domingo, 15 de marzo de 2015

"El Vaquilla", "El Piruli", "El Montoya" y el Asilo Durán

El Vaquilla a los 19 años
En 1976 El Vaquilla tenía 15 años. A pesar de su corta edad, llevaba una larga carrera delictiva y por eso se hallaba preso en el Asilo Durán, un reformatorio regentado por los miembros de la Congregación religiosa de San Pedro Ad Vincula ubicado en la calle Vilana (en la Bonanova) desde 1942, justo donde ahora está la Clínica Tecknon.

El Asilo Durán en 1904 cuando estaba ubicado en la calle Tuset
El 5 de marzo de 1976, “El Vaquilla” y “El Piruli” se fugaron de allí dejando atrás a su colega “El Montoya” (según La Vanguardia del 7 de marzo) o  “El Campanilla” (según el mismo diario una semana después). El sábado 6 de marzo volvían a por él armados con una escopeta y una pistola del calibre nueve largo, suceso que fue noticia en la prensa:



Un año después de ese suceso, José Antonio de la Loma dirige Perros callejeros, una película inspirada en la vida del Vaquilla. De hecho, el director quería que El Vaquilla se interpretara a sí mismo, cosa que no fue posible por hallarse preso en La Modelo. Así que el papel de “El Torete” recayó en Ángel Fernández Franco, otro conocido delincuente del momento que acabó siendo en protagonista de la saga de películas de cine quinqui español.



Juan José Moreno Cuenca fue delincuente casi desde que nació, momento en que también recibiría el sobrenombre con el que se hizo famoso. Dicen que por culpa de su tío, que consideraba que sus deposiciones “parecen la mierda de una vaca”. Así que, de parecer una mierda de vaca pasó a ser “El Vaquilla” para el resto de sus días hasta que murió en prisión, en diciembre de 2003, a causa de una cirrosis por tanta droga y alcohol.

La Vanguardia 07/03/1976
Para terminar, aquí dejo el vídeo de una de sus muchas detenciones. Ésta en pleno Eixample de Barcelona en 1984, tras fugarse de la prisión de Lleida II.

domingo, 8 de marzo de 2015

Para entender el autismo: Yo veo lo que tú no ves (CaixaForum)

Ilustración de Flavio Morais para la exposición "Yo veo lo que tú no ves"

Miguel Gallardo sabe bien lo que es el autismo porque María, su hija de 20 años, fue diagnosticada de TEA (Transtorno del Espectro del Autismo) cuando tenía 8. Entonces se confirmó que era una niña especial pero, mucho antes, Miguel y May (madre de María) ya se habían percatado que su hija no era como los demás. Todo esto que os cuento está perfectamente explicado en María y yo, el cómic (luego película) sobre la relación con su hija y, también, en el cortometraje “El viaje de María”.




Gracias a su profesión, Miguel tardó poco en descubrir que sus dibujos le servían para comunicarse con María. Ella, por su parte, pronto le empezó a pedir más y más dibujos. Tantos, que incluso afectó a su forma de dibujar teniendo que pasar a utilizar un trazo más rápido y sencillo.



María y yo (Astiberri, 2007)

Tanto estar en contacto con personas diagnosticadas de TEA y asociaciones relacionadas con el autismo han hecho de Gallardo un experto en el tema, cosa que propició la posibilidad de realizar una exposición en la que arte y autismo  se interrelacionasen. De eso hace ya un par de años y surgió a partir de una muestra realizada en Alemania en el 2010 (por la asociación AKKU) que fue presentada en la Documenta de Kassel. El presidente de la Asociación Catalana de Autismo y Asperger conocía la exposición y contactó con Miguel para hacer algo parecido en España. Al final, Miguel Gallardo y Clara Laguillo (ambos comisarios) han conseguido armar un espacio en CaixaForum con más de 50 obras realizadas por autistas. Una de ellas es María con sus dibujos de gente con la boca abierta gritando aunque al principio Miguel pensara que dibujaba a los pajaritos de los Angry  birds”. De hecho, tuvo que ser un amigo suyo autista quien le indicara lo equivocado que estaba y hacerle caer en la cuenta que es cierto, que María se agobia cuando se ve rodeada de un grupo de gente que está hablando a la vez y que así es como lo expresa. De ahí el nombre de la muestra: “Yo veo lo que tú no ves” porque los autistas están en otro mundo, ven cosas que nosotros jamás sabríamos ver y tienen una memoria prodigiosa además de una imaginación desbordante.


Durante una visita guiada a la exposición Miguel nos cuenta que los autistas suelen seguir un mismo patrón como es la repetición y fijación (incluso obsesiva) de determinadas cuestiones como en el caso del hombre que construye maquetas de ciudades infinitas o el de Erik, un niño de Hamburgo que a los 6 años leyó Hansel y Gretel. Cuando acabó cogió papel, lápiz y trazó un mapa para que los protagonistas del cuento no se volvieran a perder. Ese mismo niño, años después estuvo en Barcelona en casa de Gallardo. Un piso repleto de muñecos que harían las delicias de cualquiera de su edad. En cambio Erik no les prestó la menor atención. Lo que en realidad le interesaba eran los tubos de la calefacción que recorrían la casa y que luego dibujó con todo detalle.





Esta no es la primera vez en que se muestran las conexiones entre el arte y las personas discapacitadas. En el año 2001 el MACBA presentaba la exposición La Colección Prinzhorn. Trazos sobre el bloc mágico", una colección de obras realizadas por pacientes psiquiátricos entre finales del siglo XIX y principios del XX reunida por el psiquiatra e historiador del arte Hans Prinzhorn que pretendía crear un museo con ellas. De hecho, “Yo veo lo que tú no ves” empieza con unos dibujos de interiores de vagones de metro que forman parte de esa misma colección.

Colección Prinzhorn (1980-1981)