No soy una persona que suela prodigarse por los bares. Más bien soy rata de biblioteca, de museos y de patear la ciudad. Pocas veces entro en un bar pero hace escasos días que el bueno de @MrGiallo me alertó que el histórico "Café Marsella" estaba a punto de cerrar. El mítico local de la calle Sant Pau esquina con Sant Ramon. Y yo, por unas cuantas razones que considero de peso, decidí pasarme por allí.
El Marsella es uno de los pocos locales del "Barrio chino" que quedan en pie y el más antiguo de la ciudad según dicen (inaugurado en 1820). Pero eso de quedar en pie parece que será por poco tiempo a no ser que suceda un milagro. La venta del edificio por parte del propietario está a punto de llevarse por delante casi 200 años de historia pero eso le trae sin cuidado. Por lo que esta tarde me ha contado José Lamiel (el arrendatario del bar y descendiente de los fundadores del café) la cosa está muy fea. Jamás había tenido ningún problema con el propietario pero cuando se puso a la venta apareció un interesado en comprar justamente el local donde se ubica el Marsella y ahora José, con la normativa en la mano, por ser arrendatario ya no tiene ningún trato preferente para quedarse el local. Me ha dicho que su ilusión habría sido esa... Comprar el bar y en el futuro cederlo a la ciudad. Pero eso ahora no es más que una ilusión y lo más seguro es que acabe transformado en otro fast food o algo similar. Por eso a mi me entristece tanto.
Desde sus inicios el Marsella fue frecuentado por sindicalistas y anarquistas que quedaban allí para realizar sus reuniones clandestinas. Mientras, en la mesa de al lado, artistas e intelectuales buscaban la inspiración frente a una copa de absenta similar a la que me he bebido yo hoy. La absenta... Casualemente así es como me conoce la gente en la red (aunque el nombre no se deba al licor sino a otra razón que algunos lectores del blog ya conocen).
El local, viejo y desvencijado, evidencia el paso del tiempo y eso es lo que me enamora. El techo desconchado, las viejas lámparas que cuelgan repletas de polvo, las estanterias llenas de botellas del año de la María Castaña y el cartel que prohíbe cantar.
Todo ello se irá al traste si nadie hace nada para impedirlo. José Lamiel tiene el asunto en manos de un abogado y en el bar se recogen firmas para parar el deshaucio. También se puede firmar electronicamente en la página de Change.org. Yo ya lo he hecho y también otras 4.171 personas. Ojalá firmen muchas más y el esfuerzo valga la pena. De momento, el 31 de marzo debía haber echado el cierre y aún sigue abierto...
Todo mi apoyo para José Lamiel y los clientes de este emblemático bar. Gracias por informarnos en tu artículo.
ResponderEliminarPili Biarge
Aunque la cosa está muy dificil dicen que la esperanza es lo último que se pierde y me encantaría que se pudiera conseguir algo a favor del Marsella.
EliminarHola Roser.
ResponderEliminarYo tampoco soy mucho de "bares" pero si tuviera que entrar en uno prefiero uno viejo y desvencijado con decenas de años a sus espaldas y miles de historias contadas y escritas sobre sus viejas mesas de marmol a estos locales "modernos" que están transformando por completo establecimientos históricos de nuestra ciudad. Todo es consecuencia de esta ciudad de "diseño" sintética chupiguay que nos quieren vender convirtiendonos en forasteros de nuestro propio pasado.
Una ciudad que no protege su patrimonio pierde su identidad.
Un beso
Desgraciadamente Andrés nos enteramos de casos como el del Marsella a diario y es una lástima echar a perder la historia de nuestra ciudad como está oucrriendo en estos últimos tiempos.
EliminarCuando hay dinero ya no se mira nada más, una pena. Yo si soy de ir a bares, desde la universidad que encuentro que son sitios perfectos para compartir con amigos una buena charla.
ResponderEliminarHe ido una vez al Marsella y nunca me he tomado una absenta pero me da mucha pena que se pierda otro rincón que es parte de la historia de la ciudad. Ya veo un starbucks en su sitio o cualquiera de estas franquicias sin personalidad ninguna.
Todo mi apoyo a José Lamiel que la de historias que podría contar de nuestra ciudad.
Es una pensar que un bar histórico como este acabe siendo solo el recuerdo de unos pocos nostálgicos como nosotros.
EliminarMe temo que no sabemos proteger nuestro patrimonio cultural y así nos va . En este caso si que se que la Gene a intentado mediar pero creo que la cosa pinta mal. Poco se puede hacer si una propiedad privada se vendé . Una lástima .
ResponderEliminarUn beso .
Cierto Ángeles, así nos va. Pero también hay mucha culpa de la administración a la hora de proteger su patrimonio histótico, ya que el grado de protección del Bar Marsella es muy bajo (categoría C - Bien de Interés Urbanístico). En cambio, si la protección hubiera sido más alta esto no estaría ocurriendo.
EliminarHem de fer el que calgui perquè no tanqui o al Raval ens quedarem sense referents.
ResponderEliminarÉs que en poc temps va desapareixent tot i al final només ens quedaran les fotos i els llibres per recordar-ho.
Eliminar:(
ResponderEliminarAlguien me contó que no quieren cambiar nada, sólo subir el alquiler, sea con Lamiel u otro inquilino. Deben sacar un pastón del negocio sin gastar exactamente millones en la decoración interior, y seguro que la cosa irá mejorando ahora que no queda tanto vicio en la calle. ¿10€ que no cerrará?
ResponderEliminarOjalá eso sea cierto y al final el bar se conserve en el mismo lugar, tal cual como está. Ya que ese es su encanto.
EliminarUna pena no haberlo conocido. Debía ser de esos lugares a donde vas sin importarte lo que consumes, sino para ver todo lo que contiene.
ResponderEliminarPara eso estamos nosotras, para que no se olviden.
Un beso, Roser.
Charo G.
Si, al menos nosotras asumimos el papel de recordar a la gente lo que había antes de... Pero ojalá en esta ocasión no lo tengamos que hacer. Eso significaría que el bar se mantiene en su sitio.
EliminarMuchas gracias por tenernos tan bien informados.
ResponderEliminarPili Biarge
Pues el otro día fui para verlo antes de que cierre, y estaba cerrado. Quizá no era el horario que abre ... ¿se sabe algo?
ResponderEliminarFuimos con mi pareja a recordar los viejos tiempos. Cuando llegamos el local no estaba lleno y nos sentamos en un mesita elevada entre la barra y la puerta principal. Pedimos un par de copas y al cabo de un ratito salimos a fumar un cigarillo fuera y nos pusimos a hablar con el portero sobre la compra del edificio por parte del ayuntamiento para evitar que cierren el legendario bar. No pasaron ni 5 minutos que pude entrever como nos quitaban la mesa y las copas. Entre corriendo reclamando nuestro sitio y nuestras copas, cuando uno de los camareros, un grandullón alemán empezó a gritarme de que no habiamos avisado que estabamos fuera. Fue muy desagradable y grosero, parecia que estuviese haciendo una demostración delante de todo el mundo insultando y haciendo demostración de poder presumiendo de que ese era el "Marsella". No hubo manera de entrar en razón, el hombre se crecía cada vez más y me sentí muy mal. Fue una experiencia humillante y horrible!
ResponderEliminarYo no he vuelto a ir desde que escribí esto y, por lo que veo, hace más de un año.Cuando nosotros estuvimos, en pleno jaleo por el posible cierre, no estaba el camarero grandullón malhumorado del que me hablas sino otros dos que nos trataron con toda corrección. Incluso el propietario del negocio nos estuvo dando mil y una explicaciones sobre la situación del bar.
EliminarAún tengo pendiente volver un día de estos y espero que, cuando lo haga, no me encuentre con el alemán grandullón.