lunes, 27 de agosto de 2012

Paul Naschy y el recó de la calma (Sitges)



Una parte importante de mis vacaciones estivales la he pasado en la residencia familiar de Sitges y, aunque la casa está un poco alejada del centro del pueblo, a veces me he atrevido a salir del recinto playa-piscina para dar un paseo. En una de estas ocasiones me acerqué con mis hijos hasta el emblemático recó de la calma. Por aquí, en 1971, paseaba Paul Naschy (o Waldemar Daninsky) acechando a sus víctimas en el rodaje del spot publicitario de la IV Semana Internacional deCine Fantástico y de Terror de Sitges .









Este spot se puede ver en el documental de RTVE para el programa Cómo hemos cambiado en su capítulo dedicado a la repercusión del cine en la sociedad española de los últimos años (en el minuto 5:30).

Ese año en el festival se presentaba la nueva película de Naschy Jack, el destripador de Londres que, según la crónica de Luís Vigil (publicada en el número 28 de Nueva Dimensión) fue la mejor obra española del certámen, aunque los efectos especiales fueran un poco de estar por casa y las actrices no supieran hacer muy bien el papel que les tocaba.


Portada de Nueva dimensión que incluía la crónica del festival
El aspecto actual de este espacio (formado por el conjunto del Cau Ferrat, el Palau Maricel de Mar i Maricel de Terra) desgraciadamente no tiene nada que ver con el que tenía cuando Paul Naschy rodó el anuncio 40 años atrás. Ni tampoco se parece a su aspecto inicial, cuando en 1892 Santiago Rusiñol compró una casa de pescadores en la que posteriormente fijaría su residencia-estudio y a la que llamaría Cau Ferrat.

El propietario del Palau Maricel de Mar, Charles Deering, en família en el Recó de la Calma (1914)

Así está desde hace 2 años







Este lugar emblemático de Sitges (en el que me casé hace una década) lleva más de dos años con la apariencia que les acabo de mostrar, además de mantener los dos museos cerrados durante todo este tiempo (Cau Ferrat i Maricel de Mar) por unas obras de  reforma que no veo avanzar. Según el Consorci del Patrimoni de Sitges no están paradas. Pero al menos, ahora han tenido la decencia de montar una exposición (en el Edificio Miramar) titulada “L’art modern, obres mestres del Cau Ferrat” con 151 piezas del museo que recomiendo ver. Evidentemente, hay muchos cuadros de Rusiñol, otros tantos de sus amigos Ramón Casas y Miquel Utrillo, Isidre Nonell y hasta los dos grecos adquiridos por Rusiñol en París y que a su llegada a Sitges (en 1894) fueron recibidos con ovación y un gran festín popular.

De todo esto, lo único que espero es que acabe bien, que pronto podamos disfrutar del Recó de la Calma y sus museos y que no ocurra en Sitges lo que le está pasando a La Rotonda en Barcelona.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Que ocurre cuando le plantas cara a Napoleón






En pleno barrio gótico, frente a la puerta de entrada al claustro de la catedral, está la Plaça Garriga i Bachs. Es una plaza muy pequeña con un monumento escultórico en medio y cuatro bancos a ambos lados, decorados en la parte del respaldo con mosaicos que explican que les ocurrió a los protagonistas del monumento.


Al ser un lugar muy turístico siempre está lleno de gente descansando en esos bancos sin prestar ninguna atención a lo que explican los cuatro mosaicos dispuestos a ambos lados del grupo escultórico. Siempre veo turistas allí sentados (o tumbados), con los pies molidos de tanto caminar, hidratándose el cuerpo con litros de agua, mapa en mano en busca de lugares interesantes para visitar. Pero lo que ellos no saben es que sus nalgas reposan sobre uno de esos lugares que les gustaría conocer. 

El  primero de los cuatro bancos, que me costó Dios y ayuda retratar sin gente sentada
 
Ese grupo escultórico y los cuatro mosaicos que lo acompañan explican que ocurrió en Barcelona cuando Napoleón entró en la ciudad, casi sin que nadie se le resistiera, en 1809. Digo casi porque hubo un pequeño grupo que tenía un plan para salvar la ciudad de los franceses y plantó cara al enemigo, aunque al final la cosa acabó mal, muy mal.


Este grupo de insurrectos quería parar la invasión napoleónica sobornando los guardias de la Ciudadela y de Montjuïc para que abrieran las puertas de la ciudad a un ejército español que estaría, escondido, esperando la llegada de Napoleón y los suyos. En principio era un buen plan pero los guardias de las fortalezas militares se chivaron y todo se truncó. Además, la cosa aún empeoró para un par de barceloneses despistados que no se habían enterado que el ejército español se había quedado a las puertas de la ciudad. Los dos chicos (Joan Massana y Salvador Aulet), creyendo que el ejército español había salvado la ciudad, subieron al campanario de la catedral para avisar con el toque de campanas pero no consiguieron hacerlas sonar porque los franceses las habían silenciado. Luego, los hombres de Napoleón acudieron a la catedral para apresar a los chavales y, aunque tardaron varios días en dar con ellos, al final los encontraron escondidos en el interior de los tubos del órgano. Acto seguido, se los llevaron presos para ser ejecutados (en la Ciutadella), el 3 de junio de 1809, junto a dos curas (Joan Gallifa y Joaquim Pou) y un militar, el subteniente José Navarro. 

Monumento a los mártires de la Independéncia
Este grupo escultórico con el ángel que lo corona fue realizado por los escultores Josep Llimona y Vicenç Navarro e inaugurado en 1941. Llimona esculpió el grupo de bronce (representando los momentos previos a la ejecución) mientras que Navarro realizó los dos ángeles de alabastro, en relieve. Por lo visto, antes, a finales del siglo XIX se realizó un primer monumento a los mártires de la guerra que representaba a uno de los curas en el momento de su ejecución al garrote vil (en bronce), pero la imagen era tan repulsiva que al final se decidió no hacerla pública y posponer el homenaje a esos héroes para otro momento.

Sobre los cuatro bancos con respaldo de cerámica, realizados en 1929 (en los que suelen sentarse los turistas), les diré que representan varias escenas de la entrada de Napoleón en Barcelona (reproduciendo unos grabados de Bonaventura Planella, de 1815). 

El segundo de los bancos, con escenas de la llegada de Napoleón


En el tercer banco se relata el momento de la ejecución de los 5 insurrectos
 
Cuafrto y último banco que relata el fin de esta historia
Para acabar, les contaré que en la placa conmemorativa (de la parte inferior del grupo escultórico) hay tres nombres más, a parte de los cinco ejecutados el 3 de junio de 1809 que aparecen representados en la escultura de Llimona. Esos tres sobrantes (Ramón Mas, Julià Portet y Pere Lastortras) fueron ejecutados más tarde, por haber tocado la campana de la catedral durante la ejecución de los otros cinco, en señal de llamada de movilización contra la invasión francesa.


domingo, 5 de agosto de 2012

El mediático Serrallonga



Grabado romántico representando a Serrallonga

Hace tiempo dediqué una entrada al bandolero catalán Perot lo Lladre  y en ella decía que era contemporáneo de Serrallonga, otro personaje ilustre del bandolerismo catalán del siglo XVII. Ambos tienen cosas en común y otras que los separan. Los une el ser nyerros (defensores de los derechos señoriales) siempre enfrentados a los cadells (que defendían los derechos de las ciudades) y la literatura popular. Uno aparece en el Quijote mientras que el otro protagoniza una obra de Víctor Balaguer.

Grabado representando a Perot lo lladre
Perot y Serrallonga eran los cabecillas de dos cuadrillas de bandoleros distintas. Perot iba acompañado de Joan Gili “Janot”, Jaume Alboquers “l’escolanet de Polinyà” y Gabriel Galí “Barceló,mientras que Serrallonga solía llevar consigo a Segimón Sala, Pere Sala, Tallaferro, Tallafusta , Petit Comí, Xafarroques, el Fadrí de Sau, l’Hereu Puig de la Vall, el Negre, el Guerxo, el Vermell y el Toca-sons. Este último tiene fiesta mayor propia en Taradell, que se celebra los días 24 y 25 de agosto.

Hasta aquí llegan sus coincidencias. Todo lo que viene después son diferencias entre uno y otro aunque murieron casi a la par. Uno en 1635 (Perot) y el otro un año antes pero lo hicieron en circunstancias muy distintas. Mientras Perot acababa sus días de la forma más banal estando en Italia al servicio del rey, Serrallonga lo hizo tras ser detenido, juzgado y condenado a morir de una forma muy cruel.

El bandolero Serrallonga nació en Viladrau y su verdadero nombre era Joan Sala i Ferrer (el apellido Serrallonga lo tomó años más tarde de la que sería su esposa, Margarida Serrallonga). Dado que su padre también era nyerro (Joan Sala) lo tuvo muy fácil para seguir el oficio paterno. Pero antes de iniciarse en eso del bandolerismo conoció a Margarida Serrallonga y se casó con ella. La pareja tuvo cinco hijos (3 niños y 2 niñas) y, mientras Margarida se quedaba en casa cuidando de la prole, Joan se marchaba por ahí a saquear y robar todo lo que podía. De vez en cuando volvía al mas familiar, dejaba embarazada a Margarida y se volvía al campo a hacer de las suyas. 



En una de esas huidas, en 1627, se marchó al Rosselló para escapar de los soldados de Felipe IV y se dice que, durante ese tiempo, asaltaba los carruajes reales que recogían los impuestos y luego repartía el botín entre los más necesitados. Por eso el personaje caía bien a las clases populares y pasó a la historia como una especie de Robin Hood catalán.

Años más tarde conoció a Joana Massissa, la que fue su última compañera. Juntos vagaron por las montañas hasta que los pillaron, el 31 de octubre de 1633, a la altura de Santa Coloma de Farners. Según parece, ella era una chica muy mona de la que Joan se enamoró (o algo así). Lo que no queda muy claro es si la raptó y se la llevó a la fuerza o bien la chica aceptó encantada y se fue con él a la aventura. Lo cierto es que las autoridades los detuvieron en el Mas Agustí y se los llevaron a Barcelona para juzgarlos.

Una vez en la ciudad los llevaron al Palacio del Veguer y los encerraron en la Sala de los Tormentos (en la actual Plaza de Sant Jaume). Allí hacían con los prisioneros lo que su nombre indica y querían practicar con el bandolero Joan. Pero se quedaron con las ganas porque con la sola amenaza de empezar la tortura Serrallonga confesó. Habló tanto que acabó delatando a 80 de sus compañeros.

A la chica, que estaba embrazada, la dejaron a parte y le prometieron que la liberarían si confesaba contra Joan. Ella aceptó y en el juicio declaró que estaba con él por fuerza y que había intentado huir en más de una ocasión.

Mientras tanto, Margarida Serrallonga también era detenida y encarcelada. Con ella prisionera y sus tres masos expropiados, sus cinco hijos se quedaron sin padre y madre que los cuidaran y acabaron repartidos entre los habitantes de los masos vecinos.

Joan Serrallonga acabó sentenciado a muerte, siendo previamente azotado en público, degollado y descuartizado. Su cabeza fue expuesta en un jaula de hierro en una de las puertas de la ciudad, cumpliendo con la tradición de mostrar los cadáveres de los sentenciados en señal de advertencia a todo aquél que intentara seguir sus pasos.

El bandolero Joan de Serrallonga siempre ha sido un personaje mediático, cuya historia se ha transformado en leyenda desde que Víctor Balaguer escribió “Don Joan de Serrallonga o los bandoleros de las Guillerías”(1858).


El texto de Víctor Balaguer se hizo tan famoso que, ya en el siglo XX, fue adaptado en formato de zarzuela por Francesc Pujols y estrenado en el teatro Tívoli el 7 de octubre de 1922.

Anuncio publicado en La Vanguardia del 28/09/1922

Cartel publicitario anunciando la obra

Por otra parte, también es protagonista de bailes populares, uno de los cuales data de principios del siglo XIX (de autor anónimo) conocido como “Lo ball d’en Serrallonga” que se canta y baila en las fiestas mayores de diversos pueblos de Cataluña y cuya letra llegó a ser publicada por Milà i Fontanals.

Si nos metemos en el campo audiovisual, en 1949 se estrenó en el cine la película “Don Juan de Serrallonga”, dirigida por el barcelonés Ricardo Gascón. Y ya más recientemente, de hace tan solo 4 años (2008), tenemos la miniserie “Serrallonga, la llegenda del bandoler” dirigida por Esteve Rovira y coproducida por TVC, TVE y Oberón Cinematográfica. Versión que fue adaptada al cómic por Niki Navarro (guión) y Quim Bou (dibujo) y editada por Glénat.

Cartel publicitario de la película estrenada en 1949

Publicidad de la serie emitida por de TV3

Portada del cómic, adaptación de la seriede TV3

Para acabar, les diré que a diferencia de Perot lo Lladre, que tiene gegant en Barcelona y una calle a su nombre, Serrallonga tiene figura de cera en el museo de las Ramblas donde lo pueden ir a visitar siempre que les apetezca.

El gegant Perot lo Lladre

miércoles, 1 de agosto de 2012

Adiós a "La casa de las mantas"

 
A principios de los años 40 del pasado siglo XX el señor Mira abría las puertas de “la casa de las mantas. Un pequeño negocio familiar en el que con la compra de una manta te llevabas otra gratis y que creció  hasta acabar siendo un espacio emblemático de la ciudad. 


Anuncio publicado en La Vanguardia en el año 1943
 
Su ubicación “al ladito de la Caixa” en una calle (Jonqueres, 5) poco amigable para un establecimiento comercial, no supuso obstáculo alguno para un espectacular crecimiento que le llevó a ocupar 4.000 metros cuadrados de un edificio de cinco plantas que con el tiempo se amplió con el inmueble de en frente (donde se instaló el almacén). Esto ocurría en los años 70 y el responsable de tanto éxito era el hijo del fundador de la tienda. En esos buenos tiempos allí trabajaban 150 personas. Últimamente, en cambio, sólo quedaban 25 que hoy mismo han pasado a engrosar las listas de parados en las oficinas del SOC (Servei d’Ocupació de Catalunya).

Foto de ayer, 31 de julio, con la tienda ya cerrada
 
Hace unos días pasé por delante, vi los carteles de liquidación por cierre y pensé que era una pena que la casa de las mantas también sucumbiera a la famosa crisis. En fin, otro establecimiento histórico que vamos a perder y que pronto, cuando pasemos por ahí, habremos olvidado lo que en su día fue. Posiblemente, un nuevo Apple Store, un Zara, un fast food o algo por el estilo ocupará su lugar y legiones de barceloneses acudirán en masa a comprarse lo último en informática, un nuevo modelito de rebajas o se comerán una hamburguesa rica en colesterol. 

El pasado viernes, 27 de julio, leí en “El País” un articulo estupendo de Ignacio Vidal Folch sobre el fin de “La casa de las mantas” que me hizo pensar en la razón que tiene cuando dice que, en otros tiempos, “una visita a la casa de las mantas era la señal de un cambio vital, de que estabas empezando algo importante que solo quedaba firmado y rubricado con una buena compra de sábanas, mantas...” y sigue preguntándose “¿Cómo ibas a empezar una nueva vida sin una buena manta? Allí te vendían dos por el precio de una.” En mi caso, les diré que eso es cierto y que en la mansión ausente conservamos un par de mantas históricas, adquiridas por mis suegros cuando se casaron allá en los años 60 y que aún utilizamos.

Anuncio publicado en La Vanguardia en 1965
Yo misma acudí a “la casa de las mantas” hace un tiempo cuando nació mi primer hijo y se acercaba el invierno. Necesitaba una buena funda nórdica, bonita y barata porque la economía familiar no estaba para tirar cohetes. En la tienda me atendió una experta en el tema que me hizo mil preguntas sobre la cama receptora de la funda para poderme ofrecer la más adecuada a mis necesidades. Luego, con los datos que le proporcioné, me indicó que la siguiera por un laberinto de pasillos por los que me habría perdido de haber tenido que ir sola y, una vez llegamos al lugar de los nórdicos, me enseñó justo lo que necesitaba. Como dice Ignacio Vidal Folch, ese día descubrí que las dependientas de ese lugar “sabían mejor que uno lo que necesitaba y le preguntaban cosas inverosímiles...”. Pero gracias a ese tercer grado aplicado sobre mi persona me marché a casa justo con lo que quería. Una buena funda, calentita para el invierno, bonita y a buen precio.

Con las puertas ya cerradas, los propietarios colgaron este cartel de agradecimiento