Organillo callejero de TrevorApSimon |
Trevor ApSimon es todo un artista y eso poca
gente lo sabe. Yo misma lo desconocía hasta que él vino a mí. De eso hará unos
dos meses. Un día recibí un mail suyo en que me pedía permiso para utilizar una
foto que había en mi blog. Curiosamente era de una marioneta de Ramón Montserrat y eso ya me gustó.
Luego, al cabo de unos días volvimos a contactar y él, sabiendo de mi afición a
marionetas y autómatas, me contó que tenía un organillo callejero y me invitaba
a conocerlo. Evidentemente, accedí encantada ya que algo así no es fácil de ver
en Barcelona. Quizá en Madrid no sea tan raro pero aquí es algo excepcional. Pero
lo es ahora, ya que a principios del siglo XX, los organillos en Barcelona eran
algo normal. Paco Villar lo cuenta en su “Historia
y leyenda del barrio chino” con esta cita literal de un texto de la época
en qué describe el interior del
prostíbulo “As de Oros”, de la
calle Robador:
“Un organillo dejaba oír sus acordes chillones, para que las pupilas de
la casa incitaran con el baile a los hombres, despojos humanos como ellas”.
En cuanto a Trevor les
diré que es irlandés (de Belfast) y que en Inglaterra empezó a estudiar música,
aunque para tocar este instrumento resulta que no es necesario saber solfeo.
Pero entonces, cuando empezó con la música, aún no había descubierto su afición
por los organillos callejeros. Eso le vino después, durante su paso por Holanda
y Alemania. Allí contactó por primera vez con estos instrumentos que tocan
melodías con tan sólo girar la manivela.
Organo Mortier, del alemán Carl Frei (foto bajada de esta web) |
En Holanda trabajaba para
un belga, fabricante de organillos, y se encargaba de escribir los arreglos
para las distintas melodías. Un trabajo complejo y delicado ya que, por lo que
pude entender, la melodía se escribe a base de ir haciendo pequeños orificios
sobre un rodillo de papel (o cartón) llamado libro. Cada uno de estos orificios
indica la posición de una nota musical. Luego, el rodillo agujereado pasa sobre
unas válvulas y, gracias a esos orificios, el aire puede salir y hacer sonar
las flautas del organillo. Si no entendí mal, así es como funciona. Lo que
ocurre es que el organillo de Trevor es algo más sofisticado que eso ya que se
ha atrevido a sustituir el libro de papel por un archivo midi (digital) que
ejerce la misma función.
Aunque Trevor lleva años
escribiendo música para organillos jamás tuvo uno propio hasta ahora. Hace unos
tres años que encargó su construcción basándose en un diseño original
británico. El resultado de dicho encargo queda
reflejado en este vídeo filmado en su casa, con mis hijos como ayudantes. Marc es
el que acciona la manivela y Anna la voz en off.
Dicen que el organillo es
un invento inglés y, por su fácil manejo (ya he dicho que no es necesario ser
músico para utilizarlo), en seguida se hizo famoso en países de Europa y
Suramérica. En España, su popularidad quedó centrada en Madrid. Es aquí donde,
hurgando por la red para escribir esto, he encontrado la historia de Antonio
Apruzzese (Madrid 1906-1995), hijo del introductor del organillo en Madrid,
el italiano Luís Apruzzese. Una historia bonita y emotiva con la que he
topado gracias a dos artículos de El País, publicados con 10 años de diferencia
(1998 y 2008).
Por lo que he podido
saber, Antonio era un músico precoz. A los 9 años era alumno del pianista del
café “El Vapor”(que se encontraba en
la Plaza Tirso de Molina) y a los 11 ya
trabajaba en el taller de construcción de organillos de su padre.
Artísticamente era conocido como el As del organillo y, bajo ese nombre,
grabó varios discos. La mayoría, chotis y pasodobles. Hasta llegó a colaborar
en la banda sonora de “El Pisito” (1959) de Marco Ferreri.
Cartel publicitario de la película, elaborado por Mingote |
El taller de los
Apruzzese se hallaba en la Gran Vía de San Francisco y, cuando el padre murió,
Antonio se hizo cargo de él. Regentó el negocio junto a su esposa durante
muchos años. El matrimonio, que no tuvo hijos, conoció a un chaval que vivía
frente al taller que empezó a trabajar con ellos para hacerles los recados y,
con el tiempo, fue descubriendo los secretos del oficio de organillero.
Aprendió a tocar, afinar y la técnica para su construcción. Ese chico se
llamaba Fernando Ochoa y llegó a querer tanto a esa pareja que hasta los
consideraba sus abuelos.
Cuando Antonio murió en
1995 (a los 89 años), Fernando y su hermana se encargaron del negocio bajo la
supervisión de la viuda Apruzzese, de 88 años de edad.
En 1998 Fernando
compaginaba sus estudios de administración y dirección de empresas con su
trabajo al frente del taller Apruzzese donde, además de reparar los
instrumentos, los alquilaba para fiestas populares con organillero incluido en
caso necesario. En muchas ocasiones él mismo o su padre eran los organilleros
que amenizaban las fiestas.
Diez años más tarde, la
periodista de El País, Elena G. Sevillano, volvió a
entrevistarse con Fernando Ochoa pero esta vez por una triste noticia.
El alquiler de organillos moría en Madrid y el histórico taller debía cerrar.
El futuro de los organillos quedaba en el aire, ya que ni el Ayuntamiento de la
ciudad ni la Comunidad Autónoma querían saber nada de ellos.
De niño recuerdo a un vendedor de dulces que venia llamando la atención con uno de estos aparatos... su llegada al barrio era todo un acontecimiento.
ResponderEliminarun beso
Ohh.. Que bueno! Yo no he visto uno en directo hasta ya de mayor, en Madrid. Pero en Barcelona ninguno hasta el de Trevor.
EliminarEn Holanda siguen siendo una cosa muy popular, con museos dedicados y todo. Y hay una peli de los primeros 60 o así, sobre nazis y diamantes en Amsterdam (igual Absence sabe algo de ella) con importante papel de los organillos.
ResponderEliminarDe ahí le viene la afición a Trevor. De su paso por Holanda. le preguntaré a Dani por esa película a ver si sabe algo.
EliminarAmsterdamned, 04:14 http://www.youtube.com/watch?v=MfHEb5N_8ps
ResponderEliminarOhhhh! pobre organillo destrozado :-(
Eliminarnunca me acostaré sin saber una cosa más ;)
ResponderEliminarPetons Roser!
Puesno recuerdo haber visto en directo un organillo, en películas y demás si, un oficio que se va como otros, una pena.
ResponderEliminarBuenas, yo tuve el gran placer de conocer al señor Antonio, ya que poseo una verdadera joya perteneciente a su colección, se trata de una pieza excepcional de unas medidas peculiares de las q solo realizó unos 8, es un regalo especial q me hizo el maestro posadas de pequeña ya q era amigo de mi familia. En la actualidad se encuentra en perfecto estado de conservación aunque desafinado, acudimos al señor Antonio para q lo pusiera apunto en su día pero nos dijo que el ya era muy mayor y que no tenía oído para afinarlo, me gustaría encontrar a algún experto capaz de afinarlo, adjunto mi dirección de mail para q se pongan en contacto conmigo rosarositarosi78@gmail.com, gracias
ResponderEliminarBuenas busco la afinacion de un organillo marca Vicente LLinares de 32 notas, por favor si la conoce me la puesde dar, mi correo es linaresteruel@yahoo.es
ResponderEliminarUn saludo.
Todavía quedan Apruzzese en Madrid, soy Rosana Apruzzese, nieta del sobrino de Antonio, un gran honor poder llevar este apellido y luchar para que no se pierda su tradición
ResponderEliminarBuenas Tardes, me gustaria contactar con usted, estoy relaizando un estudio en musicologia en la complutense sobre los organillos madrileños. Necesito contactar con descendientes de la familia Apruzzese.Por favor contacte conmigo en misabega@ucm.es.
Eliminarmuchisimas gracias
Buenas tardes, soy descendiente de Antonio Apruzzese, a pesar de que no tuvo hijos sí que tenía sobrinos, en concreto mi abuelo al que quería con locura
Eliminarmi correo neva54@hotmail.com
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