William Frederick Cody. Coronel del
ejército norteamericano, explorador y hábil cazador de búfalos que sirvieron de alimento
de los trabajadores del ferrocarril. Concretamente, de
los obreros que se encargaban de la construcción del Kansas Pacific Railway. De hecho, en el tiempo de diez meses, esos
hombres llegaron a ingerir más de 4.000 búfalos gracias al avituallamiento de
Will Cody, razón por la cual consiguió una medalla de Honor y se ganó el
sobrenombre de Buffalo Bill.
De él se dice que, a los 13 años, se
alistó en el ejército americano como miembro no oficial de los exploradores
para guiar a los soldados hacia Utah. Luego, continuó como soldado de la Unión
realizando incursiones en territorio indio hasta que se retiró y emprendió una
nueva faceta laboral. Fue entonces cuando montó un circo con indios, cowboys y búfalos con el que recorrió los
Estados Unidos y parte de Europa con su espectáculo Buffalo Bill’s Far West. Con él visitó Londres, triunfó en la
Exposición Universal de París de 1889 y, seguidamente, recaló en Barcelona para
quedarse durante cinco semanas.
Buffalo Bill llegó a la ciudad 18 de diciembre de 1889. Ese día, desembarcaba del vapor
“Palma” acompañado de todo su
séquito. Según “La Época”, con él
iban “200
pieles rojas y otros tantos vaqueros, mejicanos y 200 animales, entre caballos,
búfalos y bisontes”. Luego, dio una multitudinaria rueda de prensa (rodeado
de indios y vaqueros) bajo el monumento a Colón.
Dibujo de Pau Febrés, 1889 sobre la llegada de Buffalo Bill a Barcelona |
La Vanguardia, 22/12/1889 |
Entonces Cody era toda una estrella al
estilo de las de Hollywood, amante de la fama y el lujo que se dejaba adular
por las grandes personalidades del momento y, como el Super Star que era, siempre se alojaba
en los mejores hoteles de los lugares que visitaba. Por eso en Barcelona se
hospedó en el Cuatro Naciones (en La
Rambla). En cambio, el alojamiento del resto de la compañía era mucho más austero.
Mientras los cowboys se instalaban en
campamentos erigidos específicamente para ellos, los indios lo hacían a parte,
separados de los primeros, para evitar enfrentamientos entre ellos. Sobre los
indios, “La Iberia” (22/12/89) decía
que no se les permitía salir de las tiendas a no ser que fueran acompañados de
otras personas de la compañía que los pudieran controlar “pues son temibles y cometen toda clases de desmanes al llegar a probar
bebidas alcohólicas”.
El campamento de los indios en pleno Eixample de Barcelona. Foto: A. Carbonell i Fita (Arxiu fotogràfic del CEC) |
El lugar escogido para las
representaciones era un hipódromo, ubicado en Gracia, construido expresamente
para la ocasión. Concretamente, en la esquina entre las calles Aribau y
Rosselló, cuya entrada principal se encontraba en la calle Muntaner.
La Vanguardia, 22/12/1889 |
Según las crónicas de la época, el precio
de las entradas era elevado. Por otra parte, “La Vanguardia” recogía en una noticia que, durante las dos
primeras funciones, hubo entradas que fueron pagadas con billetes falsos y,
aunque en la primera representación acudieron al evento unas 7.000 personas, la
actuación no tuvo la repercusión mediática que Buffalo Bill esperaba.
La Vanguardia, 09/01/1900 |
La Vanguardia, 09/01/1900 |
Por lo que cuenta“La Vanguardia”, el 22 de
diciembre de 1889, el espectáculo constaba de tres partes: presentación de las
costumbres de los habitantes del Oeste, agitación y ejercicios de tiro.
Básicamente, eso era una demostración de montura sobre caballo y
representaciones de escenas como el ataque de los indios a un tren de
emigrantes, a una diligencia y la
reproducción de la famosa batalla de Litle big Horn,
en que el Teniente coronel Custer se enfrentó a los indios. Evidentemente, en
el espectáculo, Buffalo Bill adoptaba el rol del Coronel Custer.
La Vanguardia, 22/12/1989 |
Según la prensa local, la llegada a la
ciudad de pieles rojas, búfalos y bisonte ya era todo un espectáculo en sí. A
menudo, los indios y los mejicanos del espectáculo salían a recorrer la ciudad
a lomos de sus caballos, en procesión, acompañados de una charanga. Sobre ello, la prensa también recuerda que no había indios en Barcelona desde que, en 1493,
Cristobal Colón volvió de su primer viaje a América y fue recibido por los
reyes católicos. Y, en cuanto a bisontes, dice que fueron vistos por última vez
en 1877 cuando llegó el domador Bidel
con varios ejemplares de animales desconocidos para el público barcelonés. Domador
que, durante una actuación en París unos años después, casi fue devorado por
uno de sus leones.
A lo largo de la historia se ha escrito
mucho acerca del mito de Buffalo Bill. Ned Buntline,
fue el primero en hacerlo a finales del siglo XIX, con varias novelas acerca de
su persona. Más recientemente, en el año 2010, Jordi Solé publicaba su novela “Barcelona Far West”sobre la estancia de
Buffalo Bill en la ciudad. Una mezcla de realidad y ficción, que cuenta la
historia de un joven periodista del Diario
de Barcelona que recibe el encargo de entrevistar al héroe americano.
Artículo de Ned Buntline publicado en el New York Weekly |
Sobre esas cinco semanas en Barcelona hay
infinidad de historias que tienen más de leyenda urbana que de verdaderas. Una
es la de los dos niños que fueron secuestrados y se acusó de ello a los indios
del show. Historia que Jordi Solé no considera verdadera, tal como le contaba en
esta entrevista concedida a Jacinto Antón para “El País”.
Lo que sí es cierto es que la llegada de
los americanos coincidió con una epidemia de gripe y que varios indios del
espectáculo cayeron enfermos, teniendo que ser ingresados en el Hospital de la
Santa Creu. Hay quien dice que algunos fallecieron y fueron enterrados en la
ciudad pero eso nadie lo ha podido confirmar. En cambio, sí es verdad que un
par de sioux enfermaron de viruela y acabaron en el mismo hospital. Por otra
parte, quién sí murió (pero de forma natural) fue el jefe de pista, el coronel
Frank Richmond, cuyo cuerpo fue embalsamado y enviado de vuelta a su país.
Otra historia más sobre su estancia en
Barcelona es acerca de un terrible dolor de muelas que le obligó a acudir al dentista para que le extrajera el molar. Dicen que el
dentista, en lugar de cobrar por su trabajo, prefirió quedarse la pieza de
recuerdo y dejarla expuesta en el Hospital de Sant Pau hasta que, al cabo de
unos años, misteriosamente desapareció.
Al final, el mito Búfalo Bill acabó arruinado.
En 1913 la compañía entró en quiebra y en Nueva York se celebró una subasta con
todas sus pertenencias. Incluido“Isham”,
su caballo blanco. Suerte que el nuevo propietario del animal se apiadó de él y
lo devolvió a su antiguo dueño.Según el diario “La correspondencia de España”, cuando Buffalo Bill supo que su
caballo iba a volver con él, se puso a llorar. Luego, cuatro años después, Will
Cody murió.
Molt bon apunt. Per cert, d'on heu tret el dibuix de Pau Febrès.
ResponderEliminarMoltes gràcies! El dibuix és a l'Arxiu Històric de Barcelona.
EliminarSegún la leyenda urbana uno de los indios lo enterraron en el cementerio de Poblenou... si tuvieramos acceso a los archivos del hospital seguro que nos acalararian muchas dudas sobre el ingreso, estancia y alta de los indios enfermados durante su visita a nuestra ciudad.
ResponderEliminarLo de que murieron indios es lo que tu dices, leyenda urbana. El único que murió del espectáculo fue el jefe de pista y, por lo que parece, no tuvo nada que ver con la gripe.
EliminarUn beso Andrés
De hecho aquí hay algo de información sobre los registros del Hospital de la Santa Creu de estos singulares pacientes.
ResponderEliminarhttp://desantacreuasantpau.blogspot.com.es/2012/07/charging-crow-i-black-hawk-de-lhospital.html
Luego vi esta entrada del blog de Ricard Martínez y él me comentó que el libro de registros de altas y bajas está en el Archivo Histórico del Hospital de Sant Pau y se puede consultar. Un día que tenga tiempo me acercaré a verlo.
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