lunes, 12 de diciembre de 2011

Un crimen pasional en la Barcelona del S. XIX



Lo que ahora me dispongo a contar sucedió en Barcelona en el año 1855. Es un relato de amor no correspondido que acabó, como tantos otros, con el asesinato de la mujer.  Pero en este caso el final de la historia va mucho más allá.
Todo empezó cuando el Coronel de Infanteria Blas de Durana (al mando del 5º Batallón de Cazadores de Tarifa) se enamoró perdidamente de Dolores Parrella de Plandolit. Un amor no correspondido  porque ella estaba felizmente casada con el Barón de Senelles y no queria saber nada del militar que la cortejaba.  Así que él, por celos, la mató.
El 19 de junio a las ocho de la tarde, la baronesa se disponía a acudir al Liceu con sus hermanos y cuñadas  pero al salir del palacete de la calle Unió, 21 (residencia de su hermano), apareció Blas de Durana y le asestó 12 puñaladas en el pecho. El agresor no huyó. Se quedó quieto e inmóvil contemplando la agonía de su amada hasta que fue detenido a los pocos minutos con el arma homicida en las manos,  el cuerpo cubierto de sangre y numerosos testimonios observando.
Tras su detención fue recluido en el Castillo de Montjuïc a la espera del juicio, que se celebró rápidamente. El abogado encargado de su defensa fue D. Paciano Massadas (el más famoso de Barcelona y también diputado a Cortes) pero no pudo hacer nada para evitar la sentencia a muerte en el Garrote Vil, que era lo que más temía Blas de Durana.  Tanto lo temía que la noche anterior a la ejecución se suicidó con cianuro.
A la mañana siguiente, cuando el capellán acudió a despertarlo para acompañarlo hasta el patíbulo, encontró a Durana muerto en su celda con una nota junto al cuerpo donde explicaba el sucidio para evitar el Garrote Vil. Cosa que no pudo conseguir ya que las autoridades decidieron continuar con la ejecución aunque el condenado ya estuviese muerto. Y así se hizo. Se trasladó el cadáver a la Ciudadela (lugar de la ejecución)  y el verdugo ejecutó la sentencia ante un numeroso público que se abarrotaba para presenciar tal macabro espectáculo. Hasta medio dia el cadáver estuvo expuesto al público.
Finalmente, fue enterrado en el nich 3083 del Cementiri Vell, justo al lado del de la Baronesa de Senelles. Un plan que había sido previamente urdido por Blas de Durana al saber el destino que le deparaba. Así podrían reposar eternamente juntos...
Aquí les dejo con una foto hecha esta misma tarde del edificio de la calle Unió, 21, lugar del crimen.

2 comentarios:

  1. Me encanta la crónica negra! no conocia este episodio de la Barcelona "Negra i Criminal" muchas gracias!

    ResponderEliminar
  2. Gracias Xavier. De la Barcelona Negra hay muchas cosas por contar pero esta es una de mis preferidas.

    ResponderEliminar