domingo, 28 de octubre de 2012

La Barcelona putrefacta de Jean Genet


Hace tiempo que le daba vueltas al tema de dedicar una entrada al Raval, antiguo barrio chino e inicialmente bautizado como Distrito V. Fue Rubén Lardín quien me lo sugirió al comentar que debería investigar sobre la Barcelona de Jean Genet y George Bataille. Le hice caso y dediqué parte de mis vacaciones estivales a leer a Genet y su “Diario del ladrón” en plena playa nudista de Sitges, con las consiguientes miradas extrañadas de los turistas gays que acuden a esta playa.

Tras esta lectura y de “Historia y leyenda del barrio chino” (Paco Villar), cada vez que paso por la calle Arc del Teatre (en un principio llamada Trentaclaus) me imagino mugre, suciedad y degradación y a Jean Genet y sus compinches (el manco Stilitano y Pepe el Gitano) malviviendo entre hurtos, prostitución en “La Criolla” (calle Cid, 10) y juego ilegal en las esquinas del barrio. Sobre ello, Paco Villar cuenta en su libro que en el número 9 de la calle Guardia había una cervecería que, en el sótano, tenía un local clandestino donde el juego ilegal se practicaba a diario.


C/ Arc del Teatre desde la Rambla
Este es el aspecto actual del edificio de la C/ Guardia 9

Jean Genet escribió “Diario del ladrón” en 1949 mientras estaba en la cárcel (cuando ya contaba con el apoyo de Cocteau y Sartre), años después de su paso por Barcelona. Él había llegado a la ciudad en la década de los 30 siendo un joven delincuente. Hijo de una prostituta de París, dejaba tras de sí una familia adoptiva y una adolescencia plagada de robos, estancias en reformatorios y en el ejército, de donde fue expulsado al ser descubierto practicando sexo con un compañero. En Barcelona se instaló en el chino. El lugar idóneo para personas como él. El Distrito V era un lugar de delincuencia y prostitución, con pensiones de mala muerte, baruchos, teatros, cabarets y prostíbulos de los que se hablaba en las publicaciones de la época “Crónica” y “Linterna”. Pero inicialmente esa zona no era exactamente así. 

La urbanización de la Rambla hizo posible la apertura de la ciudad en dirección al Raval. En 1790 se inauguraba la calle Conde del Asalto (actual Nou de la Rambla) y con ella se abrieron la mayoría de las calles de la zona. Allí se instalaron las primeras fábricas de indianas (como la de Erasme de Gómina, en 1780, en la Riera Alta) y los palacios de sus propietarios.  Hasta los ricos Güell le encargaron a Gaudí la construcción de un palacio que conectase con la vivienda que ya tenían en la Rambla. 

El Palau Güell en 1895 (C/ Nou de la Rambla)
Con el tiempo, el Raval se fue transformando en una zona plenamente industrial y se empezó a construir masificadamente viviendas de pésima calidad para alojar a los obreros. También entonces proliferaron las tabernas, cafés y prostíbulos. Todos ellos concentrados en la calle Trentaclaus (Arc del Teatre) y sus alrededores.

C/ Arc del Teatre, fotografiada por Josep Domínguez
La calle d’en Cirés era una de las más conflictivas de la zona pero hoy en día ya no existe. Tenía su inicio al final de la calle Migdia (la actual Adva de les Drassanes) e iba desde la esquina de l’Arc del Teatre a Nou de la Rambla. Siempre llena a rebosar, por ella solían pasar delincuentes y prostitutas. Allí se organizaban mercadillos ilegales y la gente convivía entre restos de basura que nadie recogía a la vez que se utilizaba de urinario público. Buena muestra de ello es la película “La bandera”, de Julien Duvivier (1935) cuya primera escena transcurre en esta calle.

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Imagen de la C/ Cirés esquina con Arc del Teatre

La C/ Migdia, en 1953, fotografiada por Josep Postius

La Avda. Drassanes hoy en día
Años después, gracias al Plan Cerdà, el Eixample se convirtió en el lugar escogido por la burguesía barcelonesa para instalar sus negocios y su residencia, dejando en el Raval un sinfín de pequeños oficios sin posibilidad de expansión. Cuando esto ocurrió, algunas de las antiguas fábricas se reconvirtieron en cabarets donde prostituirse era lo normal (Genet lo hacía en “la Criolla”, vestido de mujer) y locales como la “Taberna La Mina” (en Arc del Teatre, 63), que en su día fue una fábrica de velas. 

Fiesta de Carnaval en "La Criolla", allá por 1932 (A. Sagarra)

La Taberna "la Mina" en 1913 (fotografía de Frederic Balell)
En la zona también se instalaron teatros (el Teatro del Circo Barcelonés, en la calle Montserrat, 20, y el Teatro Odeón en la calle Hospital, 45), un prostíbulo de lujo que sirvió de inspiración a Jean Genet para escribir “Querelle de Best” (Madame Petit en el número 6 de l’Arc del Teatre, posteriormente transformado en la cochambrosa Pensión los Arcos), cabarets (Villa Rosa en el Arc del Teatre, 3) y pensionuchas varias como en la que vivieron Genet y Stilitano. 

Fachada del Teatro del Circo Barcelonés (fotografía A. Històric de la Ciutat)
Donde antes estaba el Teatro del Circo Barcelonés ahora hay un párquing





Habitación de Madame Petit, sobre 1932 (A. Paco Villar)
Lo que antes era Madame Petit, ahora es una casa Okupa
Llegados a este punto debo decir que ese barrio tan degradado también era una atracción para los ricos turistas que llegaban a la ciudad en lujosos transatlánticos. Un ejemplo de ello es el pasaje de “Diario de un ladrón” donde Genet relata cómo unos turistas se presentaron en el barrio, cámara en mano, fotografiando a los vagabundos como si de un juego se tratara. Luego se marcharon, felices y contentos, con sus fotos como trofeo.

 
Paralelamente, en la Barcelona moderna de los años 20, avanzada y cosmopolita, había un grupo de arquitectos (formado por Sert, Soteras y Rodriguez entre otros) que invitó a Le Corbussier a dar una conferencia. Aquí, Le Corbussier y Sert se hicieron amigos y el francés consiguió una cita con el President Macià para mostrarle su proyecto para una nueva Barcelona limpia y sin guetos de por medio. La idea gustó y se presentó al público en 1934 en el sótano de la Plaza Cataluña, en forma de diorama (conocido como el Diorama del GATEPAC). Pero con la llegada de la Guerra Civil el proyecto quedó aparcado y, parte del barrio, “casualmente” bombardeado. Justamente de eso trataba una exposición del MACBA, recientemente clausurada.

Debo decir, también, que el sobrenombre de Barrio Chino parece que fue cosa de Paco Madrid. Un periodista y dramaturgo de Barcelona que en un artículo publicado en “El Escándalo” se le ocurrió referirse al entonces Distrito V como “Barrio chino”. La explicación, según un artículo aparecido en “Blanco y Negro Madrid” el 4 de junio de 1931, es que los carteristas del barrio llamaban a su “oficio”, “chinar” porque lo ejercían cortando las americanas de sus víctimas con la ayuda de un “chino” (hoja de navaja de afeitar).

En su “Diario del ladrón” Genet describe el Barrio Chino diciendo que “El Paralelo es una avenida de Barcelona paralela a las célebres Ramblas. Entre estas dos arterias, muy anchas, una muchedumbre de calles estrechas, oscuras y sucias forman el Barrio Chino”. Una descripción que bien podría aparecer en cualquier guía turística de la época.

Para terminar, les diré que tengo en mis manos abundante información del barrio chino, Raval o Distrito V, como le prefieran llamar. Eso significa que seguiré hablando de él en el futuro y que trataré, con más detalle, de lugares que aquí tan sólo he citado y de otros que ni siquiera he enumerado.
 
Pl. Jean Genet, en la confluencia de l'Arc del Teatre con la Av. Drassanes

sábado, 20 de octubre de 2012

La Barcelona de 1957 de Leopoldo Pomés




Hace unos días leía en el País la noticia sobre la inauguración de la exposición Barcelona, 1957 de Leopoldo Pomés  y pensé que dedicarle una entrada en el blog era cosa obligada por la temática de la exposición y mi admiración por el trabajo de este autor. Rápidamente me puse en contacto con los responsables de la Fundación Foto Colectania, solicité una entrevista con Pomés y visité la exposición que, por cierto, me encantó. Vayan a verla porque realmente vale la pena. Además aún están a tiempo ya que la clausura está prevista para el 26 de enero.

Aunque la fama de este fotógrafo barcelonés es muy amplia y no necesita presentación alguna, retrocederé en el tiempo para situarme más o menos en el contexto de esta historia.

Pomés realizó su primera exposición en el año 1955 en las Galerías Layetanas de Barcelona presentando unos retratos que gustaron mucho al grupo de artistas informalistas Dau al Set, entre los que se encontraban Brossa, Tàpies y Cuixart.

El 27/05/1955 El diario La Vanguardia anunciaba así la prolongación de la exposición

A partir de los años 60 se adentró en el campo de la publicidad al fundar el Studio Pomés junto a Karin Leiz. Desde entonces se dedica a ello, siendo uno de sus trabajos más famosos la invención de la famosísima burbuja de Freixenet en 1967 (encarnada por primera vez por la propia Karin Leiz).

La historia de la actual exposición en la Fundación Foto Colectania y la publicación (junto con La Fábrica) del libro “Barcelona 1957” empieza con el encargo, por parte de Carlos Barral (en 1957), de un libro de fotografías de Barcelona. Pomés, que entonces tenía 25 años, recorrió la ciudad cámara en mano captando la esencia de la Barcelona del momento. Un año más tarde, sin haber percibido un céntimo por el trabajo realizado, se presentó en la editorial dispuesto a enseñar lo que había hecho. Barral se entusiasmó con el resultado pero no ocurrió lo mismo con la gerencia de la empresa, que rechazó el proyecto por considerar que faltaban jardines en las fotos, además de parecerle triste y oscuro.

A partir de ese momento, los negativos de las fotos quedaron enterrados en el fondo de un cajón a la espera de una nueva oportunidad que tardó mucho en llegar. Fue en 1997, cuando una exposición en la Virreina dedicada a un consagrado Leopoldo Pomés (comisariada por Eduardo Mendoza) mostró por primera vez al público algunas de esas antiguas fotos de 1957-58. Luego volvieron al cajón de los recuerdos hasta que la Fundación Foto Colectania y la Fábrica decidieran sacarlas a la luz y publicar el libro 55 años después del encargo de Carlos Barral.

Esta es una de las fotografías de "Barcelona 1957" que formó parte de la exposición de la Virreina

La muestra se compone de 80 imágenes del proyecto inicial. Todas ellas han sido incluidas en el libro, el cual también contiene un texto de Juan Manuel Bonet y una conversación muy interesante entre Eduardo Mendoza y Leopoldo Pomés.

En la exposición vi una Barcelona completamente distinta a la ciudad que es ahora. Hasta el punto de encontrarla irreconocible en ciertos aspectos, como el de la calle Aragón, por donde pasaba el tren al aire libre. La Barcelona de 1957 era ciertamente oscura, nada glamourosa. Por las Ramblas paseaban las familias, las monjas viajaban en metro y señoras de clase bien se dejaban ver por el Eixample. En Canaletas se montaban tertulias populares en las sillas de alquiler; ante el cine Poliorama (ahora reconvertido en Teatro) pasaban los marines de la Sexta Flota y en la Plaza Garriga y Bachs no asomaba ni un turista.

Todo esto me hace pensar que si el libro se hubiera publicado en su momento el significado que hubiera adquirido sería muy distinto a lo que conlleva ahora y por eso creo que ha valido la pena esperar. 



Y ya sin nada más que decir al respecto les dejo con la entrevista que Leopoldo Pomés muy amablemente me concedió.

Después de más de 50 años con las fotos guardadas en archivos ¿Cómo ha sido que al final se ha hecho el libro y la exposición? ¿De quién fue la idea de reemprender el proyecto de Barral?  
La idea surgió un día que vino a mi casa Juan Manuel Bonet para seleccionar fotografías de una exposición mía de la que él era comisario en la Galería Artesonado, en  La Granja de San Ildefonso de Segovia. Le enseñé el no nato proyecto y literalmente se entusiasmó. Así que él fue el principal ideario con la colaboración de la "Fundació Foto Colectania" y el centro cultural “La Fábrica”.

Durante la conversación con Eduardo Mendoza, al principio del libro, dice usted que algunas de estas fotos fueron mostradas al público por primera vez en una exposición antológica que le dedicaron en la Virreina en 1997. ¿Que sensación tuvo al hacerlas públicas?

En la Virreina expuse algunas de estas fotos, pero no el proyecto completo ni mucho menos y, aunque la impresión siempre es buena no es comparable a verlo todo junto. Ver que tu obra está expuesta, todo bien enmarcado y en la galería de una prestigiosa fundación !medio siglo después! y además tener el libro editado y  perfectamente impreso, es volver al paraíso soñado.

También le cuenta a Mendoza que, una vez hechas las fotos y presentadas a la editorial, éstas fueron rechazadas por la imagen que proyectaban de Barcelona. Más triste y oscura de lo esperado. Cuándo recibió el encargo de realizar este reportaje ¿Le dieron indicaciones de cómo debían ser las fotos?


En absoluto, un año antes aproximadamente Carlos Barral me encargaba la portada de la primera novela de la colección Biblioteca breve, "La conciencia de Zeno" de Italo Svebo. A Barral le gusto mucho mi trabajo y propuso crear un libro sobre Barcelona. Yo estuve un año entero haciendo fotos de aquello que veía cada día queriendo captar la atmosfera de la ciudad. 



De todas las fotografías que llegó a realizar ¿Hubo algunas que gustasen a la gerencia de la editorial?

A Carlos Barral  le gustó todo el material pero llegaron los comerciales de la editorial y dijeron que no, que no aparecían monumentos ni jardines y que presentaba una ciudad muy gris.

Para terminar, en la conversación con Mendoza  comenta que le gustaría recibir el encargo de hacer eso mismo ahora. Es decir, captar con su cámara la Barcelona actual y plasmarlo en un libro ¿Esta ilusión se hará realidad?

Ilusión me hace a pesar o quizás por ello, porqué es difícil y me estimulan los retos, pero  de momento, si aceptara, no sería un proyecto  a corto plazo.


lunes, 15 de octubre de 2012

II Ruta de Hermes (2ª parte)



Tal como dije en la entrada anterior, bajábamos por la Via Laietana cuando nos encontramos con un edificio repleto de imágenes de Hermes en su fachada. Nos paramos a fotografiarlos y continuamos el camino en direcció a la Plaza de Antonio López. Allí nos detuvimos un instante para observar el imponente monumento erigido en honor del Marqués de Comillas (Antonio López López). Tampoco hay Hermes en la estatua (bueno sí que lo hay aunque yo no me fijé) pero la historia del marqués vale la pena saberla. 




Este señor era un rico empresario en la Barcelona del siglo XIX que amasó su fortuna traficando con esclavos en la Isla de Cuba. Además, entre sus múltiples negocios, también estaban la Compañía Transatlántica Española y Tabacos de Filipinas.  

La estatua actual no es la originaria de 1884, sino una reproducción de Frederic Marés recolocada en época franquista tras su retirada, en 1936, por los anarquistas. Si quieren saber más sobre este personaje les recomiendo leer este estupendo artículo de Xavier Theros, publicado en El País el pasado 3 de agosto.

Reproducción del telegrama que el Rey Alfonso XII mandó al conocer la noticia de su muerte
 Después de fotografiar la estatua del “Negro Domingo” (así es como le empezaron a llamar tras su muerte en 1883), nos dirigimos a la Plaça Palau y allí sí que había Hermes. Un montón de ellos en las arcadas de la “Casa Xifré”, comúnmente conocida como el edificio del restaurante “Les 7 portes”. 



El nombre de “Casa Xifré” es debido al propietario del inmueble. Un tal Josep Xifré i Cases que también se hizo rico en Cuba pero sin comerciar con esclavos. Él era buena persona y al volver de Cuba construyó éste edificio basándose en uno que había en París e inauguró, aquí mismo, El Café de les Set Portes (a mediados del siglo XIX).




Y aquí, en plena Barceloneta, ante un caduceo, nos hicimos la foto de familia numerosa.



Luego seguimos caminando hacia el Pg de Colom para detenernos el edificio de Correos y en la Plaça de la Mercè, donde hay una fuente (del siglo XIX) dedicada a Neptuno y que tiene un relieve con los símbolos de Hermes. Inicialmente ubicada en la Barceloneta, fue trasladada a Montjuïc para finalmente recalar en la Plaça de la Mercè.


Correos

Fuente de Neptuno (Pl. de la Mercè)

Tras un receso para alimentarnos y descansar, continuamos nuestro recorrido. Pero antes les quise enseñar el estado de las obras del futuro hotel de la Plaza Medinacelli, al que hace poco le dediqué esta entrada.

Nuestro siguiente objetivo fue este edificio, escondido en una plaza contigua al Passatge de la Pau.




También encontramos otros Hermes en lo alto de la fachada principal de la Aduana del Port Vell, en la de la antingua fundición de cañones, en el Museu de Cera y en la Plaça Reial.  Allí nos detuvimos, en el “Ocaña”, a tomar una cañas y a visitar el sótano que, gracias a Jordi del blog Barcelona mon amour, supimos de la existencia de estos restos de una antigua farmacia del siglo XIX que ahora forman parte del local. 

Sótano del Ocaña

Edificio del Puerto

Sede de la antigua fundición de cañones, edificio actualmente deshabitado
Museo de Cera
Farola con el casco alado, realizada por Gaudí
Luego caminamos Rambla arriba hasta llegar a Canaletas, donde se dio por finalizada la ruta ya que los Hermes de la Plaça Cataluña eran viejos conocidos nuestros

Caduceo en la sede de la casa de Galícia








Y aquí les dejo con el mapa de la ruta que Xavi preparó muy amablemente y que pueden utilizar para repetirla cuando les plazca o para hacerla, por primera vez, si es que no estuvieron con nosotros el pasado 7 de octubre.




miércoles, 10 de octubre de 2012

II Ruta de Hermes (1ª parte)




El pasado domingo 7 de octubre, Xavi del blog las crónicas de Thot nos llevó de ruta por las calles de Barcelona en busca, como no, de nuestro adorado Hermes. 

Llevábamos mucho tiempo esperando esta salida pero al final valió la pena. Esta vez nos juntamos más de 30 personas dispuestas a pasar un buen día en buena compañía. Y así fue.

Entre los asistentes, los ya habituales de siempre más una veintena de caras nuevas con las que compartimos afición y, desde ahora, también amistad. De todas ellas me sorprendió Sole, que se declaró lectora de este blog y de los del resto de la familia ausente (es decir absencito, absence y, por extensión, del butano popular). También Pilar, la maestra que se interesó por el blog de Marc.

Además, en la cita del domingo estuvieron presentes las cámaras de BTV que nos hicieron este estupendo reportaje que fue emitido en las noticias del domingo por la noche. Absencito y yo no aparecemos porque mientras filmaban nosotros estábamos de camino, viniendo del Festival de Sitges.

El punto inicial de encuentro era en la Plaza Urquinaona esquina con Ronda de Sant Pere para encaminarse hacia el Arc de Triomf y el Parc de la Ciutadella. Nosotros esa parte nos la perdimos y aparecimos cuando estaban en la Plaça Sant Agustí Vell. Allí no habían Hermes pero Xavi se detuvo ante una fuente que se dice podría ser la de la famosa “Marieta de l’ull viu”, que se disputa ese honor con la famosa “Font del gat” de Montjuic.

Luego continuamos por la calle Carders para detenernos en la Plaça d'en Marcús, donde tampoco había Hermes pero la historia de este señor de la burguesía catalana se merecía una parada. Del señor Marcús se cuentan muchas cosas y Xavi nos explicó que en su día creó una especie de correos, con sus tarifas correspondientes según si el cartero viajaba a pie o a caballo. Así pues, esta capilla del siglo XII llegó a ser la sede de la “Confraría dels Correus a Cavall i a Peu”, considerada como la primera “empresa” de correos de Europa.


Acto seguido y, tras las fotos de rigor, nos encaminamos hacia Santa María del Mar aunque antes nos paramos un instante en el Fossar de les Moreres. Allí se volvió a hablar de Marcús ya que fue el primero en ser enterrado en este lugar (en el siglo XII) tras donar el terreno al párroco de Santa María del Mar con la finalidad de construir un cementerio anexo a la iglesia.

Ya en el interior de la basílica nos encontramos con la sorpresa de que en una de sus vidrieras hay un caduceo de Hermes pero no pudimos fotografiarlo porque era hora de misa y la iglesia estaba llena de feligreses. 

De camino a Via Laietana nos topamos con un Hermes en lo alto de este edificio de la calle Nau y ya en Via Laietana encontramos este edificio repleto de imágenes del semi-dios griego que tanto nos gusta.

Aunque no se ve bien, hay un Hermes en el relieve de la ventana superior


Como la ruta duró más de seis horas y vimos muchas cosas interesantes, creo conveniente hacer un descanso en este punto, que retomaré en la próxima entrada con la llegada a la Plaza de Antonio López.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Sherlock Holmes en Barcelona




Hasta hoy en el blog jamás había dedicado una entrada a un cómic pero “Sherlock Holmes i la conspiració de Barcelona” bien se lo merece. En primer lugar, por ser una novela gráfica ambientada en la Barcelona de 1893 y luego por su habilidad al mezclar una historia real (el atentado al Liceu) con la ficción.
                                                                                                                                
Éste es un cómic de Norma Editorial, guionizado por Sergio Colomino y dibujado por Jordi Palomé. Fue presentado en el pasado Salón del Cómic de Barcelona y arrasó con todo. En tan sólo unos días se agotó la primera edición y la segunda salió a la calle de inmediato.

Un día lo ví por casa y el título y la portada ya me llamaron la atención. Absence, sabiendo de mis gustos, enseguida me lo recomendó y fue idea suya que me pusiera en contacto con los autores para entrevistarlos en el blog, cosa que él ya había hecho en su sección del Cabaret Elèctric de IcatFM.

La historia que el cómic relata se ubica en la época del “Gran Hiato”. Es decir, el período de tres años durante el cual el personaje de Conan Doyle viajó por Asia y Europa en misiones diplomáticas por encargo del gobierno de su país. Sergio Colomino situa a Holmes en una de esas misiones en la Barcelona de 1893 para seguir la pista de un submarino perdido que extrañamente aparece en esta ciudad. A partir de ahí, se verá involucrado con un grupo anarquista responable de la bomba del Liceu.

Colomino, que es miembro del círculo Holmes, hacía años que quería escribir un relato protagonizado por su personaje favorito, aprovechando que es libre de derechos y dio con la historia perfecta cuando descubrió la coincidencia de fechas. 1893: el año en que Conan Doyle decidió terminar con la vida de Holmes en las cataratas de Reichenbach durante un enfrentamiento con Moriarty, su eterno rival. Con ese relato Doyle pretendía acabar con el personaje pero las presiones recibidas (por parte de sus lectores y de su propia madre que le dejó de hablar por ello), le obligaron a resucitarlo y continuar sus aventuras. Ese mismo año, el 7 de noviembre, el anarquista Santiago Salvador lanzaba dos bombas Orsini en el Liceu durante la representación de “Guillermo Tell” de Rossini, de las cuales sólo explotó una causando una veintena de muertos.

Santiago Salvador, autor de la bomba del Liceu
Cuando acabé de leer el cómic quise saber más sobre su proceso de creación y me puse en contacto con sus autores que, muy amablemente, accedieron a hacer la entrevista que les propuse. Les dejo con ella y con todas las cosas interesantes que me explicaron.

El cómic fue presentado en la pasada edición del Salón del Cómic de Barcelona y en pocos días se agotó la primera edición. ¿Esperábais que tuviera tanto éxito?

SC: La verdad es que ha sido toda una sorpresa, aunque muy agradable. Ciertamente, el personaje de Sherlock Holmes disfruta actualmente de un momento especialmente dulce, y esperábamos que al añadirle una marca de tanto prestigio como "Barcelona" atrajera el interés de los lectores, pero ni la editorial ni nosotros mismos podíamos prever que tendríamos una segunda edición en marcha en apenas unos días. Debo decir, sin embargo, que en ningún momento planteamos la obra como una mera excusa para unir al personaje con la capital catalana: nuestra idea era presentar un cómic que no se quedara en el título, sino que debía ofrecer una historia interesante y bien trabajada.

Sergio, la idea de hacer una historia con Sherlok Holmes protagonizando la investigación del atentado del Liceu sé que fue cosa tuya y que lo tenías en mente desde hacía años. Pero, ¿cómo escogiste a Jordi Palomé para que se encargara de dibujarla?

SC: Fue todo fruto de la casualidad: llevaba un tiempo moviendo el guión entre mis amistades y conocidos, con la esperanza de poder encontrar a algún dibujante que aceptara unirse al proyecto, que por entonces no tenía todavía luz verde por parte de Norma Editorial. Por suerte, un amigo me presentó a Jordi Palomé, y nos entendimos desde el principio. He tenido mucha suerte al encontrar a Jordi y que aceptara ser el ilustrador de la obra: pese a ser su primera incursión en el cómic, su dibujo tiene una madurez y una perfección que ha sorprendido a todo el mundo, y a mí el primero. Gracias a él, las páginas de muestra que presentamos a Norma pasaron la prueba y la editorial aprobó el proyecto.

El cómic mezcla muy bien la historia real con la ficción. El protagonista es un joven anarquista que trabaja en la imprenta de Salvador Comellas (que por cierto también sale en el Quijote) y se ve involucrado en el atentado del Liceu. ¿Fue muy costoso ligar historia real y ficción?

SC: Sin duda, porque hacer un cómic (o un libro, o un film, o cualquier tipo de obra) que no se sitúe en la época contemporánea implica necesariamente un trabajo de investigación. Tuve que empaparme de la época, leer libros de autores de finales del siglo XIX, consultar fuentes, buscar imágenes... El rigor histórico no era una obsesión, ya que se trata de una obra de ficción, pero queríamos evitar caer en errores o anacronismos, así que desde el primer momento revisé y comprobé todos y cada uno de los datos y referencias que aparecen en el cómic. 

 

Fachada del edificio de la calle Call, 14, donde estaba la Imprenta Comellas
Jordi, cuando Sergio te propuso trabajar con él en este cómic ¿dudaste en aceptar el encargo o bien lo viste muy claro y aceptaste con facilidad?

JP: Mi afición al dibujo empezó leyendo cómics desde muy pequeño, después fui practicando por mi cuenta hasta que pude cursar estudios sobre la materia, aunque en muchas universidades y academias de arte el cómic no está muy bien visto, y la verdad es que en este país no hay una salida laboral bien remunerada haciendo cómics. Así que me dedique a la ilustración, pero aplicada en otros campos.
Sin embargo, siempre me quedó la espina clavada de poder dibujar un cómic. Cuando un amigo común me presentó a Sergio y me leí el guión del primer capítulo, no dudé ni por un momento que quería trabajar en esa obra, mi único reparo era si podría dar la talla, así que me esforcé para dar lo mejor de mí. 

Tus viñetas están llenas de detalles que denotan que hubo un trabajo previo de documentación muy exhaustivo sobre la Barcelona de finales del siglo XIX. ¿Este trabajo lo hacías juntos? ¿era cosa tuya? ¿Sergio te indicaba lo que quería? ¿Cómo os organizábais?

JP: Efectivamente, hubo un trabajo de documentación muy profundo y también muy necesario. Sergio me pasaba tanta documentación como podía, yo con toda esa información me hacía una idea de lo que necesitábamos, y luego, o bien buscaba más información por mi cuenta o rellenaba los huecos con la imaginación, procurando ser lo más verosímil posible. Luego le pasaba las páginas a Sergio y él hacía la última revisión buscando anacronismos, incongruencias históricas, etc. También contamos con el apoyo del director de archivo del Gran Teatre del Liceu, Joaquim Iborra, que nos echó una mano en las correcciones del tercer capítulo, especialmente el aspecto del interior del teatro.


¿Tuviste algún tipo de dificultad para reproducir lugares que ahora son diferentes a como eran en 1893? Y si és así, ¿como lo solucionaste?

JP: Me llevé algún que otro susto, y más de una vez, teniendo ya muchas páginas acabadas tuve que volver sobre ellas, porque Sergio encontraba errores. Por ejemplo, en la Plaza de Sant Jaume, donde se encuentra el ayuntamiento de Barcelona y el Palau de la Generalitat, encontramos el Carrer del Bisbe, en el que hay una especie de puente que la cruza y conecta la Casa dels Canonges con el Palau. Pues bien, yo lo dibujé tal cual, ya que tiene un aspecto totalmente gótico y a simple vista parece una construcción antigua y contemporánea al resto de edificios, pero después Sergio se dio cuenta de que ese puente fue construido en 1928, así que me tocó borrar y modificar.

Plaza Sant Jaume sin el puente de la calle del Bisbe, construido en 1928

Plaza Sant Jaume hoy en día, con el puente que une el Palau con la Casa dels Canonges

Otra parte que me dio muchos dolores de cabeza fue, como comentaba antes, el interior del Liceu, pues en casi la mitad del capítulo dibujé en los pisos superiores unas barandillas con personajes apoyados en ellas... pero en la época en que transcurre en el cómic no estaban ahí (cosa que me pareció bastante peligrosa, pues la altura es considerable), de manera que tuve que eliminar la barandilla en todas las viñetas, y modificar a los personajes.