Hubo un tiempo, en la Barcelona de los años 20, en que los
concursos de baile hacían furor entre la población. Pero la gracia no era saber hacerlo bien sino, además, aguantar todo lo posible en la pista de baile.
Teatro Apolo en 1905, fotografía de Lluís Grau Iglesias |
El primer “Concurso de
baile durante 24 horas” tuvo lugar el 15 de noviembre de 1924 y se celebró
en un entoldado que se levantó para la ocasión en un solar que había tras el
Teatro Apolo, en pleno Paral·lel, esquina Nou de la Rambla (entonces Conde del
Asalto). El premio para el ganador era gordo, 2.000 pesetas, lo que hizo que se
apuntaran 13 parejas dispuestas a bailar desde las 00.0 horas del sábado 15 de
noviembre hasta el día siguiente a la misma hora.
el Teatro Apolo hoy |
Llegada la hora final del concurso sólo quedaban sobre la
pista Hernando Pla (que bailó casi todo el tiempo con su hermana, la Criollita,
y a ratos con una tal Magda), S. Punter y E. Álvarez que se repartieron entre
los tres las 2.000 pesetas del premio. Según la crónica de La Vanguardia (del
18 de noviembre), al acabar el concurso los participante se encontraban en un
estado lamentable.
La moda de los bailes de resistencia siguió con fuerza unos
años y, en 1927, apareció un tal Charles Nicolás que pretendía bailar 240 horas
sin descanso en el Teatro Talía,
ubicado en el número 100 del Paral·lel, donde ahora no hay más que un solar
vacío desde que un incendio se lo tragó en 1988.
El solar vacío donde antes estaba el Teatro Talía (luego denominado Teatro Martínez Soria) |
Los días previos al acontecimiento la prensa anunciaba: “Formidable, ¡Increíble! Jamás visto en
Barcelona. El campeón de los campeones. Mr Charles Nicolás bailará en el Teatro
Talía diez días y diez noches (240 horas consecutivas)...” Tal proeza debía
realizarla entre los días 5 y 15 de junio y el hombre la cumplió. Según cuenta
Paco Villar, en “Historia y leyenda del
barrio chino”, tenía que bailar sin parar y sólo disponía de tres minutos
por hora para comer, beber, ir al baño, descansar o hacer lo que fuera
menester.
Teatro Talía, foto de Gaspar, Sagarra i Torrents |
La gente, incrédula, empezó a pensar que había truco y que
el tal Nicolás tenía un hermano gemelo con el que se intercambiaba en los descansos.
Para callar las habladurías, el bailarín hizo venir a un notario para
certificar que el que estaba sobre la pista siempre era él. Esto sucedió cuando
ya llevaba más de 100 horas bailando, momento en que se le ocurrió continuar
pero con dos hombres subidos a su espalda, cosa que también realizó.
A falta de 48 horas para cumplir la proeza de bailar 240
horas seguidas, el diario La Vanguardia anunciaba que era el penúltimo día para
ver a un tal Charles Nicolás que estaba a punto de batir un récord. Al día
siguiente, La Vanguardia volvía a anunciar que el fin se acercaba y que habría
sorpresa final.
El 15 de junio, a la hora convenida, Nicolás dejó de bailar
y, según La Vanguardia, lo hizo sin demasiadas muestras de cansancio aunque
bastante más delgado. Exactamente once quilos menos. Y no bailó 36 horas más
porque el Gobernador se lo impidió.
Ahhh el Talia ¡¡¡, después llamado Paco Martines soria...Y hoy terreno baldío desde hace muchos,muchos años, tantos que ha crecido una higuera que hace muchos veranos que da frutos.
ResponderEliminar¿Una higuera? Justo ayer por la tarde estuve ahí haciendo las fotos pero no me atreví a encaramarme al muro para mirar lo que había dentro.
ResponderEliminarSiempre un placer leerte.
ResponderEliminarHoal muy interesante, los saludo desde Montevideo Uruguya, les cuento que Charles Nicola en 1928 recorrio sudamerica, en Montevideo estuvo en Mayo bailando 8 dias seguidos en el restaurant y sla de bailes de Cherubino Cassoni ubicada en ese entonces en el llamado Palcio Sarandi (ex Casa Corralejo) en la Plaza Matriz, la musica se irradiaba desde un gramófono Vital provisto por la vecina casa de música de Julio Mousques, en cada medianoche, Charles se re energizaba bailando algún Charleston,foxtrot o composición musical "rapida" y ala hora de mas publico lo hacia con alguna otra persona a sus hombros
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