Jueves 4 de junio, día de
Corpus Christi. Esto significa que, desde esta fecha hasta el domingo (7 de
junio), 14 edificios emblemáticos de la ciudad adornarán sus patios y jardines
y harán bailar un huevo vacío sobre el chorro de agua de sus fuentes. Además, jornadas
de puertas abiertas al público, alfombras de flores y una procesión completarán
los actos de celebración que este año incluye una novedad: el jardín del
Museu Marítim.
Esta es una de las pocas
tradiciones que aún se conservan de esta festividad religiosa cuyo origen
debemos buscarlo en la veneración de la eucaristía aunque, probablemente, venga
de más atrás. Concretamente, de antiguas celebraciones paganas en honor a la fertilidad
y el ciclo de la vida.
La festividad católica
como tal la debemos al Papa Urbano IV que la instauró en el año 1262 pero no se
extendió por Europa hasta 1316 gracias al Papa Juan XXII y su celebración con
la correspondiente procesión religiosa. En Barcelona, la procesión de Corpus
más antigua de la que tenemos noticia es de 1320 y sentó las bases de lo que
ahora compone cualquier Fiesta Mayor: bestiario, gigantes y bailes
tradicionales ya formaban parte de las primeras procesiones que, tras
desaparecer, fueron recuperadas por el Ayuntamiento de la ciudad en 1992. Curiosamente,
el año de los Juegos Olímpicos.
Auca grabado del S. XIX del claustro de la Catedral |
En cambio, la historia de
l’ou com balla vino después, en 1637
según indica la web del Ayuntamiento. Cosa que coincide con la versión de Joan Amades en su Costumari català
según el cual consta, en los libros de cuentas de la Catedral, un pago
del 10 de junio de 1637 destinado a los huevos a colocar en el surtidor de la
fuente del claustro.
Lo que no está claro
todavía es si l’ou com balla procede
de una herencia religiosa, pagana o simplemente de entretenimiento. De hecho,
todas las opciones son válidas. La religiosa identificaría el huevo con la
eucaristía en el momento de la elevación; la pagana se basaría en el huevo como símbolo de fertilidad
y el ciclo de la vida y, la de entretenimiento, supondría que fue un invento de
la nobleza de la ciudad para amenizar la espera de la llegada de la procesión
religiosa.
La Vanguardia 21/06/1930 |
Actualmente, en pleno
siglo XXI la tradición sigue viva en Cataluña, el único lugar del mundo donde
todavía “es fa ballar l’ou”. Ello
explica la fascinación de los turistas por este espectáculo que este año se puede ver en cualquiera de los siguientes lugares:
Para terminar, aquí os dejo esta auca de la invención de l’ou com balla, obra de Planas, publicada en el número 144 de la revista Virolet el 4 de octubre de 1924 y que he encontrado en el blog de Joan Navarro: Patufets, tebeos en català.
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