Fotografia de la plaza del Torín |
El Torín fue la primera plaza de Toros de Barcelona. Construida en 1834 en el barrio de la Barceloneta, se ubicaba en el mismo lugar donde ahora está la sede central de Gas Natural (y que en el momento de su construcción eran los antiguos terrenos del matadero de la ciudad).
El arquitecto encargado de la obra, Josep Fontserè i Doménech, levantó la plaza de toros a partir de un encargo de la Casa de la Caridad en motivo de la visita del rey Carlos IV.
En el año 1835, en esta misma plaza y tras una corrida de toros que no gustó al público, se inició una revuelta popular y la consiguiente quema masiva de conventos de las Ramblas. Pero esta es otra historia que otro día contaré.
De lo que hoy quiero hablar es de otro tipo de espectáculos que tenían lugar en esta misma plaza: alzamientos en el aire de globos aerostáticos, a los que los barceloneses eran muy aficionados. La mayoría se realizaron con éxito pero dos de ellos fueron unos auténticos fracasos. El primero fue el del aeronauta francés Monsieur Arban. Del segundo hablaré en la próxima entrada al blog. Ambas historias las descubrí en “Histories de la història de Barcelona” de Dani Cortijo donde se explican con todo detalle.
Tras elevarse en globo dos veces con éxito en el mismo año (1847), monsieur Arban quiso repetir la hazaña dos años después. Pero esta tercera vez el resultado fue otro. En esta ocasión su intención era subir en globo hacia cielo acompañado por su mujer. El matrimonio se presentó a la cita vestido de etiqueta, como mandaba la ocasión, preparado para un día de gloria.
Ya el primer intento fue un desastre. El globo se elevo tan poco que cayó en el exterior de la plaza. En el segundo intento el globo casi se estrella contra el público y, para evitar el choque, Monsieur Arban descendió hasta la arena. Los espectadores, creyéndose engañados por el espectáculo que estaban presenciando, empezaron a abuchear al pobre Arban. El hombre se sintió tan ofendido que decidió llevar a cabo un tercer y último intento. Pidió a su mujer que bajara del aparato (para aligerar el peso) y luego ordenó que soltaran el globo. Hecho esto, el globo empezó a subir y subir hasta que se perdió de vista y ni el barco de vapor que lo seguía lo volvió a ver más.
Intento fallido del ascenso del globo de Arban en el Torín |
Abajo, en la arena, su mujer lloraba desconsoladamente al ver a su marido desaparecer entre las nubes.
Pasó el tiempo y Monsieur Arban no apareció en ningún lugar. Su mujer, desesperada, viajó por todas partes buscándolo pero no lo encontró. De ella se dice que terminó vagando por Barcelona vendiendo parches para curar los callos de los pies. Ya al final de su vida, casi ciega, un teniente de alcalde del ayuntamiento consiguió ingresarla en un centro benéfico donde finalmente murió.
Subida al cielo del globo de Arban con la plaza de toros al fondo |
En cuanto al pobre Arban, se dice que tras su desaparición el regidor Práxedes Vilanova recolectó dinero para dedicarle un monumento que al final se utilizó para construir el monumento a Colón.
Es genial :-) ¡Divertidísima entrada! (He entrado en la cuenta de mi blog medio abandonado solamente para decírselo (Mr.Giallo) )
ResponderEliminarPues si le ha gustado esta historia le recomiendo que lea este libro "Gloriosos fracasos" de Paul Collins. Ed. Mondadori. Son biografias de personajes que fracasaron en sus intentos de destacar por algo.
ResponderEliminar