Durante el pasado Salón del Cómic de Barcelona, Santiago García y Javier Olivares se llevaron el premio a la mejor obra de autor español por Las Meninas, un premio muy merecido por el que me alegré mucho ya que supone un reconocimiento a un gran esfuerzo de seis años que ha culminado en una obra excepcional. Además, en un par de días, Absence y yo teníamos una cita concertada con ellos para comer los cuarto juntos y entrevistarlos acerca de esta obra que tanto nos gusta a los dos. Una cita que estaba prevista desde hacía días y, por tanto, sin saber si iban a ganar o no. De hecho, el día que lo decidimos, Santiago decía que si perdían sería una entrevista triste y deprimente, todo lo contrario de lo que realmente fue.
Roser: En vuestro cómic se habla mucho del interés y la fascinación que ejerce la pintura de Las Meninas en los artistas de todos los tiempos, como Picasso. Eso también se da en El Ministerio del Tiempo aunque, en la serie, juegan a lo contrario ya que es Velázquez el fascinado por Picasso. Algo que, históricamente, es imposible: que Velázquez pudiera llegar a conocer en persona a Picasso en el siglo XX.
Roser: En vuestro cómic se habla mucho del interés y la fascinación que ejerce la pintura de Las Meninas en los artistas de todos los tiempos, como Picasso. Eso también se da en El Ministerio del Tiempo aunque, en la serie, juegan a lo contrario ya que es Velázquez el fascinado por Picasso. Algo que, históricamente, es imposible: que Velázquez pudiera llegar a conocer en persona a Picasso en el siglo XX.
Santiago García: En la serie, Velázquez
conoce a un Picasso muy joven y, de
ese episodio, me gustó el diálogo entre
ambos. En especial, cuando le interroga sobre su pintor favorito del Prado y este le responde que Goya… Aunque luego añade que Velázquez,
también. Luego, cuando Velázquez le
pregunta: ¿Ha visto usted las Meninas?
Y Picasso… ¡Sí, claro! Y Velázquez…
¿Pero las ha visto de verdad? ¿Ha estado
horas y horas delante del cuadro?¡Eso me encantó! En cambio, no me gustó que
pusieran en boca suyael típico tópico de que se sabe que un pintor abstracto es
un genio porque antes, previamente, ha demostrado saber pintar figurativo.
Roser: Bueno, supongo que eso está hecho adrede. Es más, diría que hasta para
burlarse de ello.
Santiago García: Del Velázquez de la serie me
interesa la paradoja cultural de que no se pueden transportar objetos de una
época a otra pero, en cambio, el conocimiento sí que viaja. En realidad no
puedes dejarlo aparcado porque, con el paso del tiempo, cada vez sabes más. Así
que, un pintor del siglo XVII que hubiera conocido a Picasso no podría volver a su época y seguir pintando tal como lo
hacía antes. Por tanto, ahí se está alterando la historia.
Javier Olivares: El conocimiento tiene que ver con lo que ves, con lo que comes, con lo que
tocas, de lo que hablas… Es decir, que el conocimiento es todo lo que va
contigo. Por eso, ahora no puedes dibujar como una persona del siglo XVII, ni
de 1935 por decir algo. Por mucho que imites, hay un montón de cosas que esa
gente hacía de forma natural y que tú no puedes hacer.
Dani:¿Y eso de que en la serie lo tengan un poco como bufón cómico?
Santiago García: A mí me ha sorprendido pero quizá han querido representar la imagen
típica del genio artístico caprichoso.
Roser: Pero vosotros también lo pintáis un poco así. O, mejor dicho, muy
ambicioso.
Absence: Yo lo veo oscuro y político.
Santiago García: Él era una persona cuyo objetivo en la vida era ascender socialmente. En
la Corte acumulaba cargos protocolarios y representativos muchos de los cuales exigían
ser cortesano. Por tanto, no lo veo como un niño caprichoso sino más bien como alguien
con poder que sabe manejar a la gente.
Roser: Eso tiene relación con su deseo de ser caballero de la orden de Santiago.
Era la única forma con la que podría alcanzar la nobleza ya que por familia era
imposible. Por eso los caballeros de la Orden, que eran muy elitistas, no
querían darle la Cruz.
Santiago García:Tenían toda la razón para no hacerlo porque no cumplía ningún requisito.
Nadie de su familia era noble. Ni sus padres, ni sus abuelos ni ningún otro
antepasado.
Dani: Otro paralelismo entre la serie y vuestro cómic sois los dos Javier Olivares. Uno guionista y el
otro dibujante.
Javier Olivares: Llevamos toda la vida cruzándonos y la gente confundiéndonos. Él es hermano
de la crítica de arte Rosa Olivares y,
en los años 80, Javier escribía de arte en la revista Madriz. Así que es una persona con la que compartíamos casi los
mismos espacios y se daban casos como que me felicitasen por un artículo sobre
arte alemán que yo no había escrito, sino el otro Olivares y al revés, que a él le felicitasen por mis historietas de
cómic. Eso ya nos pasaba en 1984. Personalmente no nos conocíamos pero sí que
sabíamos el uno del otro por las confusiones de la gente. Luego pasaron años
sin coincidir hasta ahora, que nos ha vuelto a ocurrir con el cómic y la serie.
Santiago García: Hace unos días, en una entrevista digital que nos
hicieron, a Javier le preguntaron: ¿Ahora
vas a dejar los guiones por el cómic?¡Los volvieron a confundir!
Roser: Por cierto, Santiago…Antes hablábamos del diálogo entre el Velázquez y el Picasso del Ministerio del
Tiempo sobre si Picasso había
estado horas y horas en el Prado ante Las Meninas. ¿Tú también eras de esos que se pasaban horas y horas fascinado delante del cuadro
intentando desvelar el misterio de Las
Meninas y por eso has hecho el libro?
Santiago García: No, ¡Qué va! Para mí este cuadro era como El Quijote y otros clásicos que forman
parte de la vieja y rancia cultura tradicional que tenemos y, cuando llegan a
ti, ni les prestas atención. Como mucho, los ves como un contenido educativo
general y aburrido que te obligan a estudiar en el colegio. Y si lo miras desde
la perspectiva del siglo XXI, sin cultivar en el arte, probablemente tampoco le
encuentres la gracia.
Absence: Cuando estuve por primera vez en el Prado pasé de refilón por Las Meninas porque prefería ir a ver
otras cosas como El Bosco.
Roser: Y yo me fui de cabeza hacia las pinturas negras de Goya.
Santiago García: Por compararlo con algo más parecido, puede que la
obra de Ribera te llame más la
atención. Pero luego, al profundizar en Las
Meninas y saber algo más te das cuenta que de lo bueno que es y empiezas a
descubrir lo que hay y la importancia de todos los elementos. Esto, por eso, supongo
que tiene que ver con que estudié historia del arte y es algo que me cambió.
Absence: E hiciste el doctorado sobre la novela gráfica, ¿no?
Santiago García: Eso fue un trabajo que formaba parte del doctorado
pero no era la tesis doctoral como dice todo el mundo en todas partes y, por
más que lo desmiento, siempre vuelve a aparecer. Era un trabajo del doctorado.
Luego estaba la tesis, que no hice nunca.
Roser: Aunque a primera vista Las Meninas
parezca un retrato de la familia real en realidad dice muchas cosas.
Santiago García: Una cosa que toca mucho los cojones son los
tópicos del arte contemporáneo que se repiten hasta la saciedad y que hasta han
puesto en boca de Velázquez en El
Ministerio del Tiempo, como que el arte contemporáneo es impenetrable,
esotérico, hay que explicarlo porque si no, no se entiende. Y yo pienso… Sí
claro… Y tú vas y entiendes Las Meninas a
la primera, ¿no?
Roser: Yo diría que no se entiende, no.
Santiago García: Claro que no. Hay una figuración que, por tradición,te
da a entender algo pero, en realidad, no la entiende casi nadie.
Javier Olivares: La gente tiende a pensar que si reconoce lo que hay representado en la
pintura, entonces lo entiende. Pero no es así.
Santiago García: El arte está lleno de pinturas alegóricas con
multitud de significados que no entendemos porque es como un lenguaje que ya no
hablamos. Por ejemplo… ¿Qué significan esos cuadros de vírgenes lanzando
chorros de leche a un señor mayor? ¿Cómo lo interpreta alguien que no tenga
ningún tipo de preparación académica?
Absence: ¡Y sin haber leído al Hematocrítico!
Javier Olivares: Por culpa de él ahora, cuando voy a un museo, me río al ver los cuadros
porque pienso en la lectura que él les va a dar. Pero también hay que tener en
cuenta que, a veces, la lectura real es muy esotérica y hay que estar muy
preparado para comprenderla. Hay que saber de mitología, religión…
Roser: Cuando empecé la carrera de historia del arte estaba pez en religión y lo pasé
muy mal al principio porque no entendía nada de lo que veía.
Santo Domingo bebiendo leche de la Virgen |
Santiago García: Luego hay quien dice que el arte no es cosa de
dinero y pienso… ¡Anda que no! Velázquez,
Rubens, Rembrandt y todos los demás no trabajaban solo por amor al arte.
Roser: No, trabajaban por dinero. Era su oficio.
Santiago García: Eran como una factoría que se parecían más a la
Disney que a otra cosa.Y luego te discuten que el arte era popular y pienso…
Sí… Tan popular que el único que veía esos cuadros era quien los encargaba y
pagaba para su disfrute privado. Eso es lo que pasó con Las Meninas que, en doscientos años no lo vio nadie. De hecho, no
se empezó a enseñar hasta el siglo XIX. Al arte le han caído una cantidad de
tópicos impresionantes y, en el fondo, no dejan de ser chorradas que se repiten
como que todo lo de antes era maravilloso, que ahora todo es una mierda y que
cada vez vamos a peor.
Javier Olivares: Mi formación académica viene de artes y oficios y allí también estudié
historia del arte aunque no con tanto detenimiento como vosotros en la
universidad. Allí aprendí que cuando te muestran un cuadro y te hablan de lo importante
que es te lo crees porque lo dice todo el mundo pero no profundizas en el porqué
de su relevancia.
Santiago García: De eso va nuestro libro y no se llama Las Meninas por casualidad. No es una
biografía de Velázquez sino de Las
Meninas, del cuadro.
Roser: Pero también es biografía de Velázquez
aunque de un periodo muy concreto de su vida.
Javier Olivares: Es porque va implícito con la obra.
Santiago García: Hay gente que no entiende que en el libro hayamos
incluido esas interpolaciones sobre la vida de otros artistas. En cambio, es
fundamental para la historia que contamos.
Roser: Todo son artistas que, en un momento u otro de su
vida, se han interesado por Las Meninas y,
además, de forma especial.
Javier Olivares: Y nosotros hemos apostado por ello. Por eso, al final salimos en el dibujo.
No es porque nos midamos con ellos ni que pensemos que estamos a su altura.
Santiago García: Si el cuadro es inmortal no es por Velázquez sino por la gente que lo ha
visto. Y ahí está otra vez el tópico del valor inmanente de la obra. Si Las Meninas fuera una de las que se quemó en el incendio del Alcázar nadie
habría sabido de ella y, por tanto, no habría llegado a ser una obra maestra.
Pero… ¿Quién dice que no era mejor la de la expulsión de los moriscos que pintó
en la justa pictórica y que se quemó en ese incendio?
Roser: Pues este podría ser un buen argumento para un episodio del Ministerio del Tiempo. Tener que ir a
salvar Las Meninas del incendio del Alcázar.
Santiago García: O también, tener que ir a quemar la
expulsión de los moriscos para que no llegue a ser esa la obra maestra de Velázquez.
Roser: Como esta es la primera vez que tengo la oportunidad de entrevistar juntos
al dibujante y al guionista de una obra concreta, me interesa saber cómo os
organizáis el trabajo entre vosotros. Aunque el guion es de Santiago, supongo
que Javier también tiene un papel importante en ello. Es decir, que no solo se
limita a dibujar lo que el guionista le indica.
Santiago García: Después de la entrega de premios del Salón de Cómic estuvimos hablando sobre
guiones con Enrique Sánchez Abulí y
ahí quedó muy claro que ahora la forma de hacer tebeos es muy distinta de
cuando él escribía los guiones de Torpedo.
Yo insistía en que nosotros dos trabajamos en conjunto. Por eso, si te fijas, en la portada del cómic
aparecemos los dos como coautores y en ninguna parte verás que ponga que uno es
el guionista y el otro el dibujante. Eso es algo que queríamos que quedara muy
claro. En cambio, en la edición francesa nos la han colado en los créditos.
Javier Olivares: Pero no en la portada sino dentro y eso que dejamos bien claro que ahí teníamos
que aparecer igual que en la portada.
Absence: Existe la tendencia a pensar que el guionista está menos valorado que el
dibujante. En cambio, esa idea es falsa porque, en vuestro caso, trabajáis de
forma que uno y otro os habéis ido influenciando.
Javier Olivares:La gente que viene a decirme que le ha gustado el libro, aparte de comentarme
aspectos sobre el dibujo también me habla de otras cuestiones, como escenas que
se resuelven de un modo u otro y que no han sido idea mía sino de Santiago. Eso
significa que el lector, a veces, no distingue a quien corresponde una cosa u
otra y eso es bueno para la historia.
Santiago García:No sé el motivo pero, por lo general, se tiene la manía de hablar por
separado del guion y del dibujo. Primero de la labor realizada por uno y luego
de la del otro. En cambio, hace poco leímos una reseña de Las Meninas que me encantó porque hablaba de la totalidad de la obra,
sin separar guion y dibujo, ya que aquí somos dos autores.
Roser: Yo la veo como una obra muy completa y unitaria donde no se ve por ninguna
parte que sea cosas de dos y eso significa que os complementáis a la
perfección.
Santiago García: Por ejemplo, en el caso de Beowulf hubo
muchos comentarios sobre el trabajo personal de David Rubín y de si resuelve una página de una forma u otra o inventa
un diseño específico para explicar una escena concreta. En cambio, muchas de
estas cosas estaban plasmadas en mi
guion y lo que él hizo fue dibujar lo que había en las viñetas y en los
planos que yo ponía. Un ejemplo es la página en que se ve a Grendel corriendo por el bosque y con los dientes hacia adelante.
Por otra parte, también
hay gente que me ha dicho lo fantástico que le parece el epílogo final en que
salimos los dos. Pues eso fue idea de David. Yo me opuse totalmente e intenté
convencerlo de mil maneras distintas para que no lo hiciera pero no lo conseguí
y, al final, fue como él quería. Y, por otra parte, también hay muchas
cosas visuales que, aunque las ha dibujado David, son idea mía. Lo que ocurre
es que a veces la gente confunde guion con historia.
Roser: ¿En Beowulf David y tú habéis trabajado de forma más separada que con Javier en Las Meninas?
Santiago García: Tampoco… El guion es una propuesta que hago al dibujante y que luego él
acepta o cambia según convenga. No es una orden sino un documento de trabajo.
Por ejemplo, en la página final han quedado cosas muy parecidas a como yo las
había escrito. En otras ocasiones, David ha incorporado modificaciones muy de
su estilo y que han significado una mejora e, incluso, determinadas escenas las
ha resuelto de forma totalmente distinta a como se planteaba en el guion. En Beowulf se dan las tres casuísticas. Hasta
que se termina el guion hay que dar muchos pasos y siempre son los mismos pero
hay uno que es fundamental y es dibujarlo. Pero lo hago tan sintetizado que,
realmente, no es un dibujo. Básicamente, lo hago para entenderme a mí mismo y
organizarme porque, una de las cosas más importantes a la hora de desarrollar
un guion, es saber el número y disposición de las viñetas por página. Por eso,
a veces, lo único que dibujo son los recuadros de las viñetas con bocadillos y
números en su interior.
Absence: ¿Tú sabes dibujar?
Santiago García: En el colegio era el que dibujaba bien pero no
tengo un buen nivel.
Absence: Pues yo era el que dibujaba mal.
Roser:Y yo fatal. De hecho, soy incapaz de hacer un solo dibujo. Como mucho, la
viñeta vacía con el bocadillo dentro indicando lo que tiene que haber y/o
pasar.
Javier Olivares: A mí también me ha enviado Santiago viñetas vacías con números.
Santiago García: Luego preparo el guion con viñetas y texto porque
me sirve para revisar, corregir y pulir.
Javier Olivares: Hacer ese paso previo que dice Santiago es
importante porque necesitas tener algo para poder cambiar. No sé si seríamos
capaces de hacer un guion de la nada. Es decir, sentarnos un día los dos y
ponernos directamente a ello. Siempre llega el momento en que alguien tiene que
coger un lápiz y plasmarlo en un documento para, después, modificarlo si es
necesario.
Santiago García: Para mí, el autor del cómic es el dibujante y yo, lo que tengo que hacer es escribir
para él, pensando como si fuera él. Es decir, tengo que poseerle mentalmente.
Por tanto, no puedo escribir igual para Javier, para David Rubín o para Pablo Ríos, por poner un ejemplo. De hecho, en su día hice el guion de Beowulf para Javier y, cuando al final
vimos que no podía ser, apareció David y se ofreció a acabarlo. Entonces lo
volví a escribir de nuevo expresamente para él. Cuando empiezo un guion necesito
saber quién va a dibujar la historia, cómo y de qué manera. Por eso considero
muy importante que antes me manden diseños y dibujos de todo tipo: de
personajes, de vestuario, de fondos… Entonces, una vez vistos los dibujos, ya
sé cómo enfocar el guion para que el dibujante pueda trabajar cómodamente.
Javier Olivares: En cambio, guionistas de épocas anteriores como Sánchez Abulí no sabían quién dibujaría
sus guiones.
Santiago García: Él nos decía que escribía el guion completo, lo
mandaba al dibujante y luego este le devolvía el cómic acabado.
Absence: Pero en su caso sí que acabó habiendo
feedback entre Abulí y
el dibujante porque el Torpedo
de Bernet acabó siendo otro porque
los guiones eran distintos. Supongo que eso es porque Abulí sí que vio los dibujos de Bernet y adaptó el guion a su manera de dibujar.
Javier Olivares: Este es otro de los casos en que el dibujante
acaba influyendo al guionista.
Santiago García: Nunca he trabajado con un dibujante que no conociera. Esto se lo dije a Abulí y se quedó un poco parado.
Roser: Antiguamente, que el guionista y el dibujante no se conocieran era lo más
normal del mundo. El otro día me lo contaba María Dembilio, que en los años 60 era dibujante de Selecciones Ilustradas. Ella nos decía que el guion les llegaba de Francia, Italia o el
Reino Unido y que jamás llegó a conocer a los guionistas. Esto, además,
sorprendió mucho a las dibujantes actuales que participaban en la entrevista.
Javier Olivares: Es normal porque era una época en que se trabajaba de otra manera y la
industria era distinta. Vamos… ¡Que eran otros cómics!
Santiago García: Otra cuestión es la relación personal entre
guionista y dibujante. Al final, nuestros cómics son muy personales y nuestra
relación también lo es. Además, necesito tener un trato cercano con el
dibujante. De hecho, incluso a veces lo es demasiado y hasta surgen problemas
por eso. Javier y yo nos conocemos desde hace muchos años y nos tenemos mucha
confianza. Él es una persona encantadora con la que es muy fácil trabajar, por
eso no hemos tenido fricciones ni desencuentros. Cuando estábamos con Las Meninas Javier compartía todo el
material conmigo e íbamos viéndolo todo juntos. Él es muy meticuloso dibujando.
Hace storyboard… Vemos el cómic
entero juntos, lo repasamos, cambiamos cosas… Todo esto ayuda un montón. Cada
página que llegaba acabada, antes la habíamos masticado muchísimo.
Javier Olivares: Aun así, con páginas acabadas, permitía hacer
cambios porque yo, cuando trabajo con alguien, dejo el ego apartado. De lo
contrario, no vas a ninguna parte. Y aunque mi ego está domado, todavía a veces
sale. Pero si su idea mejora mi trabajo… ¡Bienvenida sea la idea!
Roser: A veces es difícil saber ver que su idea es mejor que la tuya.
Javier Olivares: Cuando trabajo no veo que eso es mi dibujo o mi
página sino que lo que tengo en la mente
es el libro. Siempre tengo la vista puesta en el libro y, si lo que propone
Santiago lo mejora, entonces lo hago. A veces él me ha rechazado dibujos pero,
como me ha razonado el motivo y por qué no funcionan, los he cambiado sin
ningún problema. En cambio, podría haber peleado por ese dibujo que me ha
supuesto horas de trabajo pero, si sus motivos me convencen, lo acepto sin más.
Santiago García: Los dibujantes muchas veces tienen su carácter y
cuesta hacerles entender ciertas cosas. Por eso es importante tener suficiente
confianza entre los dos como para poder decirle que lo que ha hecho no
funciona, que vamos a probarlo de otro
modo y que eso no se transforme en un drama.
Absence: Yo sé que tengo un ego desmesurado pero siempre que algún editor me ha
hecho alguna observación luego me he dado cuenta de que tenía razón. Así que,
también he de decir que soy muy obediente con las indicaciones de los editores.
Por ejemplo, con mi texto de Supercómic
también me hiciste un par de observaciones, que eran buenas, y que luego apliqué.
Roser: Siempre pienso que el editor conoce bien su
público y sabe perfectamente qué es lo que quiere. De hecho, él es el experto
y, por tanto, tendrá razón en buena parte de las sugerencias que te pueda
llegar a formular.
Javier Olivares: Aveces te toca trabajar con editores meticulosos
que se meten mucho en tu trabajo pero a mí eso no me importa si saben más que
yo. Si es así y me explican el porqué mi propuesta no funciona les haré caso ya
que, al final, va en mi beneficio, no en el suyo. En cambio, si ves que tiene
razón y te niegas a cambiarlo es por puro capricho o porque te costará horas de
trabajo volver a hacer el dibujo. Entonces, en este punto, el que pierde es el
libro.
Santiago García: Normalmente, cuando un dibujante se niega a hacer
un cambio, es por el trabajo que le supone.
Javier Olivares: Pero, en ese caso, eres tú el que pierde.
Santiago García: Si cada observación que le haces al dibujante se
transforma en una discusión al final se acabará convirtiendo en una negociación
de compromisos. Pero eso tampoco es bueno porque acabas haciendo concesiones.
El guionista que trabaja con distintos dibujantes también tiene que ser un poco
psicólogo para saber cómo ha de tratar a cada uno.
Absence: Ahora acabo de tener una visión un poco esquizofrénica tuya en Baltimore
con un correo de Javier, otro de David
Rubín y otro de Manel Fontdevila,
todos del mismo día y planteándote problemas distintos.
Santiago García: Pues para cada uno de ellos tendré que adoptar una
postura diferente: para uno el de demonio, para el otro seré el ángel y con
otro seré el padre severo o consolador. Todo depende de lo que necesite cada
cual.
Javier Olivares: Es que, al final, estás tratando con personas.
Roser: Dani a veces me ha visto realmente desquiciada atendiendo problemas de
compañeros.
Absence: Yo soy más pacífico. Es muy divertido porque, en casa, los dos escribimos. Tengo tendencia a irme levantando
para controlar que los niños no se alboroten demasiado pero ella se concentra
tanto que no se entera de nada. Hay días en que llego de trabajar y la veo
enclaustrada en su estudio y los niños con la casa patas arriba.
Javier Olivares: Yo soy como tú, Roser. Me aíslo y, de repente, vuelvo al planeta tierra y
me doy cuenta que mi hija aún está despierta a las tantas de la noche dando
vueltas por la casa.
Santiago García: Hay una cosa cojonuda hoy en día que es trabajar
por e-mail. Así, si me mandan algo
que me toca los cojones y no me apetece contestarla, me espero y contesto un
día después. Así, mi respuesta del día siguiente ya es distinta. Y si aún no lo
veo claro, pues mejor dejarlo para más adelante. Además, siempre pienso que
lo que vas posponiendo, al final, siempre se acaba olvidando pero eso con Javier
no lo hago porque no me hace falta. En cambio, con otra gente hay que dejar que
se ablande la situación para evitar una bronca que no nos llevará a ninguna
parte.
Roser: Estoy convencida que, para trabajar mano a mano guionista y dibujante
ambos tienen que llevarse muy bien, como en vuestro caso. Si no se conocen de
nada tiene que ser mucho más difícil.
Javier Olivares: Claro, además cuando ya conoces a la persona hay muchas cosas que ya das
por sentadas porque ya sabes cómo es, como funciona, lo que quiere decir… Por
ejemplo, con los mails Santiago es muy asertivo mientras yo soy más literario.
Él es más seco y va al grano. Eso me gusta porque yo me enrollo y me pierdo en
las explicaciones. Además, como hace tanto que lo conozco, sé que se explica
así por mail y nunca me lo tomo mal. Por ejemplo, igual le pregunto si podemos
quedar esta tarde y me responde… “No, no
puedo” sé que es porque no puede de verdad y no tiene porqué darme más
explicaciones. En cambio, si alguien que es muy florido escribiendo, de repente
me contesta así es mala señal.
Absence: Las relaciones entre guionistas y dibujantes son como breves matrimonios
que duran lo que dura el proyecto hasta publicar el libro.
Santiago García: Prácticamente, con todos los dibujantes que he
trabajado tengo relación de amistad. Con algunos ya éramos amigos de antes y,
con otros, la amistad ha venido después, a raíz de nuestra colaboración.
Absence: Cuando acabas un guion con el que has estado un año trabajando, o
más, y se lo envías a quien lo ha de
dibujar ¿No te impacienta la espera hasta que él te pase lo que ha hecho? Para
mí, esa espera sería un horror.
Santiago García: Acabas de decir, “que horror que tenga una cosa terminada y que tenga que esperar a
que acaben de dibujarla”. En cambio, yo no lo veo así porque no soy
guionista sino autor de cómic. Por lo tanto, no considero que tenga nada
acabado hasta que el cómic esté finalizado. Así que, cuando Javier está
dibujando, yo también estoy trabajando. De hecho, uno de los momentos que más
he disfrutado en la vida es cuando estábamos los dos juntos haciendo Las Meninas.
Roser: Eso se nota mucho en el libro porque el resultado es fantástico.
Santiago García: Lo he pasado tan bien mientras lo hacíamos que, cuando estábamos casi al final, le decía a Javier que tenía ganas de acabar para verlo publicado pero que, por otra parte, me gustaría que no se acabara nunca. Estaría toda la vida haciendo este libro. Intercambiando páginas, revisándolas, comentándolas…
Javier Olivares: Es que en el fondo lo que nos gusta no es publicar, que también, pero más
el proceso de elaboración. Yo, con lo que más disfruto es con el making, el story. Es decir, el armazón. Ahí es donde disfruto porque, cuando
lo estás armando, tienes todo un mundo de posibilidades a tu alcance. En
cambio, cuando ya ha pasado esa fase y toca ejecutar todo lo que has elucubrado,
empiezan los miedos y las carencias ya que en tu imaginación puedes hacer
páginas y páginas de dibujos y texto. Pero, a la hora de ponerlo en práctica es
cuando te preguntas ¿Seré capaz de hacer todo esto? Este momento ya es algo más
complejo e incómodo.
Roser: Te entiendo perfectamente. Por eso, este es el momento en que toca tirar
del ingenio de uno mismo y utilizar todo tipo de recursos. Por ejemplo, Álvaro Ortiz me decía que en Murderabilia el guion se le desmadró y
que si hubiera hecho todo el cómic a 9 viñetas por página habría sido un tocho
enorme que todavía lo estaría dibujando. En cambio, se le ocurrió lo de hacer
páginas con 24 viñetas y así contaba lo mismo pero en mucho menos espacio, truco que ya había utilizado en Cenizas.
Javier Olivares: A veces, lo que no llegas a hacer en la vida te da una gran lección para lo que vayas a hacer después.Y eso lo digo por Beowulf. De ahí aprendí que no hay que perder el tiempo en lo que no es necesario y que es mejor guardar las fuerzas para lo que necesitas. Y yo hice justo al revés. Allí, Santiago y yo estuvimos trabajando un año y medio en conjunto pero sin llegar a hacer el cómic. Trabajamos en la producción, bocetos… Tengo el libro entero en gouache. ¡74 páginas, todo en pequeñito! Y cuando acabé todo este trabajo previo tocaba empezar a hacer el libro de verdad y ya estaba cansado y agotado. De alguna manera, ya lo había hecho aunque solo fuera para trabajar, no para publicar y ahí no pude más. Esto me sirvió de lección para Las Meninas y decidí que no había que gastar las fuerzas en lo que no es tan necesario. Por tanto, aunque la producción de este libro ha sido complicada y laboriosa, me ha servido para aprender. Aquí, el storyboard ha sido mucho más simple y me he guardado las fuerzas para pasarme un año y medio dibujando lo que se tendría que publicar.
Absence: Una cosa muy buena de vosotros es el hecho de que, a pesar de no haber podido acabar de Beowulf juntos, luego os metisteis en otro proyecto.
Javier Olivares: Para mí el momento clave fue cuando apareció David Rubín desatascando la
historia.
Santiago García: Debo decir que de igual forma que el Beowulf
de David no existiría sin Javier, Las
Meninas no habrían existido sin David. Es decir, que aquí David le da a
Javier lo que Javier le dio. Verás… Hubo un momento en que estaba metido en
cantidad de proyectos a la vez, entre ellos Beowulf con
Javier y ¡García! con Manel Fontdevila. Tenía varias cosas en
marcha, otras que se habían quedado atascadas y algunas, como Las Meninas, que estaban en fase de
proyecto. Su inicio se remonta al 2008 y me tiré cuatro años con ellas yo solo.
Aunque Javier ya había hecho algunas cosas, entonces aún estaba por resolver
todo el guion. Y llegó un momento en que no podía más. Estaba aplastado, superado por el exceso de trabajo y pensaba
que no saldría de aquello. Entonces, cuando finalmente nos liberamos de Beowulfy de ¡García! lo expliqué en el blog. David lo vio y me mandó un mail
donde decía “Aquí estoy yo y mis cojones
para terminarlo si tú quieres”
Javier Olivares: Para mí fue un descanso y una liberación. Fue pensar… ¡Gracias, David! Porque Beowulf era un cadáver, un tema muerto que había quedado sin resolver.
Santiago García: David estaba haciendo El Héroe II y aún le quedaban algunos meses para terminar pero se
comprometió a ponerse con Beowulf en
cuanto acabara y me daba todo ese tiempo para reescribir
el guion, cosa que me pareció bien. Entonces vi que tenía que ponerme en marcha
porque David es una puta máquina. Me sentía como si estuviera en la vía del
tren viendo cómo se acercaba la locomotora, que era David y pensé… ¡O me muevo
o me atropella! Es decir, que él me hizo reaccionar. Y como tiene tanta energía
dentro me dio como un gran empujón que me sirvió para sacar Beowulf, Fútbol y un montón de cosas más. ¡Luego no podía parar! Era como si
Zeus me hubiese lanzado un rayo y me
hubiera convertido en uno de sus heraldos. Y Las Meninas las acabamos gracias al impulso de David porque la
forma de terminarlo después de cuatro años trabajando es sentarse a escribirlo
de una puta vez y ya está. Y eso es lo que hicimos.
Roser: Tomar la decisión de abandonar un proyecto con el que has estado tanto
tiempo debe ser muy difícil.
Santiago García: Si llevas diez años con algo que no se mueve has de
entender que eso está muerto y hay que enterrarlo porque, si no lo
haces, no podrás empezar otra cosa. De hecho, esto también le ha pasado
recientemente a Álvaro Ortiz con lo
de Caravaggio. Cuando comentó que lo
había dejado le escribí y le dije que no se preocupara, que no es ningún fracaso
sino reconocer que por ahí no va a ningún lado. Quizá, en algún momento lo
podrá retomar pero, por ahora, quitárselo de encima era lo mejor que podía
hacer. Además, de todas estas experiencias se aprenden cosas. Por ejemplo, Las Meninas, podría haber sido un libro
de 500 páginas pero llega un momento en que piensas… Bueno, estoy un poco hasta
los cojones de escribir obras maestras de 500 páginas que nunca se acaban. Así
que, vamos a hacer algo que sea posible. Yo no sabía si se podría conseguir en
180 páginas. Era algo que Javier nunca había hecho, ni siquiera con Beowulf. Por tanto, hay un momento al
principio del proceso en que tengo más aprensión que nada porque, aunque
confío en que Javier lo hará, es la primera vez que se enfrenta a algo así. Cuando
empezamos a trabajar, él estaba súper entusiasmado y yo pensaba… Sí, sí… Claro…
Pero no las tenía todas hasta que llegamos a un punto, quizá sobre las 100
páginas, en que vi que sí que lo acabaría y no solo porque llevábamos más de la
mitad sino por cómo iba el ritmo de trabajo. Entonces, a partir de ese momento,
pude empezar a disfrutar. Y la verdad es que ha sido todo un privilegio
trabajar con Javier.
Javier Olivares: Le enviaba páginas, le proponía cosas que se me ocurrían y él me decía…
“Sí, sí, pero primero acábalo...”
Santiago García: Entonces, cuando ves lo que te envía y te das
cuenta de que hay una cantidad de cosas que no esperabas que hiciera y que no
salen en el guion, como la forma en que termina una cara o cómo ha puesto una
sombra y que son tan perfectas… ¡Todo eso me dejaba perplejo! Así que recibir
las páginas de Javier siempre era una fiesta porque veía que mejoraban lo que
yo le había enviado.
Javier Olivares: A veces, las reacciones de Santiago ante lo que le
enviaba me daban subidones de autoestima. Me decía… “Esto es cojonudo, qué bueno”. Otras veces decía bien, sin más.
Santiago García: En ocasiones mandas un guion y no sabes si al
dibujante le ha gustado o no y si se lo preguntas te dice que sí, que si lo
dibuja es porque le gusta. Entonces es cuando pienso… Pues joder, ¿Por qué no
me lo comentas?
Absence: A Sánchez Abulí esto no le
pasaba. Él lo único que sabía es que mandaba el guion y le devolvían el cómic
acabado. Y me refiero a él porque es un ejemplo del sistema antiguo.
Javier Olivares: Como lo hacemos nosotros quizá hay más
dificultades y complicaciones pero, al final, llega un momento en que el trabajo de guion y dibujo es indivisible y
entonces es cuando se da el resultado perfecto.
Santiago García: También estamos hablando de diferentes tipos de
obras. Una cosa es hacer un determinado número de historias y páginas a la
semana para mandarlas porque te pagan según una tarifa. Otra cosa muy distinta
es tomarte el tiempo que quieras y cobrar derechos de autor. Antes no se
trabajaba así ni tampoco se podía. De igual forma, ahora no podría hacerlo
al estilo antiguo.
Javier Olivares:El guion es un suelo en el que pisar. Sobre lo que hablábamos del dibujo y
el guion hay una cosa que me gusta explicar porque, además, está en una de las
páginas del libro. Concretamente en la historia de Dalí. Allí, hay un momento en que él dice… “¡Qué fuerza la de Velázquez!” y Gala le responde… “Si, pero
tú le has ayudado”. Yo digo que esa es una influencia que va a contrapelo
porque, si lo piensas, la influencia va desde la antigüedad hacia el futuro y avanza
en una sola dirección. En cambio, en nuestro caso, no ha sido unidireccional
sino como dice Dalí en ese episodio aunque, normalmente, se piense que primero
va el guion y el dibujo después. Pues aquí no. En una semana tuve que hacer 16
páginas. Me iba a Lima y casi no tenía tiempo material para hacerlas, así que
las dibujé en un tiempo récord y se las mandé a Santiago. Luego, al repasar las
páginas acabadas en casa de Santiago, él se fijó en una de las viñetas que
había hecho y que le hizo visualizar el libro de otra forma. Por tanto, este es
un ejemplo de que, a veces, el dibujante influye al guionista. En cambio,
parece como si al hacerse primero el guion tenga que ser él quien me influya a
mí pero esa vez fui yo quien le influenció él, cosa que nos pasó más veces
durante el proceso de elaboración del cómic.
Roser: Dices que hiciste 16 páginas en una semana. ¿Por qué tanta prisa?
Javier Olivares: Pues porque lo queríamos presentar al concurso
FNAC Sinsentido. Me acuerdo muy bien porque Santiago me llamó un día a las dos
de la madrugada y me dijo… “Tengo una
idea para presentar al concurso FNAC Sinsentido y quedan dos semanas para que
acabe el plazo. Hay que hacer 16 páginas y se me ha ocurrido una idea muy buena
sobre Velázquez y Las Meninas. ¿Quieres hacerlo?”. Y yo… “Pues sí pero es que mañana me voy una
semana a Lima, a un festival de cómic, y aún estoy haciendo la maleta pero
mándame el guion por mail, lo leo en el avión y avanzaré el trabajo durante el
viaje”. Al final hice el storyboard en
el avión. Cuando volví del viaje me hice las 16 páginas en una semana a bi-tono
y luego pensé… Qué raro… ¡Lo he hecho todo en una semana! Después, la noche
antes de presentarlo al premio estuvimos en casa de Santiago dándole un último
repaso y él me dijo “Ahora vamos a mirar
el plazo que hay para terminar el libro”, vimos que teníamos 6 meses y Santiago dijo “pero si no tengo ni el guion hecho, solo es una
idea sobre la que trabajar, voy a tardar
meses en hacerlo y tú no podrás dibujarlo en tan poco tiempo”.
Santiago García: Y yo pensaba… Si perdemos, mal porque es un
fracaso. ¡Vaya bajón! Pero si ganamos también mal porque solo tendremos seis
meses para acabar el libro y es totalmente inviable.
Javier Olivares: Luego Santiago me comentó que una de las viñetas
de esas 16 páginas que había hecho le dio a entender que aquello podía ir
más allá.
Absence: ¿Esa viñeta está en el libro?
Javier Olivares: No exactamente, porque la cambié.
Santiago García: Pero era la del Escorial.
Javier Olivares: Cuando Santiago la vio se dio cuenta que la historia tenía más posibilidades y, entonces, cambiamos de idea y llevamos el proyecto a Astiberri. Ellos, entusiasmados, nos dijeron que sí. Lo que ocurre es que al final tardamos seis años en acabarlo. Desde 2008 en que empezamos hasta 2014.
Santiago García: El guion no se resolvió hasta después de Beowulf. Es decir, a partir de 2013.
Hasta ese momento me estuve comiendo el coco, mareando la perdiz, leí mucho…
Absence: Pero a la vez ibas aprendiendo, que eso es muy importante.
Santiago García: En ese tiempo, maduras muchas cosas. Yo no he
hecho ningún cómic que no tenga muchísimos años detrás de ideas, trabajo,
pensamientos… Todo lleva detrás una historia profunda y muy larga. En el caso
de Las Meninas te aseguro que no
habría sido capaz de escribirlo todo en el 2008. Lo que escribí entre 2012 y
2013 no habría podido hacerlo cuatro años atrás. Por otra parte, debo decir que
este libro no existiría sin Astiberri
y esto es muy importante comentarlo porque ya estoy harto de oír a gente decir
que en España no hay editores. En cambio, Astiberri
ha producido este libro y desde el principio nos ha dado apoyo moral e
intelectual, porque te dan su opinión y te comentan las cosas sin decirte lo
que tienes que hacer. Lo que quiero que haga el editor es su trabajo y eso
es justamente lo que hace Astiberri.
Es una gente que se juega su dinero y, si la cosa va mal, repercute en la
empresa. Por tanto, lo que a ellos les
interesa es ganar dinero con nuestros tebeos. Y repito que de no ser por Astiberri nosotros no habríamos hecho Las Meninas. Además, te apoyan y te
sientes acompañado. Cosa que es muy importante.
Javier Olivares: De vez en cuando, en tu mundo de autores y
dibujantes necesitas el suelo. Me refiero al suelo como algo concreto que
existe. Es el papel, las características técnicas del libro y todo aquello de
lo que no te ocupas hasta que está al final del proceso. De hecho, el libro no
es real hasta que no lo editan.
Absence: ¿E interceden sugiriendo mejoras de cuestiones que quizá no les acaben de
gustar?
Santiago García: Eso nunca. Te apoyan mucho. Además, han pagado
adelantos espaciados a Javier para que lo hiciera y que no han sido del 50% de
la tirada sino más para que él pudiera dedicarse durante meses a dibujar y eso
lo han hecho porque sabían que lo iban a recuperar. De hecho, ahora mismo ya ha
salido la segunda edición y la primera era de 5.000 ejemplares. Para un libro
que vale 18 euros eso no es una cosa elitista ni marginal. Ahora mismo tenemos
en la calle 8.000 ejemplares de Las
Meninas. Y vendido a los dos países más importantes de occidente. Eso no es
hacer el gilipollas. Es trabajar, es hacer cómic, producir y hacer industria. Y
ahora mismo, gracias al premio del Salón
del Cómic, probablemente hemos ganado más de lo que ganaríamos haciéndolo
para Francia y lo hemos hecho mucho mejor aquí que para Francia porque nos
habrían tocado los cojones cantidad. De hecho, en la edición francesa, la
portada no es la nuestra y han tocado todo lo que han podido tocar.
Javier Olivares: No les gustaba la portada española y la quisieron cambiar.
Santiago García: Nosotros, por contrato, teníamos el control sobre la portada francesa pero los
de la editorial, de repente y sin consultarlo antes con nosotros, nos empezaron
a mandar diseños y bocetos de viñetas interiores del libro para poner una de
ellas como portada y dando por sentado que no contaban para nada con la de Astiberri. Pero, la verdad, utilizar
una viñeta interior como portada es horrible. Y entonces, a partir de las
propuestas del diseñador francés, empezamos una larga negociación-discusión
intercambiando bocetos hasta que al final Javier tuvo la idea de dibujar esta otra
portada partiendo un poco del concepto de la editorial francesa.Esto del cambio
de portada no es nuevo para mí porque también nos pasó con Beowulf, ¡Y vaya mierda hicieron! Pero… ¿Qué os sugiere esta
portada de Las Meninas en francés?
Absence: Es el proceso creativo ¿no?
Roser: Está enfrascado en la elaboración de una
de sus obras.
Javier Olivares: Ellos querían que la portada resumiera lo que pasa en el libro pero es que
pasan muchas cosas...
Santiago García:Por cierto, me gustó mucho el análisis que hizo Raúl Minchinela de la portada de Las Meninas de Astiberri porque todo lo que dice es cierto pero antes no lo había pensado. En realidad esa portada es un boceto y nada más. En cambio, Raúl la analiza de modo que te explica que todo el libro está resumido en ella. Por ejemplo, los trazos que hay pintados de blanco, en los ojos y en la gola, se corresponden con el aspecto artístico y con la nobleza.
Javier Olivares: En cambio para mí era un aspecto estético-práctico. Luego te das cuenta que
a veces tomas decisiones gráficas que, en realidad, no tienen nada que ver con
lo gráfico sino con corrientes de pensamiento que tú articulas de forma
razonada.
Santiago García:No hay ninguna conclusión ni ningún mensaje. Yo no escribo mensajes cifrados. Nosotros hacemos tebeos y los tebeos son un montón de páginas con dibujos que cuentan una historia. Eso es hacer un tebeo. Por eso, cuando me preguntan ¿Qué querías decir? Yo no quería decir nada, solo contar una historia.
Santiago García: Mucha gente, incluso amigos, me ha dicho que ese principio era un error y
hasta me han intentado convencer para eliminarlo porque pensaban que iba a
echar al lector para atrás. Yo, en los cómics, doy mucha importancia al ritmo.
El ritmo en cada escena y, a gran escala, cuando se hace una novela gráfica
también hay que controlarlo. Cada parte tiene que tener un ritmo. De hecho, a
veces tienes que mantener escenas que son
una mierda porque necesitas algo entre una y otra y es mejor meter una mierda
que no meter nada. Pero también es importante la sintonía y pensar en términos
musicales. Este principio de Foucault es como empezar una sinfonía a base de
chirridos que, poco a poco, se va aclarando y apareciendo la melodía. Por eso
la primera parte del libro es la más caótica y la más difícil. Sé que la
gente la lee y se queda medio sorprendida pero, a la que quiere darse cuenta ya
ha llegado a la mitad.
Roser: Tienes razón que al principio cuesta un poco y es un tanto desconcertante.
Al menos, a mí me dejó un poco aturdida pero luego pasado eso, ya le encuentras
todo el sentido a las demás interpolaciones que van surgiendo: Picasso, Buero Vallejo, Dalí…
Santiago García: Ahora hablamos del principio del libro pero el final de una obra también es
súper importante aunque hay quien dice que no lo es tanto sino que lo que importa
es el camino. Pues yo creo que el final pesa tanto como todo lo demás junto.
Absence: El final sí que importa pero si veo una película con la que me lo he pasado
muy bien durante el camino pero el final me ha defraudado, la verdad es que no
me parece tan terrible.
Roser: Entiendo lo que dice Santiago. De hecho, hace tiempo que casi no leo
novelas porque en la mayoría me decepcionaba el final. Siempre les veía un
subidón impresionante hasta la mitad y, de ahí al final, es como si el autor no
supiera cómo acabarlas.
Santiago García: Es mejor empezar mal y acabar con un final potente que no al revés. Aunque
no tengas final, tienes que tener un buen no final. Tienes que saber llegar a
él y, en nuestro caso, sé que a los lectores les encanta el final porque es muy
potente.
Roser: Como Velázquez murió al poco de recibir la cruz de Santiago siempre he
pensado que, como era algo que deseaba tanto, cuando lo consiguió pensaría: “Ya es mía. Ahora ya me puedo morir en paz”.
Y eso hizo, morirse.
Santiago García:Y su mujer tras él. Ella falleció una semana después.
Absence:¿Y eso de que se pintó la cruz de Santiago tiempo después de pintar el
cuadro es cierto?
Roser: Es cuadro lo pintó antes de que le concedieran la cruz.
Santiago García: En realidad no se sabe exactamente cómo ocurrió pero, si la pintó después,
lo hizo reservándose un espacio vacío en sus ropajes.
Absence: Una cosa que no sabía era que el cuadro no tenía título.
Santiago García: El título es del siglo XIX. Antes, las pinturas no tenían título. Solo se
les daba el nombre del tema que trataban o el del personaje que aparecía
retratado.
Javier Olivares: De hecho, si os fijáis, la única vez en que se menciona “Las meninas” en todo el libro es en la portada.
Santiago García: Bueno sí, una sola vez. Además, es algo que he tenido que insistir en todas
las correcciones que se han hecho del libro porque se piensan que es un error y
no lo es. Está hecho a posta. Es cuando Picasso
está enseñando el cuadro de las señoritas de Aviñón y le preguntan por el
título. Entonces, responde que “Las
meninas de Avignon”. Por otra parte,
una cosa que me ha parecido muy gratificante es que, con todas las reacciones
que han habido acerca de este libro, la gente siempre ha tendido a destacar los
momentos en que yo creía que eran los golpes de efecto, cosa que me ha hecho
muy feliz.
Absence: El momento en que a mí me atrapa definitivamente es con lo de Ribera, El Españoleto.
Toda esa parte oscura y siniestra en que parece un diablo.
Javier Olivares: Esa viñeta en que parece que sea el demonio, con la chimenea en llamas
detrás, se me ocurrió a mí. Lo de las
llamas. Santiago lo sugiere y yo lo redondeo.
Santiago García:Todo eso es mérito de Javier porque, todo lo potente de la parte de Ribera
es el dibujo y el acabado que le da Javier. Cuando me mandó la página que
corresponde al segundo encuentro entre Velázquez
y Ribera, que es como un garabato, pensé… Pero esto, ¿qué cojones es? No lo ponía en el guion. Solo ponía que
se encuentra con El Españoleto pero no que tuviera que dibujarlo así porque,
evidentemente, eso no se puede explicar.
Javier Olivares: Velázquez se encuentra con él en dos momentos de la
historia. El primero es muy intenso y,el segundo,incluso lo dibujé sin lápiz
porque quería conseguir esa sensación de fuerza que tiene. Pero eso solo lo
hice en esas cuatro páginas. En cambio, hay gente que me pregunta por qué no he
hecho todo el libro así. Evidentemente, porque mi estilo va detrás del libro,
no delante.
Roser: Además, a cada capítulo le has dado un enfoque y un estilo acorde con lo
que ocurre en la historia y esa forma de dibujar, cuando el segundo encuentro
con El
Españoleto, no se adecuaría tan bien con otros momentos del libro.
Santiago García: Antes os he dicho que, cuando escribo para Javier lo hago como si fuera él
aunque, en realidad, no lo soy. Pero él, cuando dibuja, hace cosas que van más
allá del guion. Como la de Ribera o el
dibujo de El Escorial, con todas estas capas planas de color, que me pareció
flipante. O la escena en que Velázquez
se ve obligado por el rey a dejar Italia para volver a España. Allí, en una
misma escena, Javier pinta primero a Velázquez como si fuera una caricatura y
luego, de inmediato, pasa a ser dramático.
Javier Olivares:Cuando Velázquez se imagina que se le aparece el rey y le ordena que vuelva
es un personaje cómico. Hasta da saltitos. En cambio, cuando se encuentra con la
madre de su hijo cambia el tono y se vuelve serio. Así que pasa de ser un
personaje caricaturesco, porque el guion entonces es de humor, a otro dramático
porque la ocasión lo requiere.
Santiago García: Eso es mérito de Javier porque yo eso no lo puedo escribir. Y una cosa que
me sorprende es que la gente nos suele decir que es un cómic serio pero, en
cambio, creo que está lleno de humor.
Absence: Por supuesto que tiene mucho humor.En el desarrollo de la historia incluso
hay episodios que me recuerdan a los tebeos de Bruguera. Por ejemplo, la parte
del Conde de Villamediana lo es
claramente. Y eso es muy de tebeo español.
Santiago García: Desde luego, claro que hay Bruguera
y mucho humor. Por ejemplo, cuando Velázquez está pintando el cuadro y entra el
Rey todos se vuelven hacia él y le empiezan a llamar Majestad, Majestad… Todos,
excepto el perro que le llama Felipe.
Javier Olivares: Probablemente, es porque de todos los personajes que había, el único que
tenía derecho a llamarle por su nombre era el perro. Eso es brillante porque es
cierto. Para el perro, Felipe IV no
era el rey sino su amo.
Absence: O la de la historia del matrimonio de Felipe
IV e Isabel de Borbón.
Santiago García:Esta tiene una inspiración muy concreta a partir de “Fabricar historias” de Chris Ware. Yo no sabía cómo resolverla y cuando vi el cómic de Ware
di con la solución. Pero, ¿A qué no lo parece? Porque inspirarse en algo
no es imitar sino entender lo que funciona.
Roser: Por otra parte, detrás de esta historia hay un trabajo de investigación
impresionante.
Santiago García: Es cierto que me ha supuesto todo un trabajo y
esto no lo habría podido hacer si no hubiera estudiado historia del arte.
Roser: Con este cómic me he enterado de cosas que no sabía cómo lo de William Merritt Chase, el pintor
impresionista norteamericano cuya obsesión con Velázquez era tal que hasta
llamó a su hija así: Velázquez.
Santiago García: Es que, a lo largo de la historia, ha habido cantidad de personajes
obsesionados con Velázquez y hay
gente que me pregunta por qué hemos puesto un personaje tan secundario como Merritt Chase en medio de tantos
artistas importantes y yo les digo que
porque no solo las grandes figuras del arte se han visto influenciadas por
Velázquez sino que, también, otros más desconocidos.
Roser: Vuestro libro hasta se podría hacer leer en las escuelas. Sería una buena forma de aprender historia del arte.
Javier Olivares:Quizá serviría para que los chavales tuvieran curiosidad para investigar. Creo que la clave que ha hecho que el libro funcione es porque ha contado nuestra
historia sin prejuicios, sin vergüenza y sin bajar la cabeza y, por otra parte,
porque lo ha hecho de una forma más pop y divertida. En cambio, hasta ahora,
nadie se había atrevido a hacerlo así porque parecía que se trataba de algo
intocable y difícil. Como de película de Pilar Miró y de la compañía de teatro
clásico en verso. En cambio, cuando realizas un acercamiento de forma normal,
como también han hecho en El Ministerio
del Tiempo, te encuentras con que de repente Lope de Vega se convierte en Trending Topic
y descubres que es tan divertido como puede ser Shakespeare o cualquier otro icono cultural. Por ejemplo, a todos
nos pareció que Shakespeare enamorado
era una película muy divertida pero, en cambio, a nadie se le ocurriría hacer Cervantes enamorado. Parecería ridículo
y de risa pero, en realidad, lo es tanto como Shakespeare enamorado o tan divertido y brillante. Entonces… ¿Por
qué no nos atrevemos? Si nuestra historia es tan interesante para contar como
la de cualquier país?
Santiago García: En España tenemos un problema muy grave de memoria histórica que, además,
repercuten en los problemas de identidad que tenemos y en los problemas de
cohesión tanto nacional como social. Hemos querido huir de eso porque pensamos
que tiene una carga política cuando, en realidad, lo que tenemos que hacer es
recuperarlo, entenderlo y hacerlo nuestro. José Riello, el profesor de Historia del Arte de la Universidad Autónoma de
Madrid, dice que le parece muy grave el hecho de que Las Meninas, y muchas otras obras, estén muertas y fosilizadas en
el museo como parte de la cultura española a quien nadie le importa. Por eso,
este libro hace un favor al cuadro de Velázquez
y no al revés porque saca Las Meninas
del museo y hace que la gente las vea.
Javier Olivares: Una de las gracias de nuestro libro es que hay un acercamiento a lo
español pero sin carga ideológica. Hasta ahora, todo lo que fuera español era
patrimonio de un grupo muy concreto.
Absence: Hasta ahora, Javier, no tenías una gran obra por la que la gente te
reconociera. En cambio, Las Meninas lo es. Aunque eres un
dibujante excepcional, no tenías una obra por la que ser recordado.
Javier Olivares:A pesar de haber hecho mogollón de páginas de historietas durante muchos
años y haber editado en libros, necesitaba algo que me diese presencia y Las Meninas lo es. En el fondo, cuando
estaba haciendo este libro, la idea que Velázquez tenía de la trascendencia y
de querer pasar a la historia se podría traducir un poco en la manera en como
yo estaba abordando la realización de este cómic y era pensando en hacer algo que
tuviera un cierto peso. Antes, había hecho los Cuentos de la estrella legumbre, que es un libro que me gusta mucho
y me define muy bien pero es muy marginal y, con él, no puedo salir al escenario
y decir… He hecho esto. En cambio, con Las
Meninas sí.Por tanto, esa intención de trascender de Velázquez me resultaba
muy cercana porque yo estaba haciendo esta obra, siglos después, con el mismo
propósito.
Absence: ¿Velázquez quería trascender?
Roser: Por supuesto que sí. Y eso lo dejáis muy claro al principio del libro
cuando Velázquez, casi al final de su vida, se muestra enormemente preocupado
porque aún no ha pintado su obra maestra.
Santiago García: Creo que hizo Las Meninas para pasar a la posteridad. Los pintores de esa época
tenían el concepto de la fama muy arraigado.
Santiago García: No hay pintor de esa época que se recuerde hoy que
no fuera famoso en su día. Los que entonces no eran importantes tampoco lo son
ahora.
Roser: Pero Van Gogh es posterior y, en su época, la situación de la pintura era
otra. Entiendo que aquí estamos hablando de los pintores barrocos que sí que
eran famosos en vida. Eso lo decís en vuestro cómic. Concretamente, cuando Rubens se encuentra con Velázquez en Madrid y le habla de la
pintura como industria que da dinero y te conduce a la nobleza.
Javier Olivares: Para mí, en el libro, Rubens y Ribera son como el diablo bueno y el
diablo malo que aparecían en los tebeos,
cada uno situado a un lado del personaje diciéndole lo que debía hacer. Pero
lo curioso de todo esto es que no me di cuenta hasta después de acabar el
libro. De hecho, ahora aún sigo encajando piezas de la historia. Además te
puedo decir que en el episodio de Rubens,
las dos primeras páginas estaban entre las 16 que hicimos para el concurso de
FNAC Sinsentido. Por tanto,tienen seis años.
Santiago García:Y todo el diálogo con Rubens también estaba en esas 16 páginas.
Javier Olivares: La totalidad del libro fue dibujada hace dos años excepto estas dos páginas
que tienen seis, pero es que cuando las hice me gustaron tanto que las dejé.
Absence: Y ahora, ¿Cómo las veis? ¿Notáis la diferencia de años?
Absence: Y ahora, ¿Cómo las veis? ¿Notáis la diferencia de años?
Javier Olivares: Yo sí. De hecho, cuando tuve que
dibujar la continuación me di cuenta que no era capaz de dibujar los personajes
de la misma forma, cosa que no deja de ser bonita y terrible a la vez.
Roser: Yo le veo la parte buena, porque significa que has evolucionado y, si lo
hicieras exactamente igual querría decir que ahí hay un estancamiento. Además
esto es algo que siempre me decís los dibujantes en las entrevistas, que cuando
veis dibujos vuestros de hace unos años pensáis que ahora los haríais de forma
diferente.
Javier Olivares: Como dibujante, te das cuenta que no eres el mismo que hace cuatro
años. La forma de dibujar se va
enriqueciendo y cambiando con el tiempo. Y de repente me encontré con que
esas 16 páginas las dibujé hace años y Santiago las había incluido en el guión
del libro.
Santiago García: Javier hace muchos años que está muy maduro y, aunque él lo vea, no tiene
esas variaciones que pueda tener otra gente que parezca que lo hayan hecho dos
personas diferentes y esta es otra de las cosas importantes de Las Meninas, que es un libro de viejos. Sí…
Es un libro que haces con una edad. Además es importante porque, en general,
hay muy pocos cómics hechos a partir de cierta edad. La mayoría de autores
suelen ser muy jóvenes y cuando se hacen mayores, lo que hacen es trabajos de
subsistencia cuando, en realidad, es la edad en la que cualquier escritor
empieza a hacer cosas de verdad. No sé vosotros, pero yo he madurado muy tarde
en todo.
Roser:¡ Dímelo a mí, que ahora empiezo a hacer cosas interesantes!
Absence: La semana pasada leí: “Daniel Ausente, la gran promesa de la novela fantástica española”. Y yo pensé ¿Pero cómo pueden decir que soy la gran promesa si tengo casi 50 años y me puedo morir en cuatro años de un achuchón? ¡No puedo ser la gran promesa!
Absence: La semana pasada leí: “Daniel Ausente, la gran promesa de la novela fantástica española”. Y yo pensé ¿Pero cómo pueden decir que soy la gran promesa si tengo casi 50 años y me puedo morir en cuatro años de un achuchón? ¡No puedo ser la gran promesa!
Santiago García: Vivimos en una sociedad en que todo mira a la juventud. Y dices… Bueno,
perdona… Pues vivo mucho mejor ahora que cuando era más joven. Estoy más
equilibrado, entiendo mejor las cosas… En definitiva, que hay muchas cosas que
hago mejor que antes. En general, he pasado por la vida si entender nada
pero, de pronto, veo que empiezo a entender algo. Por eso digo que es una obra
de viejos, porque no podría haberla hecho hace diez años. Pero matizo que es
una obra de viejos, no para viejos.
Javier Olivares: Los primeros elogios que recibimos sobre Las Meninas no vinieron del mundo del cómic sino del de la
literatura. Luego se ha ido incorporando el del cómic a través de los blogs. Por
tanto, indica que es una obra que no pertenece a ningún colectivo, que es lo
que estábamos buscando. Nosotros no queríamos orientarlo solo al mundo del
cómic. A pesar de que esté realizado en este formato, es un libro que le habla
a cualquier persona.
Santiago García: Una cosa que me toca los cojones es cuando gente culta a la que le gusta la
literatura, el cine, el arte y que conocen muy bien algunas obras experimentales,
viene y te dice que el cómic ahora no mola porque ha perdido la diversión, la
ciencia ficción y tal. En cambio, ellos se dedican a hacer sus obras experimentales.
¿Y no tengo derecho a hacer lo que me da la gana, en el medio que me gusta
para que tú mantengas tu fantasía pulp-trashde
que en cómic solo tenemos derecho a hacer marcianos que vienen a la Tierra y
vivir perpetuamente en un escenario de los años 50? Pues si me gusta lo que
hago, no me vengas a decir que tengo que seguir perpetuando, toda mi vida, los
tebeos de Jack Kirby. Aunque, en
realidad, adoro a Kirby. Es como si les digo que se tienen que pasar la vida haciendo películas dramáticas como
las del Hollywood de los años 50 porque el cine es eso y no tiene que cambiar.
Absence: Creo que hay dos caminos diferentes y que el cómic ha tardado más a
llegar a un punto donde el cine llegó antes. Por ejemplo, ahora aprecio más
cuando el cine va para atrás y el cómic va para adelante. Me lo paso mejor con
una película de Keanu Reeves dando hostias y, en cambio, prefiero leer un cómic
que no vaya de un tío dando hostias. Además, las cosas no tienen porqué ir en
paralelo.
Javier Olivares: De hecho, nadie funciona en paralelo y si es así es que estás muy mal.
Santiago García:Pero, ¿Por qué hay gente que te va diciendo lo que tienes que hacer? Si
luego, en lo suyo, hacen todo lo contrario de lo que te dicen.
Javier Olivares: A mí me gusta mucho esa definición que hacía un historiador del arte sobre
la influencia de los artistas, que decía que era como un pasillo lleno de
espejos y en el que el último pintor no recibía la influencia del primero sino
el reflejo del penúltimo. Así que el reflejo primigenio tú no sabes ni lo que
es porque a ti, lo que te llega es mucho más reciente. El del inmediatamente
anterior a ti, que ya está tan intoxicado que no puedes ni imaginar lo que
sería al principio.
Santiago García: A mí lo que me gusta no es hacer muy bien algo que ya se ha hecho sino
algo nuevo y diferente.
Roser: Pues con Las Meninas lo habéis
conseguido.
Santiago García: Cuando estábamos haciendo el libro, nos dimos cuenta de que no teníamos
modelos porque nunca se había hecho nada parecido. Eso nos daba un poco de
miedo porque, de repente, te encuentras pisando un terreno que no sabes si te
la pegarás o si funcionará.
Javier Olivares: Cuando no tienes modelos, como no tienes referentes, te atreves a hacer
cosas que en otro momento no probarías. Con este libro, he usado todo lo
que he aprendido en toda mi vida. Aquí dentro están Alex Thot, Kirby, Moebius, Guibert, Bruguera…
Era como ir a un chino y coger todo lo que me hiciese falta. Además, lo mejor
de no tener referentes es que, aunque estás perdido, eres libre y entonces te
atreves. Es decir, que me estás obligando a utilizar todo lo que he aprendido.
¡Qué bien!
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