal.- A ver… Yo no estaba metido en ningún grupo concreto sino que colaboraba con gente distinta. Por esa época había iniciado una serie de cómics con Felipe Hernández Cava que se solapaban con mis colaboraciones en Ruta 66 y en la revista “Viñetas”. También había hecho varias historias a medias con Manel Fontdevila. Además, lo de Hola terrícola también coincidió por esas fechas y, aunque no recuerdo exactamente cuándo lo empezamos, en 1994 aún estábamos con él.



Roser.- Mauro, tú en 1994 también eras un autor reputado. Eras muy conocido y habías publicado en muchos sitios.

Mauro Entrialgo.- Llevaba 12 años publicando en un montón de revistas y periódicos. Pero no solo yo sino que los dos premiados anteriores, Miguel Ángel Martín y Calpurnio, incluso eran mayores que yo y también eran autores con mucha experiencia.

Roser.- En cambio, lo curioso de tu caso, David, es que empezaste tarde en el mundo del cómic. Incluso te diría que has hecho el camino a la inversa de lo que suelen hacer tus compañeros de profesión. Empezaste como diseñador gráfico y, de ahí, pasaste al cómic.

David Sánchez.- Es que mi objetivo era ganarme la vida dibujando fuese lo que fuese. Empecé creando una marca de camisetas con un tío y vi que podía vivir de eso. Luego ya empecé a publicar en prensa y, poco a poco, fui consiguiendo mis objetivos. El paso siguiente era publicar un cómic porque era algo que siempre había querido y era una espina que tenía clavada. Lo había intentado mil veces pero sin que me acabara de convencer el resultado. A veces no me gustaba la historia, otras el dibujo… Me desanimaba pensando que era mucho curro y, al final, tuve que ser todo un adulto para ponerme en serio.


Roser.- Pues entonces el premio del Salón te debería llegar en el momento más oportuno.

David Sánchez.- Cuando lo recibí yo tenía mi vida hecha y todo montado. Me hizo mucha ilusión, y la pasta no me vino nada mal, pero no fue como si me lo hubieran dado a los veinte años, cuando empiezas en esto y aún vives con los padres. ¡Yo tenía 30 años!

Roser.- Esto que decías antes, Pep, sobre hacer cómics a medias con compañeros de profesión y dibujar los guiones de otro autor,  siempre me gusta saber cuál es vuestra preferencia.

Pep Brocal.- Cuando empiezas en el mundo del cómic es bueno colaborar con todo el que puedas. Luego, cuando al final encuentras tu propio tono, creo que es mejor intentar explicar las historias desde tú mismo. Poder narrar y dibujar a la vez es ideal para un autor de cómic. Es como la prueba del algodón, la constatación definitiva de cuál es tu forma de narrar, sea mejor o peor pero, al fin y al cabo, es la tuya.

David Sánchez.-Yo no me planteo hacer guiones para otro ya que soy dibujante, no escritor. Los guiones de mis historias los hago mientras dibujo. Por tanto, no se me ocurre que pueda hacer un guión para nadie y, en el caso contrario, tampoco. Me parece demasiado trabajo ponerme a dibujar una historia que no sea mía. Realmente no me apetece. Quizá si fuera un dibujante muy rápido y con mucho método igual sí que lo haría pero no soy así. A mí me cuesta horrores y lo que a mí me gusta es dibujar mis cositas.

Oriol.- Yo ahora estoy muy a gusto con lo que hago. Con Zidrou a veces comento cosas que se me ocurren que podríamos hacer pero él se ocupa de la historia y los diálogos. Así, que, con que me haga un poco de caso con lo que le propongo ya me parece bien. Por otra parte, yo no tengo ni idea de escribir. Yo soy dibujante.

Mauro Entrialgo.- Yo prefiero hacerlo todo porque así tengo que hablar con menos gente. Quería ser dibujante para hacer mis propias historietas aunque, por otra parte, también me gusta hacer un poco de todo. Por ejemplo, he escrito guiones para otros dibujantes, como Javi Rodríguez, y es algo que también me gusta porque me encuentro como en una película con mayor presupuesto, en la que puedo pedir que dibuje un ataque aéreo con un portaaviones, si me parece oportuno. En cambio, en un cómic mío no podría hacerlo porque no sé dibujarlo.

Javi Rodriguez/Mauro Entrialgo
"El Víbora" núm. 248, Septiembre 2000
Roser.- Además, para colaborar con alguien, uno y otro han de entenderse muy bien, ¿no?

David Sánchez.- Claro. Además, depende de cómo te planteen la cosa te joden vivo ya que cada uno dibuja en función de lo que le sale mejor. Imagínate que me piden hacer un plano general de algo que no sé dibujar…

Oriol.- Eso depende mucho del guionista con el que trabajes. En mi caso, colaborar con Zidrou es fácil. No es un tipo que te haga cambiar cosas porque lo que has hecho no se ajusta a lo él quiere sino que, una vez acaba el guión, me deja trabajar con total libertad.  De hecho, no conozco ningún dibujante que no se lleve bien con él.

Pep Brocal.- En cualquier momento de tu carrera, colaborar con alguien con quien tengas alguna afinidad especial siempre es enriquecedor e incluso puede acabar siendo un estímulo.

Daniel Ausente.- Lo de hacer cómics con guión de Felipe Hernández Cava supongo que son puntos a la hora de recibir un premio del Salón.

Pep Brocal.- Ahora no lo pillo…

Daniel Ausente.- Pues eso… Que es un guionista de buena reputación y eso debe contar a la hora de dar un premio. Como antes decías que no te tenían que dar el premio cuando lo ganaste…

Pep Brocal.- Bueno… Me imagino que sí y que en realidad todo va sumando. Ese año me ocurrieron bastantes cosas. Supongo que el hecho de haber ido publicando en distintos sitios, aunque fuera a salto de mata, hizo que fuera acumulando experiencia hasta el punto que yo mismo pensara que ya no me tocaba ganar el premio al autor revelación por la razón que no era tan joven e inexperto… ¡Ya llevaba un buen número de cosas publicadas! De todos modos, el premio siempre es bueno y sirve igual. Ni que sea para subirte el ego aparte de la dotación económica, que casi era lo más interesante. Por otra parte, me acuerdo que en el paquete del premio iba incluida una noche de hotel en Barcelona, durante el Salón.


Albert Monteys.- ¡Eso tú, que vivías fuera de la ciudad! Pero como yo era de aquí me tuve que quedar en casa ya que a los de Barcelona no se les pagaba el hotel.

Pep Brocal.- ¡Para mí fue un lujo absoluto! Quizá incluso era la primera vez que me alojaba en un hotel. Y no solo eso sino que era una invitación para dos personas, por si querías venir con la pareja. Lo que ocurre es que yo entonces no tenía novia y vine con Manel Fontdevila.

Daniel Ausente.- Yo sé el caso de una persona, nominada varios años, que al final ganó el premio y que luego me comentó… “¡Vaya, es una pena porque ahora ya no me invitarán más al hotel!”

Jaime Martín.- Yo no sabía que los nominados tenían derecho a una noche de hotel y, cuando me nominaron por Lo que el viento trae, nadie me lo dijo. Lo supe más tarde. Entonces vivía en La Garriga y vine en tren. Lo malo fue que, al volver después de la cena, me tuve que pegar una carrera de la hostia para no perder el último autobús y, encima, me caí y me torcí el tobillo. Así que llegué a casa con un pie que parecía la pata de un elefante y, al día siguiente, no pude acudir a la sesión de firmas que tenía concertada. Y luego, al final, resulta que me podría haber ahorrado todo ese drama si alguien me hubiera dicho que tenía derecho a una noche de hotel.


David Sánchez.- Yo he estado varias veces invitado al hotel porque, aparte de la vez que gané, he estado nominado en otras ocasiones y siempre me han pagado una noche. Además, como en Barcelona viven unos amigos míos de toda la vida, siempre que voy me alojo en su casa. Excepto la noche en que me pagan el hotel,  claro.

Daniel Ausente.- Yo creo que, el año pasado, los nominados estaban invitados al hotel pero solo para la noche de entrega de premios. Eso me hace pensar que, quien no tenga hotel para esa noche, será que no gana...

Mauro Entrialgo.- Me acuerdo de una vez que estuve nominado y a los de la organización se les olvidó darme la invitación para la entrega de premios. Se lo pregunté a Luís Durán, que estaba nominada a la misma categoría que yo, y me dijo “pues a mí me han dado cinco invitaciones”. Y yo le contesté…“¡Entonces es que te lo dan a ti!”. Supongo que si hubiera ido a protestar me las habrían dado pero esa noche coincidía que también había una cena del TMEO y, al final, pasé de la ceremonia y me fui a la cena del TMEO.

Pep Brocal.- Entonces, los que tienen exposición tampoco deben tener hotel, ¿no?

Oriol.-  A mí nunca me han pagado el hotel.

Pep Brocal.- A mí, para la exposición, tampoco.

David Sánchez.- Ni a mí. Yo diría que eso es solo cuando estás nominado.

Mauro Entrialgo.- Pues a mí sí y fueron varias noches cuando la exposición. Unas tres o cuatro porque, ya que habían eliminado la figura del comisario, me hicieron ir unos tres días antes y me pagaron el viaje y la estancia.

David Sánchez.- Yo os puedo asegurar que  no he dormido más de una noche en el hotel. Lo de Mauro era en otros tiempos.

Daniel Ausente.- Pep, ¿“Mr. Brain” es de cuando ganaste el premio?

Pep Brocal.- La revista se alargó cinco años… La empezamos a publicar en 1993 y en 1997 salió el último número. Por eso es difícil que me ubiquéis, ya que hacía cosas muy dispares. Además, algo que siempre me ha pasado es que se queden algunas cosas medio colgadas que luego, años después, se han vuelto a recuperar. Como con “¡Hola terrícola!”, que pasaron unos cuantos años hasta que fue recopilada en un álbum.

Albert Monteys.- Creo que en esa época los ganadores tenían que dedicar un libro suyo a la Infanta y que, en la dedicatoria de “Hola terrícola”,  Pep puso algo así como “… para la Infanta de Naranja”. ¡Lo recuerdo como una cosa muy tremenda!


Daniel Ausente.- No recuerdo quién, una vez me contó una anécdota acerca de la visita de una de las Infantas a las exposiciones del Saló y que saltó con un comentario del tipo… “¡Esto es lo de los cuadritos!”.¿Fuiste tú, Albert?

Albert Monteys.- No, yo no fui.  En el Salón,está establecido que todos los que ganan premio al año siguiente les dedican una exposición y, durante la inauguración, hay que acompañar a las autoridades a visitarla. Pero yo no tuve que dar la vuelta con la Infanta.

Oriol.-   ¡Ostras, yo eso no lo sabía!. Pues me tocará…

David Sánchez.- En mi caso eso fue muy cutre. Llegué cinco minutos tarde y fui al stand de Información para preguntar dónde estaba la comitiva y me contestaron “… todavía no han pasado pero ponte ahí que ya vendrán” e hice lo que me dijeron. Al final, me tiré toda la puta mañana esperando a las autoridades y no pasó ni Dios.

Mauro Entrialgo.- Yo no tenía ningún interés en tener que acompañar a nadie a ningún lado y, por eso, no me presenté a mi propia exposición. De hecho, los mismos organizadores sabían perfectamente que yo no era la persona más indicada para recibir a la Infanta. Así que les di las invitaciones a mis padres y ellos fueron y fliparon… Esto que os cuento tiene que ver con lo que decíais de si el premio había sido importante para nosotros. Para mí no tuvo gran relevancia a nivel profesional. Sin embargo, a nivel familiar, a partir de entonces mis padres consideraron que de verdad me estaba dedicando a la historieta ya que, si acudía la Infanta, sería porque la cosa iba en serio.

Roser.- Pero tus padres siempre te han apoyado en tu decisión de ser dibujante.

Mauro Entrialgo.- Sí pero sin creérselo demasiado. Hasta ese momento, ellos siempre me decían "...Sí, bueno… Estás con tus dibujitos pero… ¿De verdad no quieres que te dejemos dinero para montar una tienda de discos?”. Esto me lo dijo mi madre muy seriamente. Siempre me daban consejos de este tipo, como sin creer de verdad que yo me estaba dedicando profesionalmente al cómic.

Roser.- Tu exposición, Pep, debería ser acerca de Hola terrícola”...

Pep Brocal.- También había unas páginas de la serie V GirlFue en la Estación de Francia y quedó muy bien porque era dentro de un vagón de tren.

Mauro Entrialgo.- Hasta mi año existió la figura del comisario de la exposición, que cobraba 100.000 pesetas por el trabajo. Esto lo sé porque Onliyú me escribió una carta contándome que el comisario se embolsaría 100.000 pesetas por hacer cuatro chorradas. Exactamente me decía… “Vallés y yo hemos pensado que podríamos ser tus comisarios y darte la mitad del dinero”. Yo le respondí que no hacía falta que me dieran nada pero que estaría encantado que fueran ellos. Así que los propuse a la organización pero al final no pudo ser porque eliminaron el comisario y, en su lugar, entraron los hermanos Doll. Uno se llamaba César y el otro Sergi.

Albert Monteys.- Iban muy a su aire montando las exposiciones. Metían esculturas, banda sonora…

David Sánchez.- Yo, para mi exposición, no tuve que proponer nada. Me llamó Guillermo, el chico que ahora se encarga de montar las exposiciones, y me pidió si tenía originales. Le dije que muy pocos y le mandé lo que tenía. Luego ellos se encargaron de todo y yo no tuve que hacer nada.

Roser.- Si dices que tenía pocos originales supongo que es porque usas más el ordenador que lápiz y papel…

David Sánchez.- Según como me dé. A veces lo hago directamente en el ordenador y, otras veces, a lápiz.

Oriol.-  A mí también me llamaron y me pidieron originales  para exponer y, ayudado por mi pareja, seleccioné 52. Escogí lo más chulo que tengo sobre “La piel del oso”. Luego, les pedí que me dejaran pasar por la exposición una semana antes para ver cómo queda y ordenar los dibujos, en caso que me parezca necesario.

Daniel Ausente.- Jaime, ¿Tú que recuerdas de tu exposición?

Jaime Martín.- Pues que era muy sencilla. Había cuatro páginas colgadas, unas cuantas figuras de los personajes recortadas sobre madera, un contenedor para recrear cierto ambiente urbano, una fuente que pidieron al ayuntamiento y poco más. ¡Pero me pusieron pegas para todo! Básicamente porque, según me decían, no había presupuesto. Incluso recuerdo que, en un momento dado, les pedí un poco de hilo musical con las canciones que sonaban en “Sangre de barrio” y, al final, tuvimos que recurrir al típico radiocasete de cinta con Rosendo y Barricada sonando de fondo. O sea… ¡Bien cutre! La cuestión es que la comisaria estaba muy preocupada con el dinero que podía gastarse en mi exposición, que era poco y menos. En cambio, la del Doctor Vértigo de Martí… ¡Era guapísima! Habían forrado todas las paredes con moqueta roja y construido unos marcos de acero de modo que todo tenía un aspecto genial. Cuando lo vi pensé…. “¿Y estos son los que me han estado dando la brasa todo el tiempo con el rollo de que no había dinero?”

Roser.- Así que se habían gastado el presupuesto de las exposiciones solo con la de Martí.

Jaime Martín.- No lo sé, pero me tomaron bien el pelo. Además, no tengo un buen recuerdo de esa exposición porque desaparecieron originales. Tardé mucho en cobrar el dinero del seguro porque Joan Navarro me dijo que estaba casi seguro de quien había sido el/la mangante pero no lo podía demostrar. ¡Imagínate! ¡Yo estaba cabreadísimo!


Roser.- Oye… ¿Y esto que me cuentas lo podemos publicar?

Jaime Martín.- ¡Me da igual! Navarro nunca me dijo quién era pero años después me enteré por otras personas. Si lo hubiera sabido en ese momento me hubiera ido con cuatro colegas a reventarle la puerta de su casa pero ahora ya me da igual… Aunque me jode porque uno de los dibujos robados no era mío sino de otra persona, que se lo había pedido para incluir en la exposición…

Roser.- ¡Pues me parece muy gordo que en las exposiciones del Salón del Cómic desaparezcan obras expuestas! Hace unos días supe por Gallardo que, cuando llevaron la exposición del décimo aniversario de Makoki a Vitoria, también les robaron una pieza. Era un coche de madera en cuyo interior estaba Makoki y toda la basca. Cuando me lo describió pensé que me sonaba de algo y que lo había visto en alguna parte. Luego, en casa, me acordé de haberlo visto en una web de coleccionismo.¡Y yo que creía que era merchandising!

Albert Monteys.- ¡Qué fuerte!


Daniel Ausente.- ¿Y a ti,  Pep, también te desaparecieron originales de la exposición?

Pep Brocal.- En la del Saló, no. Pero sí en otra. Fue a la vuelta de un viaje a Corea con la gente de Badabum. Nos desapareció un paquete con unas 200 serigrafías. Estuvimos mucho tiempo intentando recuperarlas y, como te digo, también contemplamos la posibilidad que estuvieran en venta por internet, razón por la cual rastreamos webs de ese tipo.

Albert Monteys.- ¡A mi aún no me han robado nada! Lo que sí es cierto es que me faltan originales de “Calavera Lunar”. Tras ganar el premio, al año siguiente alguien montó una exposición mía en un bar. Cuando la desmontaron, tardé mucho en ir a recoger las planchas. Fue por dejadez mía y, cuando las quise recuperar, faltaban un montón.

Mauro Entrialgo.- A mí me han robado muchas veces pero en la del Salón no.

Oriol.-  ¡Pues vaya putada! Suerte que a mí no me ha pasado. Además, hay un seguro para estos casos aunque hay obras que, si te las roban, por mucho dinero que recibas no compensa la pérdida. Hay cosas a las que es muy difícil poner un valor económico.

David Sánchez.- A mí tampoco me han robado nada. Incluso más bien al contrario. Cuando desmontaron la exposición del Salón hasta me regalaron lo que habían imprimido. Así que no solo me devolvieron mis dibujos originales sino que, además, me mandaron  a casa los títulos de los cómics que imprimieron en cartón pluma y cosas así. Todo eso lo tengo en casa.

Roser.- Por suerte, Oriol y David,  estas cosas ya no pasan en el Salón. Antes era más fácil que ocurriera en otras exposiciones.

Pep Brocal.- Hace muchos años hubo una exposición de Jordi Gual en Terrassa, que yo tenía mucho interés en ver. Fui tarde y, cuando llegué, ya la habían desmontado.  Supongo que me puse tan pesado e insistí tanto que, al final, me dejaron ver las obras que estaban guardadas en el almacén. Me dejaron ahí solo, en una habitación, con todos los originales. ¡Imaginaros si después llega a faltar alguno! Todas las sospechas habrían recaído sobre mí.

Roser.- ¿Os acordáis de qué otras exposiciones había junto a las vuestras?

Pep Brocal.- El año de mi exposición creo que había dos más. Una, la de Fernando de Felipe, que el año anterior había ganado como mejor obra con Black Decker. Pero la otra no recuerdo sobre qué era.


Roser.- Una era la de Kim, que había ganado el premio del jurado, mientras que la del premio a la obra extranjera era sobre Magnor el poderoso, de Sergio Aragonés. Pero supongo que tú no tendrías problemas como le ocurrió a Jaime


Pep Brocal.- A mí me atendieron y me cuidaron muy bien todo el tiempo que duró el proceso de elaboración. Hicimos varias reuniones donde pude opinar sobre cómo quería que fuera la muestra, siempre que no me saliera del presupuesto con el que se contaba.

Mauro Entrialgo.- En mi caso, aunque había menos presupuesto, me dejaron hacer lo que me dio la gana. Incluso pedí unas vitrinitas empotradas, para mostrar algunos de los objetos que salían en cada uno de los originales, y un dibujo para la moqueta del suelo. Me lo respetaron todo.

David Sánchez.- De la mía también tengo un buen recuerdo. Ahí sí que firmé y vendí un montón de libros. Justo había publicado un cómic nuevo, No cambies nunca, y se agotaron todos los ejemplares que había llevado Astiberri. Firmé cantidad y mucha gente me decía que había descubierto mi trabajo gracias a la exposición. Además, estaba en muy buen sitio, justo a la salida, de forma que todo el mundo tenía que pasar por ella.


Oriol.- Este año será el primero en que las exposiciones estarán separadas físicamente de lo que es la feria en sí.

Daniel Ausente.- Oye Roser, nos has traído a comer al mismo paki que a Gallardo y Paco Roca, ¿no?

Roser- Sí, lo descubrí por Monteys. Es el restaurante de las entrevistas. Vinimos por lo de sus cómics sobre la guerra. Y luego repetí contigo, para lo de Mentiré si es necesario.

Albert Monteys.- ¡Ey, que fue Luís Bustos quien descubrió el local!


Daniel Ausente.-  Jaime, Las guerras silenciosas” también va de eso, ¿no?

Jaime Martín,- Sí, sobre la mili de mi padre, en África. Una persona que ha leído “Los surcos del azar” y “Las guerras silenciosas” me ha dicho que hay unas cuantas similitudes entre ambos.


Roser.- Es lógico, ya que hablan de experiencias pasadas que son comunes a un grupo de gente determinada. Eso ya lo hablamos ese día con Paco, Miguel y también con Antonio Altarriba, que lo llamé por teléfono el día anterior.

Jaime Martín.- Hasta coincidimos en lo de dibujarnos entrevistando a la persona que ha vivido los hechos sin que Paco ni yo supiéramos en qué estaba trabajando el otro.

Roser.- Claro, es que lo de la entrevista es un buen recurso narrativo.

Albert Monteys.- Manel Fontdevila, que es muy fan de Google Street View, se dedicó a buscar el hotel y las calles de Baccarat, el pueblecito francés donde vivía el protagonista de Los surcos del azar” y lo encontró todo.

Daniel Ausente.- Eso de hacer historias sobre tu padre es magnífico. Ahora ya parece un subgénero pero se trata de historias que, de no ser así, no saldrían de la intimidad familiar.

Roser.- Justo de eso mismo hablábamos con Paco, Gallardo y Altarriba. De la historia que no sale en los libros de texto y la importancia de contar todas esas cosas a través de los familiares que las han vivido.

Jaime Martín.- En Angoulême me entrevistó una estudiante americana que estaba trabajando en una tesis doctoral sobre historias de este tipo, publicadas tanto en cómic como en novela.

Pep Brocal.- Bueno, desde "Maus", prácticamente es esto.

Daniel Ausente.- Pero conecta desde la autobiografía.


Pep Brocal.- En estos casos, al ser tú quien cuenta la historia en lugar de la persona que la ha vivido, lo haces desde tu punto de vista. Esto lo digo pensando en La guerra de Alan donde,  la forma de contar, es lo que hace la historia.


Jaime Martín.- Yo ahora estoy preparando un cómic sobre mi abuela. Bueno, sobre ella y mi abuelo pero centrado más en ella. Él no solía hablar de la guerra pero, por casualidad, un día recuperé unas grabaciones que hizo mi hermano donde el abuelo le contaba ciertas cosas que vivió durante la guerra civil. Ahora lo estoy trascribiendo y, a la vez, recuperando algunas cosas que explicaba mi abuela cuando aún vivía.

Daniel Ausente.- Mientras todo lo que sabemos sobre el bando republicano suele ser trágico, mi abuelo nos contaba historias al puro estilo Indiana Jones. Él se dedicaba a viajar por los frentes del bando republicano para poner películas a los soldados y, la visión que nos daba sobre la guerra, era muy aventurera. Y luego no le pasó nada, por cierto.

Albert Monteys.- A este paso, Roser, volverás a hacer otra entrada sobre la guerra en lugar de para lo que hemos venido…

Roser.- Es que habéis sacado un tema por el que siento una debilidad especial y no he podido evitar dejaros hablar. Por otra parte, siempre me ha gustado leer historias  autobiográficas. De hecho, hace poco leí Los domingos de Mauro y me encantó.

Mauro Entrialgo.- En realidad era el principio de una serie de siete libros. Uno para cada día de la semana, sobre distintos periodos de mi vida. “Los domingos” trataba mi primera infancia mientras que “Los lunes”, que tengo a medio preparar con mogollón de notas tomadas, va de la pre-adolescencia y la adolescencia.

Roser.- ¡Qué bien que me digas que habrá continuidad!

Mauro Entrialgo.- Aún no lo sé porque, como “Los domingos” comercialmente fue un poco desastre…

Roser.- ¡Pues qué mal ojo que tengo! Siempre me gustan los cómics que comercialmente os van mal.

Mauro Entrialgo.-  ¡Entonces si te gusta a ti será mejor que no lo publiquemos! El proyecto lo empecé con la idea de editar uno al año y ahora ha quedado un poco aparcado.  En parte, porque creía que tanto cómic autobiográfico aburría al lector.


David Sánchez.- Yo tampoco me veo haciendo cómics de tipo autobiográfico, dibujándome a mí mismo y todo eso. Aunque, si lo miras bien, todos los tebeos tienen algo de autobiográficos porque, al fin y al cabo, lo que hace el autor es hablar de sí mismo aunque de otra forma.


Daniel Ausente.- Desde que ganasteis el premio hasta ahora, ¿Creéis que ha cambiado algo en el mundo del cómic?

Mauro Entrialgo.- Depende de cómo lo mires pero todos sabemos lo que ha cambiado: los formatos, el auge de la novela gráfica, la llegada del cómic a las grandes superficies… Bueno, nada que tú no sepas ya.

David Sánchez.- Desde que gané yo, creo que no. Solo hace tres años pero no sé si mi visión del mundo del cómic es muy acertada o no, aunque me da un poco igual. Además, ahora llevo un tiempo sin hacer un cómic.

Albert Monteys.- Cuando yo gané era un momento muy raro, en que parecía que iba a ser el fin de las revistas y no se sabía qué ocurriría después. De hecho, era una situación parecida a la de ahora. Por un lado, había una serie de profesionales como Bernet y Carlos Giménez que tenían una creatividad brutal y, por el otro, estábamos nosotros que empezábamos en el mundo del cómic. La situación ahora es otra porque, aunque no está bien, no es tan negativa ni tampoco hay esa agonía que parecía en los noventa.

Roser.- Antes desaparecían las revistas y ahora la tablet, el móvil y el ordenador están sustituyendo al papel.

Albert Monteys.- Antes había dibujantes que se dedicaban única y exclusivamente a hacer tebeos. En cambio, ahora, la mayoría también se dedica a otras cosas... Dígase diseño, ilustración o lo que toque, ya que vivir exclusivamente de los cómics es muy difícil.

Jaime Martín.- Yo creo que la época del boom del cómic fue una fase anormal, transitoria, y que lo normal son estas pocas ventas que hay ahora. De hecho, aquello duró un tiempo determinado y fue más bien escaso. Lo que realmente se presenta como una situación estable, acorde con el resto de Europa, es lo que ocurre ahora. Francia es una excepción. Si nos fijamos en países como el Reino Unido, Italia o Alemania, por poner un ejemplo, veremos que el mercado del cómic funciona más o menos como aquí.

Mauro Entrialgo.- A mí no me parece así. Lo que yo veo es que están por encima de nuestro nivel. Este año he sacado un cómic en Italia y otro en Alemania y, en Alemania, de un año para otro las librerías especializadas en cómics son cada vez más y los Salones, también.

Daniel Ausente.- Mi opinión personal es que la anormalidad provenía del hecho que, cuando hubo el boom de la Gauche divinehubo un par de ellos que estaban ahí y que leían tebeos.

Albert Monteys.- Y hubo un momento en que leer cómics, en los 80, tenía un algo de modernidad y de estar en la cresta de la ola. De hecho, cuando salió “El Víbora” a finales de los 70, el cómic underground estaba muy vivo.

Daniel Ausente.- En la mayoría de documentales sobre el underground español se ve a los cuatro madrileños que tocan música, mientras que en los documentales sobre el underground  barcelonés, están los cuatro que hacían cómic. Nazario, Mariscal, Max, Onliyú… En Barcelona era una festa underground” casi todos son dibujantes. Excepto Onliyú, claro.

Roser.- Que luego fueron a parar a “El Víbora”.

Daniel Ausente.- Los dibujantes de cómic de Barcelona como cronistas del cambio social. Y tú estaba ahí, Jaime…

Jaime Martín.- Llegué un tiempo más tarde. Empecé con ellos en el 87.

Roser.- Y yo hoy he conseguido reunir una buena representación del premio al autor revelación, casi desde que se instauró, en 1988, hasta la actualidad y eso da una buena panorámica de la evolución del cómic español.