Tal como prometí la semana pasada, continúo con la
transcripción de esta pequeña joya de la Barcelona decimonónica vista por los
ojos de Manuel Angelón. El capítulo de hoy, dedicado a las calles de la ciudad
no tiene desperdicio. El libro fue escrito poco antes de la apertura de la
calle Princesa y aquí su autor dudaba que algún día pudiesen acabar las obras de construcción.
“LAS CALLES DE
BARCELONA
No hay Guía de nuestra
condal ciudad, sea dicho plagiando a nuestros poetas compatriotas, que no saben
nombrar a Barcelona sin lo del condal
pegadito; no hay Guía, decimos,
antigua o moderna, que no haga especial mención de la capital de principado por
sus calles tiradas a cordel y magníficos empedrados. Reniego de quien tal diga.
Hay gentes a quienes la pasión les quita los ojos; bien dice el refrán, que el
escarabajo a sus hijos les llama perlas.
Por lo que hace a
nuestras calles tiradas a cordel, bien puede ser que lleguen hasta tres. A
juzgar, por las restantes, quien quiera dibujar a poca costa el plano de
Barcelona, siga el sistema que le vamos a decir, que si no es geométrico es
cómodo, y da un resultado casi matemático. Tome una madeja de hilo my
enmarañada, enmaráñela más, mucho más, y el resultado dará por copia el plano
de Barcelona, o lo que es lo mismo, un laberinto de líneas, formando ángulos,
triángulos, círculos y semicírculos, pero nunca paralelas. Adjunto damos un croquis que expresa la idea con mucha
aproximación.
Y no se crea que
hablamos de Barcelona antigua. Véanse sino las calles últimamente abiertas:
unas están torcidas como la culebra de Esculapio , otras hinchadas como vientre
de Hidrópico; en la de Escudillers se ha abierto una a la de Gignàs, que con la
cabeza busca los pies, así como los perros que se muerden la cola; la de Jaime
I… ¡Buena está la rectitud de don Jaime…! Casa hay que no parece sino recluta
formado en parada de veteranos, según que se sale de la línea. A bien que ahora
tendremos la calle de la Princesa, que dentro de muchos años, quizá nuestros
nietos lo vean, quedará terminada, y traerá, al decir de la pasada Corporación
Municipal, luz y ventilación por aquellos barrios; lo cual, si es así, no será
poco.
La calle Princesa actualmente |
Nosotros no lo
dudamos. Luz traerá, y aun luces…cuando las enciendan de noche. La ventilación
no será poca, pues en invierno han de soplar por tal calle unos vientos, que
mejor fábrica de catarros y pulmonías no la concibieran los médicos. En cambio
nos chuparemos los dedos de gusto el día en que desde la Plaza de la
Constitución divisemos los árboles del Paseo de San Juan y los cañones de la
Ciudadela, aunque esto del divisemos será
según y conforme la línea, que también la calle de la Unión debió abrirse frente
a la de Fernando, y por poco, a no estar de por medio la de Conde del Asalto,
se nos escapa frente la de Escudillers.
En cuanto a fachadas y
frontispicios vamos bastante bien, especialmente desde que se ha hecho moda
revocar los de las iglesias de un modo tan nuevo como ingenioso. V.G. La de la
Trinidad era de piedra grosera, lo cual si no es vistoso para los aficionados a
las churriguerías, es respetable para los artistas y para los cristianos. Cata,
sin embargo, ahí,, que como hemos llegado a un tiempo feliz y de muy exquisito
gusto, en que lo nuevo es bueno porque es nuevo, y lo antiguo malo porque es
antiguo, se embadurna la fachada de piedra y se la da una mano de color chillón,
imtando… ¿imitando qué?, imitando piedra, es decir, imitando lo que hay debajo
y se ha borrado, con sola la novedad, que ahora es fingido lo que antes era
real, cosa que le cuadra perfectamente a este siglo de las apariencias.
En los frontis de las
casas no ha quedado mejor parada la naturaleza. Desde que les entró a los
propietarios la manía del estuco, han descubierto los pintores tan nuevos
mármoles y jaspes, que nunca pico ni azadón los arrancaron más raros a las
entrañas de la tierra. Por supuesto que desde el azul celeste al naranja, no
hay color mal escogido que no esté peor combinado. Para imitar el mármol está
decidido que todos los colores son buenos menos el blanco.
Por lo que a la
nivelación hace, ya puede Barcelona apostárselas con Madrid y la ciudad de las
Siete Colinas. La calle de Fernando es un modelo. Si se tirara una línea
horizontal desde la mitad de la rampa hasta el paseo de la Rambla, tendríamos
como demuestra el adjunto dibujo, que la mitad de las tiendas quedarían
convertidas en sótanos y la otra mitad se elevaría a la altura de los primeros
pisos.
Calle Ferran |
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