jueves, 16 de julio de 2015

¡Por plaza Cataluña, no! - Pechakucha (Vol 23)



Nunca habría imaginado que mi ornitofobia pudiera ser objeto de una charla ni que al público asistente le interesaran mis problemas con las aves. En cambio, eso ocurrió en el Pechakucha donde fui a parar por una llamada de Oscar Guayabero en la que pedía personas con fobias raras y yo respondí con mi miedo a las palomas.

Joan X Vázquez (estudiante del postgrado de ilustración de Idep)
ilustró todas nuestras intervenciones

Pechakucha es un espectáculo dinámico, a base de charlas, nacido en Japón en el año 2003. Consiste en hacer que cada uno de los ponentes (entre 10 y 12) exponga un tema y lo explique en 20 imágenes (que previamente habrá seleccionado). Hasta aquí, todo bien pero la cosa se complica cuando te dicen que dispones de 20 segundos para explicar cada diapositiva y que, pasado este tiempo, la imagen cambia automáticamente a la siguiente de modo que no puedes volver atrás ni saltarte ninguna. En total, la exposición dura 6 minutos y 40 segundos. Por eso se dice que el formato del espectáculo es 20x20.
Actualmente, Pechakucha se celebra en más de 700 ciudades del mundo. En Barcelona vamos por el 23 y fue en este último en el que participé. Bajo el título general de filias & fobias, teníamos que hablar de cosas que nos apasionan o que odiamos. En mi caso fue lo segundo: terror a las aves. Por eso, pocas veces me veréis cruzar la plaza de Cataluña en pleno día.

Foto: Jordi Casadevall
El origen de mis miedos se remonta a la primera vez que vi Los pájaros de Alfred Hitchcock, demasiado joven, a mi parecer. La película, realizada en 1962, se emitió en televisión Española por primera vez en 1970 pero es casi imposible que la viera entonces.


La película está basada en parte en un relato corto de ficción (Los pájaros, Daphne du Maurier) y en parte en un hecho real ocurrido en 1961 en una población costera de California. Según el diario local – Santa Cruz Sentinel -, una noche llovieron pájaros marinos. A la mañana siguiente había centenares de aves y peces muertos, repartidos por toda la ciudad.  Hitchcock se enteró y llamó a la redacción para pedir una copia de la noticia e informar que lo usaría en su próximo film.

Muchos años después (2011), dos biólogos descubrieron el motivo de las defunciones: intoxicación por ácido domoico. Se hallaba en las algas ingeridas por los peces que luego se comieron las aves, provocándoles confusión, epilepsia y luego la muerte.


Ese aversión mía a todo lo que tenga plumas sirvió de inspiración a Daniel Ausente para uno de los capítulos de Mataré a vuestros muertos, en que las palomas cuentan cómo son cazadas con red para después servir de alimento a un ente monstruoso que vive en el subsuelo de Barcelona.

Cazar palomas con red no es la única técnica de reducción que se utiliza. Por lo que he podido saber, hay unas cuantas más como el uso de anticonceptivos, dificultarles el acceso a la comida o soltar razas depredadoras como los halcones que habitan en la Sagrada Familia. Antiguamente, para cazar palomas con red, primero las drogaban pero dejaron de hacerlo porque el efecto que les producía no era el deseado ya que se ponían eufóricas, salían huyendo despavoridas y no había quien las pillara.



A parte de las típicas palomas callejeras, sucias y llenas de parásitos, también hay otras muy selectas. Estoy hablando de las mensajeras, criadas adrede para competir. En Barcelona existe el Club Colombófilo de la ciudad, con 80 años de antigüedad que realiza campeonatos y sueltas de palomas. Estas son muy valoradas y su precio es extraordinariamente caro. El de las mejores ronda los 18.000 euros. 


Escudo del club 1926-1934

Aún así, por muy buenas que sean, siempre está el peligro que se pierdan por el camino y no lleguen a su destino final. Esto ocurre la mayoría de las veces (entre el 50-70%) y las causas son variadas: el mal tiempo, los cazadores, las aves de rapiña y también las antenas de televisión y los postes eléctricos. Un ejemplo de lo que digo es el caso de una paloma mensajera que, en noviembre de 2007, se perdió en el camino y acabó muriendo de hambre. Una vecina de Bétera (Valencia), encontró el cadáver, rodeado de diarrea de la paloma, en la terraza de su casa.




El ejército español tenía palomas mensajeras en el palomar del Pardo, que cerró en el año 2008. Contaba con 300 pájaros cuyo entrenamiento se iniciaba a los tres meses de edad. La intención era conseguir que se desplazaran desde el norte y el sur del país hacia el centro. Los mejores recorrían 1000 km/día a la velocidad de 90 km/hora.

El palomar del ejército español llegó  a ser un lugar de referencia, hasta el punto que hace unos 10 años lo visitó una representación del ejército de los EEUU porque querían volver a implantar el uso de palomas mensajeras por ser un sistema seguro y difícil de interceptar.



Pompeius Gener era un bohemio intelectual de la Barcelona del siglo XIX que pertenecía a una familia adinerada de la calle Petritxol. De hecho, en esa misma calle hay un mosaico cerámico que lo representa y su tío tenía una farmacia en ella. Ese tío suyo, además, cruzaba palomas con loros porque quería conseguir una raza de aves mensajeras que te recitaran el mensaje en lugar de llevarlo atado a la pata pero, por lo que parece, no alcanzó su objetivo.

Amb capa i barret have cada nit "Peius" Gener (mosaico al principio de la calle Petritxol)

Durante la charla del Pechakucha usé tres diapositivas para ilustrar la historia de la famosa ave gigante que, según los lectores de la Vanguardia, se dejó ver en Barcelona en el verano de 1990. Curiosamente, esto ocurría hace justo 25 años y lo que no llegué a explicar es que yo también la vi. O al menos eso creo. Era un buitre escapado del zoo que, casualmente, se posó en el terrado de enfrente de casa de  mis padres hasta que llegaron los veterinarios, lo anestesiaron y se lo llevaron de vuelta al zoológico. También recuerdo fotógrafos de prensa pero, buscando en la hemeroteca, no he llegado a encontrar nada. Mi hermano dice que lo soñé. En cambio, mi madre apoya mi teoría.


Todo esto que he explicado, y algunas cosas más (y otras menos) forman parte de mi intervención el pasado 10 de julio que podéis ver en Vimeo junto a las del resto de mis compañeros: Andrés Requena, Javi Inglés (PlaygroundMagazine), Mireia Ruíz, Marc Lozano, Francesc Pla, Oriol Guimerà, Lluc Mayol, Susana Zarco e Isa Calderón. Esta última, con un vídeo demoledor sobre la película Amelie, que podéis ver pinchando aquí.

Foto: Jordi Casadevall


jueves, 2 de julio de 2015

Los Beatles, los Rolling Stones y la Monumental


Los Beatles "pasaron por Madrid sin demasiada pena ni demasiada gloria" según el NO-DO y llegaron a Barcelona el 3 de julio de 1965 para dar su segundo concierto en España: de la plaza de toros de las Ventas a la de la Monumental. Nada más aterrizar al aeropuerto fueron retratados por Pérez de Rozas, bajando del avión con monteras en sus cabezas, mientras una azafata vestida de flamenca observaba la escena. Llegaban en pleno franquismo a la Barcelona de Porcioles, justo dos años antes de que el Alcalde recibiera a Copito de nieve en audiencia en  su despacho del Ayuntamiento y Pérez de Rozas también inmortalizara el momento.


En los 50 años que han pasado desde el concierto de los Beatles se ha hablado y escrito mucho sobre el tema. Ya en su momento, Francesc Betriu y Pedro Costa fueron designados para realizar un documental  sobre la estancia del grupo de Liverpool en España. Lástima que,  al final, el reportaje no se terminó debido a la prohibición del Ministerio de Información y Turismo de Manuel Fraga. Por eso, las imágenes filmadas hasta entonces quedaron olvidadas hasta que Magí Crusells  (autor de The Beatles, una filmografía musical) las encontró.


Ava Gardner - y también mi suegra -asistieron al concierto, el último de la gira europea del grupo. Las entradas valían de 75 a 450 pesetas y la actuación duró poco más de treinta minutos. En cambio, ellos cobraron más de un millón de pesetas.

Al día siguiente, los diarios hablaron especialmente del respeto al orden público y Manel Pombo Angulo, en su crónica en La Vanguardia, incidía en el fenómeno “fans”,  de los que decía que aullaron, lloraron y expusieron su corazón de quince años. De hecho, razón no le faltaba.

Once años más tarde (11 de junio de 1976) sus rivales, los Rolling Stones, daban su primer concierto en España y el lugar escogido también era la Monumental aunque en un principio se pensó en hacerlo en Las Arenas. El espectáculo empezó a las doce y media de la noche, quince años más tarde de lo inicialmente previsto.


Dos días después, Ramón Alpuente decía en El País que “desde sus comienzos los Rollings son la otra cara de la moneda, la contrafaz sombría de unos Beatles atildados, correctos, con sus excelentes armonías locales”. Y aseguraba que  “Los Rollings incorporaron la tradición del Rock and Roll negro a la cultura popular inglesa…”

Verlos actuar valía 900 pesetas. Un precio elevado para la época y, según Alpuente, hubieron incidentes en la entrada. La gente que se quedó fuera intentó reventar las puertas y los grises la emprendieron contra ellos lanzando balas de goma y bombas de humo. Mientras, en el interior, Mick Jagger cantaba Honky Tonk Woman y Gay Mercader, quien había conseguido traer a los Rollings a España, alucinaba con todo.


Uno de esos que se quería colar era Onliyú. En su libro Memorias del underground barcelonés  lo explicaba con todo detalle: “Había policías por el este y por el oeste, a pie, a caballo y en coche”. Por lo que sus expectativas – y las de Nazario, con quien se encontró en el lugar - rápidamente se fueron al traste.



Los Stones, a diferencia de los Beatles que vinieron en pleno franquismo, ellos lo hicieron con Franco muerto, cosa que también recuerda Onliyú en el libro y lo relata de la siguiente manera: “hacía menos de un año que se había muerto por fin Aquel Pelmazo y no estaba muy claro por dónde iban a ir las cosas, así que el personal se apuntaba a un bombardeo mientras tuviera que ver con la posibilidad de jolgorio y despendole”.


Ahora, 50 años después de ese último concierto en España de los Beatles y 40 del primero de los Stones, la Monumental está cerrada. Lo está porque en Cataluña se prohibieron las corridas de toros en el año 2010 y su futuro aún  por decidir.  Balañá, su propietario, no parece tener los planes claros mientras que al ayuntamiento de Ada Colau le gustaría reconvertirlo en un espacio cultural. De hecho, en realidad, durante toda su historia lo ha sido ya que aquí, además de espectáculos taurinos y conciertos musicales ha habido boxeo, circo y hasta incluso mítines políticos.