miércoles, 13 de marzo de 2013

Un taxista peculiar


Estatua a Galcerán Marquet, en la Pl. Medinacelli
Hace unos días estaba con mis hijos en la calle esperando que pasara un taxi libre que nos llevara a casa tras una jornada agotadora. No tardamos mucho en encontrarlo y, al entrar en su interior, nos llevamos la gran sorpresa:

-         Buenas tardes ¿dónde les llevo?
-         A la plaza Medinacelli – respondí sin imaginar lo que el hombre estaba a punto de decir.
-         A la plaza Medinacelli... ¡Pues seguro que no saben que antiguamente allí había un convento que se quemó!

Al oír esas palabras mis ojos chispearon, le respondí que sí y que resulta que tengo un blog donde cuento cosas de esas. De hecho, de lo del convento de los Franciscanos ya he hablado un par de veces, que yo recuerde. La primera, cuando conté lo que ocurrió esa tarde del 25 de julio de 1835 en que una masa enfurecida de barceloneses salió de la plaza de Toros del Torín para barrer con todo lo que encontrasen a su paso. Y lo que encontraron fueron conventos: los Agustinos (C/ Hospital), los Franciscanos (de la Plaza Medinacelli), los Dominicos (en el actual mercado de Santa Caterina) y el de Sant Josep (actual Boquería).

La otra vez que hablé de ese lugar fue el día que salí de ruta con los Cazadores de Hermes y los llevé por unas cuantas calles y pasajes cerrados con rejas. Uno de ellos era el Passatge del Dormitori de Sant Francesc, donde se dice que se alojó Francisco de Asís en 1214, yendo de camino a Santiago de Compostela.

Passatge del Dormitori de Sant Francesc
Tras esa primera sorpresa, el hombre, sabiendo ya de mi afición por descubrir rarezas y curiosidades de la ciudad se soltó a contar unas cuantas más. Una, que la primera calle adoquinada de Barcelona fue la calle Princesa y que para ello hicieron venir obreros belgas que, según parece, eran buenísimos en trabajos de este tipo. Dicen que se creó esta nueva vía para que el ejército de la Ciutadella pudiera acceder de forma más directa al centro de la ciudad.

Sobre su apertura, Víctor Balaguer en “las Calles de Barcelona” (1865) dice: “Con grande ceremonia y con grande solemnidad fue inaugurada la apertura de esta calle en noviembre de 1853”. Y continúa hablando del nombre de la calle que fue “en recuerdo de la infanta doña Isabel, que era entonces princesa de Asturias, pues aún no había nacido el actual príncipe Alfonso”.

Calle Princesa actualmente


Anuncio publicado en La Vaguardia el 5 de junio de 1881

A estas alturas del recorrido nos encontrábamos en la entrada del parque de la Ciutadella que da al Passeig de Sant Joan y allí nos recordó que, inicialmente, este lugar de ocio familiar no era otra cosa que una fortaleza militar mandada construir por Felipe V para tener controlada la ciudad tras la Guerra de Sucesión. Para ello se destruyó parte del antiguo barrio de la Ribera, que fue llevado a otro lugar, la actual Barceloneta. Las viejas ruinas de lo que un día fue la Ribera emergieron del subsuelo cuando, en el año 2001, se empezaron las obras de remodelación del viejo Mercat del Born. Ruinas que pronto podremos ver cuándo, el 11 de septiembre, se inaugure “El Born Centre Cultural”.

También nos recordó que aquí se celebró la Exposición Universal de 1888 tras entregar, el General Prim, la fortaleza a la ciudad en 1869, cosa que ya expliqué en este post. Pero yo no caí en comentarle que aquí también se realizó la primera carrera automovilística de España, el día de la Mercè de 1899.

 
Ya casi al final del trayecto, al pasar junto a la Casa Xifré (en cuyos bajos se encuentra el Restaurant “les 7 Portes”, nos contó que ese fue el primer edificio de la ciudad en recibir agua corriente. Eso fue en 1838, un par de años después de la apertura del restaurante, inicialmente como café.


Pero de la casa Xifré hay mucho por decir y todo interesante. Xavier Moret, en un artículo publicado en El País en el año 2004, contaba que esa casa se construyó entre 1836 y 1839, siendo el primer bloque de pisos modernos de Barcelona. Puestos a ser pionero en cosas, también fue el primer edificio fotografiado en España (por Ramón Alabern). Ocurrió el 10 de noviembre de 1839 pero, desgraciadamente, el daguerrotipo original se perdió.

El propietario del inmueble, como dije en el post de la II Ruta de Hermes, era Josep Xifré i Cases. Un hombre de negocios que se hizo rico en Cuba gracias al comercio de pieles y a sus plantaciones de caña, azúcar, tabaco y café. Al volver a Barcelona tras su estancia en Nueva York (donde se casó con Judith Downing) se instaló en este edificio, plagado de imágenes de Hermes y de símbolos masónicos.

Uno de los muchos caduceos de Hermes de las portaladas de la Casa Xifré

Una vez pasada la casa Xifré llegamos al fin del trayecto. Nos despedimos de  nuestro guía particular y, al salir del coche mi hijo exclamó  - ¡Mamá, de esto harás post! ¿verdad?-. Pues eso, que hay post.


6 comentarios:

  1. Esto si que es un taxi con servicio extra, ¡me encanta!
    Pues yo pensaba que la primera calle adoquinada fue Petritxol. Buenísimo que tuvieran que venir obreros belgas.
    El trayecto no es el mismo con todas las curiosidades que va contando.
    Un petó!

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    1. Nunca me había pasado nada igual y por eso tenía que contarlo en el blog, jaja

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  2. Viajar con un taxista "ilustrado" hace el viage mas ameno y con ganas de repetir....Que suerte la vuestra
    Un petó !!

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    1. Sí porque lo habitual es que te hable de futbol o política. En cambio ese... Fue toda una sorpresa!

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  3. Ese taxista merece un distintivo especial seguro que si dan a elegir entre un trayecto de lo más aburrido escuchando la música del "radiocassete moderno" más de uno escoge hacer la ruta con el taxista ilustrado.
    Un abrazo

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    1. Cojo muy pocas veces un taxi y ese día tuve la suerte de pillar el bueno!

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