Llega el
Salón del Cómic
y, así como el año pasado junté a unos cuantos autores para que me contaran su
experiencia como
cartelistas del Salón, esta vez he hecho lo propio con otros seis que, en algún momento de su vida, han recibido el premio al autor
revelación. Ellos son
Jaime Martín,
Mauro Entrialgo, Pep Brocal, Albert Monteys, David Sánchez y
Oriol Hernández. A los que teníamos más
a mano,
Daniel Ausente y yo los
llevamos a comer al restaurante pakistaní en el que acostumbro a hacer las
entrevistas. Los demás, se añadieron a la conversación unos días más tarde por
vía telefónica y, aunque es bastante
evidente, no
revelaré con quién compartimos el pollo al curry y con quién no.
Roser.- No sé qué pensaréis vosotros al respecto pero a mí me parece que el de
autor revelación es un premio muy importante. Casi más que el de mejor obra.
David Sánchez.- Para mí es el más chulo y el que mola más de ver como espectador. Y como
autor también, por supuesto.
Jaime Martín.- Desde luego es así ya que se otorga a alguien que está empezando y,
quieras que no, eso ayuda a su lanzamiento como autor. Además, el premio va muy
bien porque, cuando eres novato en esta profesión, tienes dudas por todo. Al
menos a mí me ocurría.
Albert Monteys.- Lo que sí es cierto es que es muy importante para el autor.
Oriol.- Y eso es porque, al ser un premio votado por tus compañeros, te hace
sentir respaldado.
Mauro Entrialgo.- Pues yo no estoy tan de acuerdo con vosotros… Es verdad que el premio debería ser para la gente que empieza y que
ahora ya es así. De hecho, en los últimos años han aparecido muchos autores
nuevos y, cuando salen las nominaciones cada año, incluso hay nombres que no
conozco. Pero cuando a mí me dieron el premio era diferente.
David Sánchez.- ¿Mauro fue autor revelación?
David Sánchez.- ¡Toma ya! ¡De lo que se entera uno!
Pep Brocal.- Yo coincido con la opinión de la mayoría. Si alguien
necesita un empujón en su carrera es quien, en ese momento, se está formando. Incluso
a nivel de dotación económica debería estar mejor contemplado.
Daniel Ausente.- Hace un par o tres de años, el premio al autor revelación desapareció y recuerdo que protesté bastante por twitter. Al final, creo que fue
Álvaro Pons quien, por su cuenta, conectó con una fundación y consiguió que fuera ella
quien entregara el premio y, desde entonces, se ha hecho siempre así. En
cambio, el premio al mejor divulgador también saltó y jamás se volvió a
instaurar.
Mauro Entrialgo.- En mi época las normas eran otras. Para optar al
premio tenías que tener un libro publicado, monográfico e independiente y
entonces era muy difícil editar un álbum así. Después se convirtió en algo
obligado porque dejaron de salir las revistas y luego, en la época de Monteys,
empezó la moda de los comic books. Pero cuando yo gané, para sacar un
monográfico tenías que ser un tío que llevara muchos años trabajando.
Roser.- Yo ya te seguía y leía todo lo que hacías… Incluso publicabas en diarios de
gran tirada como El País. Por tanto, de autor novel ya no tenías nada.
Mauro Entrialgo.- No, nada. Hasta me sorprendió que me nominaran
porque, además, siempre habíamos estado
en otros centros de la periferia de los tebeos. Es decir que, hasta
entonces, en Barcelona nunca nos habían
hecho mucho caso. Ni lo que sacábamos en el
TMEO ni nada que estuviera hecho
fuera de lo que antes era el centro editorial. En relación con todo esto, me
llamó la atención un libro que salió ese año, editado por
Glénat. Era un
catálogo de todo lo publicado el año anterior donde se hacía una especie de
resumen de los álbumes que habían salido. Allí estaba
“Herminio Bolaextra” y eso me sorprendió… Incluso pensé
“¡Ahí va! ¡Hasta se han enterado que ha
salido Herminio!”. Y hasta había quien lo dejaba bien y todo.
Roser.-A ti, Oriol, el premio te llegó justo en el momento oportuno y supongo
que te haría ilusión.
Oriol.- ¡Joder, tú dirás! ¡Claro que sí! Además, el año pasado, al principio se
montó un pollo con lo de que no dejaban optar al premio obras que previamente habían
sido publicadas en otros países, como era mi caso y el de algunos compañeros.
Cuando salió esta norma se lió parda en internet porque, en años anteriores, no
pasaba nada si el cómic se había editado primero fuera. Con este cambio quedábamos
excluidos todo un grupo de autores que no podíamos optar al premio extranjero,
por ser españoles, ni al premio nacional, por haber publicado primero fuera de
España. Y éramos mayoría.
Roser.- Pero al final ganaste aun habiendo publicado primero
“La piel del oso” en Francia. Por tanto, conseguisteis cambiar las
normas.
Oriol.- Sí, lo conseguimos. Y ahora, para optar al premio, te piden tener editada
una o dos obras.
Roser.- Cuando ganasteis ¿El premio llevaba dinero asociado?
Jaime Martín.-Sí y, aunque no lo recuerdo bien, me suena la cifra de 250.000 pesetas.
Albert Monteys.- Pues yo creo que pillé algo más que tú pero no estoy seguro. Igual fueron
500.000,-
Pep Brocal.- A mí esa cifra no me dice nada… Me suena algo con el número 2 delante…
Mauro Entrialgo.- Yo creo que eran 100.000 pesetas. Después hubo un
año en que lo multiplicaron por dos. Luego, con el tiempo el importe fue
subiendo y esto fue porque, en un momento dado, recortaron los distintos
premios para que los que quedaban tuvieran una cantidad más decente.
David Sánchez.- Ahora no sé cuánto es porque, después de mi año, lo volvieron a cambiar. A mí me dieron 3.000 pavos pero fue previo
a la reforma de la que antes hablaba Dani, en que Álvaro Pons consiguió que el
premio se otorgara a través de una fundación.
Oriol.- Ahora son 3.000. Es lo que recibí el año pasado y este año se mantiene
igual.
Albert Monteys.-¿Y qué hicimos con el dinero? Yo creo que me compré un ordenador. Mi primer
MAC.
Mauro Entrialgo.- Yo lo invertí en una guitarra eléctrica que me
compré en Nueva York.
David Sánchez.- Yo no tengo ni idea…Pagaría el alquiler, supongo. No recuerdo haberlo
invertido en nada especial.
Oriol.-Yo me compré un Ipad y un móvil, porque no tenía. Y
aún me sobró dinero, claro.
Jaime Martín.- A mí el dinero me fue muy bien para salir de la poza económica en la que
estaba metido, además de darme un subidón en autoestima. Por aquél entonces yo
tendría unos 23 años y dibujaba en
“El Víbora” al lado de un montón de personajes reputados. Yo ahí era el
pardillo de la editorial y el premio me fue muy bien para empezar a sentirme un
poco más cercano a todos ellos. Además, me hizo mucha ilusión por mi madre… Me
acuerdo que un día llegó una carta del alcalde de l’Hospitalet felicitándome y a
ella eso le hizo mucha gracia. Pero aún se alegró más el día que llegó un
telegrama de
Iniciativa per Catalunya porque era el partido al que siempre
votaba toda mi familia y me vino diciendo
“mira
hijo… ¡Los nuestros te felicitan!”
Oriol.- Para mí el premio significó mucha tranquilidad a la hora de trabajar, ya
que me llegó en un momento en que me había pulido casi todos mis ahorros y vivía al
día. Así que el dinero me fue muy bien para dibujar con más calma y no tener que hacer, a toda prisa, las
páginas del cómic nuevo.
Daniel Ausente.- ¿Y a los demás también os felicitaron políticos y autoridades?
Pep Brocal.- A mí no.
Albert Monteys. -Yo no recuerdo que me pasara nada especial aparte
de que los dos días siguientes fueron bastante movidos con entrevistas, de un
lado para otro, en los medios de comunicación. Pero nada más.
Oriol.- A mí tampoco me felicitó nadie. Lo que sí hubo es
cierta repercusión en los medios de comunicación y me hicieron unas cuantas
entrevistas.
Mauro Entrialgo.- A mí no me felicitó nadie, aunque sí que me
dedicaron un artículo en
“El correo”,
que es el diario que todo el mundo lee en Vitoria. Me sorprendió porque fue a
iniciativa propia, sin que yo hubiera ido a pedírselo, pero nada más.
Luego seguí en el
TMEO y haciendo lo de
“El Víbora” que, entonces, estaba en mi
segunda temporada en la revista. Además, el premio me llegó en un momento en que también me dedicaba a
otras cosas. Hacía guiones para teatro, cine y televisión. Lo del teatro duró unos cinco
años. De 1994 a 1999.
David Sánchez.- Yo tampoco recibí ninguna felicitación especial. Aparte del dinero y de
la ilusión personal que me hizo, me quedé un poco flipado porque pensaba que
tendría algo más de difusión en los medios. En cambio, solo salió en un par
de periodicuchos.
Mauro Entrialgo.- En Barcelona creo que le dais demasiada importancia al Salón del Cómic. Imagino
que es porque los medios de comunicación le deben dar bastante repercusión pero
fuera no es así. Además, la cosa ha ido bajando con los años. Ya os he contado
que, cuando me dieron el premio, en Vitoria solo se publicó un artículo sobre
ello y, en los últimos años, ya no he leído casi nada en la prensa vasca. Solo
cuando les vendieron lo de dedicar el Salón del Cómic al País Vasco. Entonces
sí.
Daniel Ausente.- ¿Y qué era más importante para vosotros, el prestigio del premio o el
dinero?
Pep Brocal.- Para mí el dinero.
Jaime Martín.- En aquél momento la pasta me fue muy bien.
Oriol.- La pasta ayuda porque llega en un momento en que aún no tienes la carrera
hecha.
Albert Monteys.- Pues yo creo que ambas cosas son importantes. En tu caso, Jaime, supongo
que es normal que el dinero te fuera bien porque serías muy joven y estabas al
principio de tu carrera.
Daniel Ausente.- Es triste porque ahora, para ganar un premio en el Salón, hay que hacer
una novela gráfica bien gorda.
Roser.- En cambio tú, Albert, ganaste con un cómic muy corto.
Albert Monteys.- ¡Sí, de 24 páginas! Y eso me daba mucha vergüenza. En esa época, solía
hacer tebeos con una peña de cuatro y me apetecía hacer algo yo solo. Entonces,
en los 90, era un momento muy raro en que se suponía que lo que se vendía era
el formato
comic book, que era barato
y se podía asumir hacer algo así. Por tanto, no me plantee hacerlo de otro
modo. Y, aunque era la época de
Frank Miller también era la época de los primeros
"Eightballs" y los primeros
"Hates" y, por tanto, era un formato que
podía dar de sí. Además, yo ya había hecho
cómic
book en ese primer momento, aunque
en España también había
“Tess tinieblas” y otras cosas en ese mismo formato.
David Sánchez.- Al principio lo que quería era publicar en alguna revista y, en este caso,
fue en
“El Manglar”, que era casi la
única que había. Bueno… También estaba
“El jueves” pero es una revista de humor y no es lo mío. Así que probé con
“El Manglar”. Hice una primera historia con
la intención que se quedase solo en eso pero me hicieron seguir y empecé a
publicar por capítulos. Al final, la revista cerró y yo me quedé con la
historia a medias.
Roser.- Y la acabaste por tu cuenta sin saber donde la podrías publicar…
David Sánchez.- Ya que la tenía tan avanzada, la acabé.
Roser.- Me gustó porque es una historia retorcida y malsana, totalmente
influenciada por
David Lynch. Además, me daba mucho yuyu y me atraía a la vez.
David Sánchez.- Es que de eso se trata, ya que si solo causa repulsión en el lector nadie
me va a leer.
Roser.- Una cosa que me sorprende, Mauro, es que te dieran el premio con un cómic
tan políticamente incorrecto. Porque “Herminio
Bolaextra” es muy salvaje… El tipo es todo un hijo de puta.
Mauro Entrialgo.- Es un humor al que nunca le habían hecho mucho
caso ni me esperaba que le pudieran dar ningún premio un poco decente.
Roser.- Eso me lleva a pensar en sí, ahora, una historia tipo
“Herminio” podría ganar algún premio en el Salón. ¿O más bien
tienes que hacer un tocho de novela gráfica, como antes decía Dani?
Mauro Entrialgo.- Pues te iba a decir que no lo sé pero veo bastante
claro que no, que algo como
“Herminio”
no ganaría por la razón que se exige un producto más cercano a lo que tú dices.
Desde que cambiaron las bases, permitiendo votar otro tipo de producción que no
hubiera sido agrupada en papel, aún no se ha dado ningún premio así como, por
ejemplo, los chistes publicados por
Manel Fontdevila en el diario
“Público”
durante ese año. Es decir que, aunque existe la posibilidad, es un premio que
no se ha dado.
Daniel Ausente. -¿Os acordáis de los otros autores que también estaban nominados el año en
que ganasteis?
Albert Monteys.- Yo no me acuerdo de nada…
Roser.- Pues yo sí te puedo recordar que
“Calavera
lunar” también optaba al premio como mejor obra de autor español y mejor
guión. Por tanto, ese año estuviste nominado en tres categorías por el mismo
cómic. Además, anteriormente, ya habías conseguido un premio en el Salón. Fue
en 1994 por
“Mondo lirondo” como
mejor fanzine.
Albert Monteys.- ¡Es verdad! Estuve triplemente nominado aunque lo de mejor obra era
totalmente absurdo por ser un tebeo tan corto.
Mauro Entrialgo.- El año en que gané, “Herminio” también estaba nominado en otra categoría. Creo que a
mejor obra, pero si se hubiera llevado el premio me habría parecido un poco
demencial. Luego, en los siete años siguientes me nominaron siempre pero nunca
más volví a ganar nada.
Roser.- Bueno, el TMEO consiguió el premio al mejor fanzine.
Mauro Entrialgo.- Sí. ¡Y lo hizo dos veces! Uno antes que me dieran
el premio por “Herminio” y otro
después, en el 2001.
Oriol.- Aunque yo no había leído “Azul y
pálido”, un amigo mío sí lo había
hecho y me habló muy bien de él. Yo iba muy perdido porque,
para ser honesto, te diré que casi no había leído ninguno de los otros
nominados. Luego, tras los premios, Pablo me vino a felicitar y yo le tuve que
decir la verdad, que aún no me había leído el suyo.
Pep Brocal.- A mí, ganar el premio no me supuso nada en ese momento, creo. Pero el
hecho de tener que montar una exposición para el año siguiente me activó de
alguna manera y me hizo empezar a pensar de forma más profesional.
Roser.- Para la mayoría de vosotros, de todo eso hace muchos años y erais muy
jóvenes.
Albert Monteys.- Yo tendría 24 o 25 años y hacía un par de meses que había empezado a
trabajar en “El Jueves” pero a ellos,
eso del premio, les traía sin cuidado. No mostraron ningún entusiasmo especial.
David Sánchez.- ¿Tantos años llevas en “El jueves”?
¡No puede ser!
Daniel Ausente.- En cambio, en tu caso,
Jaime, sería algo distinto porque tú estabas en
“El Víbora”, con los grandes del cómic y
ganaste por el primer
“Sangre de barrio”.
David Sánchez.- Uy, pues ganaste hace mucho…Yo aún estaba en el instituto.
Roser.- Tengo entendido que quien te ofreció la posibilidad de publicar una
historia larga en
“El Víbora” fue
Berenguer…
Jaime Martín.- Sí… Hasta entonces yo solo había dibujado un guión de
Onliyú y otro de
Pons. Luego,
Berenguer me propuso hacer una historia
larga para publicar en álbum en la colección
“Historias completas”. Imagino que, al principio, eso me frustró un
poco porque yo lo que quería era publicar en la revista, como todos los demás.
Albert Monteys.- Pues a mí las “Historias completas” me
gustaban mucho. Además eran muy baratos. Valían unas 250 pesetas…
Mauro Entrialgo.-Yo creo que valían 100…
Jaime Martín.- Una vez pasado el susto, ya estuve contentísimo
con ello. Y me acuerdo mucho de ese día, volviendo a casa, dándole vueltas a la
cabeza pensando en dar con una buena historia porque, si era un fracaso, no me
querrían volver a ver por allí.
Roser.- Y al final se te ocurrió hablar de algo que
conocías bien… Una historia sobre unos chavales de l’Hospitalet de Llobregat. Precisamente,
tú eras de allí.
Jaime Martín.- Tiré por lo fácil y me decidí por hacer una
historia más o menos cercana.
Daniel Ausente.- En “El
Víbora” sí que le deberían dar importancia a tu premio ya que se trataba
del cómic de uno de sus autores, publicado en una de sus colecciones ¡Supongo
que no harían como en “El Jueves” con
Monteys!
Jaime Martín.- ¡Hombre si! Ahí sí que se alegraron.
Roser.- ¿Y tú,
Pep? Me tienes un poco descolocada porque,
habitualmente, el premio se suele dar por una obra concreta. En cambio, contigo
es distinto. Lo ganaste por varias obras, sin destacar nada en concreto. Habías
publicado
“Mr. Brain”…
Pep Brocal.-Yo creo que no me lo tenían que dar.
Roser.- ¿Cómo dices?
Pep Brocal.- A ver… Yo no estaba metido en ningún grupo
concreto sino que colaboraba con gente distinta. Por esa época había iniciado
una serie de cómics con
Felipe Hernández Cava que se solapaban con mis colaboraciones en
“Ruta 66” y en la revista
“Viñetas”. También había hecho varias
historias a medias con
Manel Fontdevila.
Además, lo de
“Hola terrícola”
también coincidió por esas fechas y, aunque no recuerdo exactamente cuándo lo empezamos, en 1994 aún estábamos con él.
Roser.- Mauro, tú en 1994 también eras un autor reputado.
Eras muy conocido y habías publicado en muchos sitios.
Mauro Entrialgo.- Llevaba 12 años publicando en un montón de
revistas y periódicos. Pero no solo yo sino que los dos premiados anteriores,
Miguel Ángel Martín y
Calpurnio, incluso eran mayores que yo y también eran
autores con mucha experiencia.
Roser.- En cambio, lo curioso de tu caso, David, es que empezaste tarde en el mundo
del cómic. Incluso te diría que has hecho el camino a la inversa de lo que
suelen hacer tus compañeros de profesión. Empezaste como diseñador gráfico y,
de ahí, pasaste al cómic.
David Sánchez.- Es que mi objetivo era ganarme la vida dibujando fuese lo que fuese. Empecé
creando una
marca de camisetas con un tío y vi que podía vivir de eso. Luego ya
empecé a publicar en prensa y, poco a poco, fui consiguiendo mis objetivos. El
paso siguiente era publicar un cómic porque era algo que siempre había querido
y era una espina que tenía clavada. Lo había intentado mil veces pero sin que
me acabara de convencer el resultado. A veces no me gustaba la historia, otras
el dibujo… Me desanimaba pensando que era mucho curro y, al final, tuve que ser
todo un adulto para ponerme en serio.
Roser.- Pues entonces el premio del Salón te debería llegar en el momento más
oportuno.
David Sánchez.- Cuando lo recibí yo tenía mi vida hecha y todo montado. Me hizo mucha
ilusión, y la pasta no me vino nada mal, pero no fue como si me lo hubieran
dado a los veinte años, cuando empiezas en esto y aún vives con los padres. ¡Yo
tenía 30 años!
Roser.- Esto que decías antes, Pep, sobre hacer cómics a medias con compañeros de
profesión y dibujar los guiones de otro autor,
siempre me gusta saber cuál es vuestra preferencia.
Pep Brocal.- Cuando empiezas en el mundo del cómic es bueno colaborar con todo el que
puedas. Luego, cuando al final encuentras tu propio tono, creo que es mejor
intentar explicar las historias desde tú mismo. Poder narrar y dibujar a la vez
es ideal para un autor de cómic. Es como la prueba del algodón, la constatación
definitiva de cuál es tu forma de narrar, sea mejor o peor pero, al fin y al
cabo, es la tuya.
David Sánchez.-Yo no me planteo hacer guiones para otro ya que soy dibujante, no escritor.
Los guiones de mis historias los hago mientras dibujo. Por tanto, no se me
ocurre que pueda hacer un guión para nadie y, en el caso contrario, tampoco. Me
parece demasiado trabajo ponerme a dibujar una historia que no sea mía.
Realmente no me apetece. Quizá si fuera un dibujante muy rápido y con mucho
método igual sí que lo haría pero no soy así. A mí me cuesta horrores y lo que
a mí me gusta es dibujar mis cositas.
Oriol.- Yo ahora estoy muy a gusto con lo que hago. Con
Zidrou a veces comento
cosas que se me ocurren que podríamos hacer pero él se ocupa de la historia y
los diálogos. Así, que, con que me haga un poco de caso con lo que le propongo
ya me parece bien. Por otra parte, yo no tengo ni idea de escribir. Yo soy
dibujante.
Mauro Entrialgo.- Yo prefiero hacerlo todo porque así tengo que
hablar con menos gente. Quería ser dibujante para hacer mis propias historietas
aunque, por otra parte, también me gusta hacer un poco de todo. Por ejemplo, he
escrito guiones para otros dibujantes, como
Javi Rodríguez, y es algo que
también me gusta porque me encuentro como en una película con mayor
presupuesto, en la que puedo pedir que dibuje un ataque aéreo con un
portaaviones, si me parece oportuno. En cambio, en un cómic mío no podría
hacerlo porque no sé dibujarlo.
|
Javi Rodriguez/Mauro Entrialgo
"El Víbora" núm. 248, Septiembre 2000 |
Roser.- Además, para colaborar con alguien, uno y otro han de entenderse muy bien,
¿no?
David Sánchez.- Claro. Además, depende de cómo te planteen la cosa te joden vivo ya que
cada uno dibuja en función de lo que le sale mejor. Imagínate que me piden
hacer un plano general de algo que no sé dibujar…
Oriol.- Eso depende mucho del guionista con el que trabajes. En mi caso, colaborar
con Zidrou es fácil. No es un tipo que te haga cambiar cosas porque lo que has
hecho no se ajusta a lo él quiere sino que, una vez acaba el guión, me deja
trabajar con total libertad. De hecho,
no conozco ningún dibujante que no se lleve bien con él.
Pep Brocal.- En cualquier momento de tu carrera, colaborar con alguien con quien
tengas alguna afinidad especial siempre es enriquecedor e incluso puede acabar
siendo un estímulo.
Daniel Ausente.- Lo de hacer cómics con guión de Felipe
Hernández Cava supongo que son puntos a la hora de recibir un premio del
Salón.
Pep Brocal.- Ahora no lo pillo…
Daniel Ausente.- Pues eso… Que es un guionista de buena reputación y eso debe contar a la
hora de dar un premio. Como antes decías que no te tenían que dar el premio
cuando lo ganaste…
Pep Brocal.- Bueno… Me imagino que sí y que en realidad todo va sumando. Ese año me
ocurrieron bastantes cosas. Supongo que el hecho de haber ido publicando en
distintos sitios, aunque fuera a salto de mata, hizo que fuera acumulando
experiencia hasta el punto que yo mismo pensara que ya no me tocaba ganar el
premio al autor revelación por la razón que no era tan joven e inexperto… ¡Ya
llevaba un buen número de cosas publicadas! De todos modos, el premio siempre
es bueno y sirve igual. Ni que sea para subirte el ego aparte de la dotación
económica, que casi era lo más interesante. Por otra parte, me acuerdo que en
el paquete del premio iba incluida una noche de hotel en Barcelona, durante el
Salón.
Albert Monteys.- ¡Eso tú, que vivías fuera de la ciudad! Pero como yo era de aquí me tuve
que quedar en casa ya que a los de Barcelona no se les pagaba el hotel.
Pep Brocal.- ¡Para mí fue un lujo absoluto! Quizá incluso era la primera vez que me
alojaba en un hotel. Y no solo eso sino que era una invitación para dos
personas, por si querías venir con la pareja. Lo que ocurre es que yo entonces
no tenía novia y vine con Manel
Fontdevila.
Daniel Ausente.- Yo sé el caso de una persona, nominada varios
años, que al final ganó el premio y que luego me comentó… “¡Vaya, es una pena porque ahora ya no me invitarán más al hotel!”
Jaime Martín.- Yo no sabía que los nominados tenían derecho a una noche de hotel y,
cuando me nominaron por
“Lo que el viento trae”, nadie me lo dijo
. Lo supe
más tarde. Entonces vivía en La Garriga y vine en tren. Lo malo fue que, al
volver después de la cena, me tuve que pegar una carrera de la hostia para no
perder el último autobús y, encima, me caí y me torcí el tobillo. Así que
llegué a casa con un pie que parecía la pata de un elefante y, al día
siguiente, no pude acudir a la sesión de firmas que tenía concertada. Y luego,
al final, resulta que me podría haber ahorrado todo ese drama si alguien me
hubiera dicho que tenía derecho a una noche de hotel.
David Sánchez.- Yo he estado varias veces invitado al hotel porque, aparte de la vez que
gané, he estado nominado en otras ocasiones y siempre me han pagado una noche.
Además, como en Barcelona viven unos amigos míos de toda la vida, siempre que
voy me alojo en su casa. Excepto la noche en que me pagan el hotel, claro.
Daniel Ausente.- Yo creo que, el año pasado, los nominados estaban invitados al hotel pero
solo para la noche de entrega de premios. Eso me hace pensar que, quien no tenga hotel para esa noche, será que no gana...
Mauro Entrialgo.- Me acuerdo de una vez que estuve nominado y a los
de la organización se les olvidó darme la invitación para la entrega de
premios. Se lo pregunté a Luís Durán, que estaba nominada a la misma categoría que
yo, y me dijo “pues a mí me han dado
cinco invitaciones”. Y yo le contesté…“¡Entonces
es que te lo dan a ti!”. Supongo que si hubiera ido a protestar me las
habrían dado pero esa noche coincidía que también había una cena del TMEO y, al
final, pasé de la ceremonia y me fui a la cena del TMEO.
Pep Brocal.- Entonces, los que tienen exposición tampoco deben tener hotel, ¿no?
Oriol.- A mí nunca me han pagado el hotel.
Pep Brocal.- A mí, para la exposición, tampoco.
David Sánchez.- Ni a mí. Yo diría que eso es solo cuando estás nominado.
Mauro Entrialgo.- Pues a mí sí y fueron varias
noches cuando la exposición. Unas tres o cuatro porque, ya que habían eliminado la figura del
comisario, me hicieron ir unos tres días antes y me pagaron el viaje y la
estancia.
David Sánchez.- Yo os puedo asegurar que no he dormido más de una noche en el hotel. Lo de Mauro era en otros tiempos.
Daniel Ausente.- Pep, ¿“Mr.
Brain” es de cuando ganaste el premio?
Pep Brocal.- La revista se alargó cinco años… La empezamos a publicar en 1993 y en 1997 salió el último número. Por eso es difícil que me ubiquéis, ya que hacía
cosas muy dispares. Además, algo que siempre me ha pasado es que se queden
algunas cosas medio colgadas que luego, años después, se han vuelto a
recuperar. Como con “¡Hola terrícola!”,
que pasaron unos cuantos años hasta que fue recopilada en un álbum.
Albert Monteys.- Creo que en esa época los ganadores tenían que dedicar un libro suyo a la
Infanta y que, en la dedicatoria de
“Hola
terrícola”, Pep puso algo así como
“… para
la Infanta de Naranja”. ¡Lo recuerdo como una cosa muy tremenda!
Daniel Ausente.- No recuerdo quién, una vez me contó una anécdota acerca de la visita de una
de las Infantas a las exposiciones del Saló y que saltó con un comentario del
tipo… “¡Esto es lo de los cuadritos!”.¿Fuiste
tú, Albert?
Albert Monteys.- No, yo no fui. En el Salón,está establecido
que todos los que ganan premio al año siguiente les dedican una exposición y,
durante la inauguración, hay que acompañar a las autoridades a visitarla. Pero yo
no tuve que dar la vuelta con la Infanta.
Oriol.- ¡Ostras, yo eso no lo sabía!. Pues me tocará…
David Sánchez.- En mi caso eso fue muy cutre. Llegué cinco minutos tarde y fui al stand de
Información para preguntar dónde estaba la comitiva y me contestaron “… todavía no han pasado pero ponte ahí que
ya vendrán” e hice lo que me dijeron. Al final, me tiré toda la puta mañana
esperando a las autoridades y no pasó ni Dios.
Mauro Entrialgo.- Yo no tenía ningún interés en tener que acompañar
a nadie a ningún lado y, por eso, no me presenté a mi propia exposición. De
hecho, los mismos organizadores sabían perfectamente que yo no era la persona
más indicada para recibir a la Infanta. Así que les di las invitaciones a mis
padres y ellos fueron y fliparon… Esto que os cuento tiene que ver con lo que
decíais de si el premio había sido importante para nosotros. Para mí no tuvo
gran relevancia a nivel profesional. Sin embargo, a nivel familiar, a partir de
entonces mis padres consideraron que de verdad me estaba dedicando a la
historieta ya que, si acudía la Infanta, sería porque la cosa iba en serio.
Roser.- Pero tus padres siempre te han apoyado en tu decisión de ser dibujante.
Mauro Entrialgo.- Sí pero sin creérselo demasiado. Hasta ese
momento, ellos siempre me decían "...Sí,
bueno… Estás con tus dibujitos pero… ¿De verdad no quieres que te dejemos
dinero para montar una tienda de discos?”. Esto me lo dijo mi madre muy
seriamente. Siempre me daban consejos de este tipo, como sin creer de verdad
que yo me estaba dedicando profesionalmente al cómic.
Roser.- Tu exposición, Pep, debería ser acerca de “Hola terrícola”...
Pep Brocal.- También había unas páginas de la serie
“V Girl”. Fue en la
Estación de Francia y quedó muy bien porque era dentro de
un vagón de tren.
Mauro Entrialgo.- Hasta mi año existió la figura del comisario de
la exposición, que cobraba 100.000 pesetas por el trabajo. Esto lo sé porque
Onliyú me escribió una carta contándome que el comisario se embolsaría 100.000
pesetas por hacer cuatro chorradas. Exactamente me decía… “Vallés y yo hemos pensado que podríamos ser tus comisarios y darte la
mitad del dinero”. Yo le respondí que no hacía falta que me dieran nada
pero que estaría encantado que fueran ellos. Así que los propuse a la
organización pero al final no pudo ser porque eliminaron el comisario y, en su
lugar, entraron los hermanos Doll. Uno se llamaba César y el otro Sergi.
Albert Monteys.- Iban muy a su aire montando las
exposiciones. Metían esculturas, banda sonora…
David Sánchez.- Yo, para mi exposición, no tuve que proponer nada. Me llamó Guillermo, el
chico que ahora se encarga de montar las exposiciones, y me pidió si tenía
originales. Le dije que muy pocos y le mandé lo que tenía. Luego ellos se
encargaron de todo y yo no tuve que hacer nada.
Roser.- Si dices que tenía pocos originales supongo que es porque usas más el ordenador que lápiz y papel…
David Sánchez.- Según como me dé. A veces lo hago directamente en el ordenador y, otras
veces, a lápiz.
Oriol.- A mí también
me llamaron y me pidieron originales para exponer y, ayudado por mi pareja, seleccioné
52. Escogí lo más chulo que tengo sobre “La
piel del oso”. Luego, les pedí que me dejaran pasar por la
exposición una semana antes para ver cómo queda y ordenar los dibujos, en caso que me
parezca necesario.
Daniel Ausente.- Jaime, ¿Tú que recuerdas de tu exposición?
Jaime Martín.- Pues que era muy sencilla. Había cuatro páginas colgadas, unas cuantas
figuras de los personajes recortadas sobre madera, un contenedor para recrear
cierto ambiente urbano, una fuente que pidieron al ayuntamiento y poco más.
¡Pero me pusieron pegas para todo! Básicamente porque, según me decían, no
había presupuesto. Incluso recuerdo que, en un momento dado, les pedí un poco
de hilo musical con las canciones que sonaban en
“Sangre de barrio” y, al final, tuvimos que recurrir al típico
radiocasete de cinta con
Rosendo y
Barricada sonando de fondo. O sea… ¡Bien
cutre! La cuestión es que la comisaria estaba muy preocupada con el dinero que
podía gastarse en mi exposición, que era poco y menos. En cambio, la del
“Doctor Vértigo” de
Martí… ¡Era guapísima! Habían forrado todas las paredes con moqueta
roja y construido unos marcos de acero de modo que todo tenía un aspecto
genial. Cuando lo vi pensé….
“¿Y estos
son los que me han estado dando la brasa todo el tiempo con el rollo de que no
había dinero?”
Roser.- Así que se habían gastado el presupuesto de las exposiciones solo con la
de
Martí.
Jaime Martín.- No lo sé, pero me tomaron bien el pelo. Además, no tengo un buen recuerdo
de esa exposición porque desaparecieron originales. Tardé mucho en cobrar el
dinero del seguro porque
Joan Navarro
me dijo que estaba casi seguro de quien había sido el/la mangante pero no lo
podía demostrar. ¡Imagínate! ¡Yo estaba cabreadísimo!
Roser.- Oye… ¿Y esto que me cuentas lo podemos publicar?
Jaime Martín.- ¡Me da igual! Navarro nunca me dijo quién era pero años después me enteré
por otras personas. Si lo hubiera sabido en ese momento me hubiera ido con
cuatro colegas a reventarle la puerta de su casa pero ahora ya me da igual…
Aunque me jode porque uno de los dibujos robados no era mío sino de otra
persona, que se lo había pedido para incluir en la exposición…
Roser.- ¡Pues me parece muy gordo que en las exposiciones del Salón del Cómic desaparezcan obras expuestas! Hace
unos días supe por
Gallardo que,
cuando llevaron la exposición del décimo aniversario de
Makoki a Vitoria, también les robaron una pieza. Era un coche de
madera en cuyo interior estaba
Makoki
y toda la basca. Cuando me lo describió pensé que me sonaba de algo y que lo había
visto en alguna parte. Luego, en casa, me acordé de haberlo visto en una web de
coleccionismo.¡Y yo que creía que era
merchandising!
Albert Monteys.- ¡Qué fuerte!
Daniel Ausente.- ¿Y a ti,
Pep, también te desaparecieron originales de la exposición?
Pep Brocal.- En la del Saló, no. Pero sí en otra. Fue a la vuelta de un viaje a
Corea con la gente de
Badabum. Nos desapareció un paquete con
unas 200 serigrafías. Estuvimos mucho tiempo intentando recuperarlas y, como te
digo, también contemplamos la posibilidad que estuvieran en venta por internet,
razón por la cual rastreamos webs de ese tipo.
Albert Monteys.- ¡A mi aún no me han robado nada! Lo que sí es cierto es que me faltan originales
de “Calavera Lunar”. Tras ganar el
premio, al año siguiente alguien montó una exposición mía en un bar. Cuando la
desmontaron, tardé mucho en ir a recoger las planchas. Fue por dejadez mía y,
cuando las quise recuperar, faltaban un montón.
Mauro Entrialgo.- A mí me han robado muchas veces pero en la del
Salón no.
Oriol.- ¡Pues vaya putada! Suerte que a mí no me ha pasado.
Además, hay un seguro para estos casos aunque hay obras que, si te las roban, por
mucho dinero que recibas no compensa la pérdida. Hay cosas a las que es muy
difícil poner un valor económico.
David Sánchez.- A mí tampoco me han robado nada. Incluso más bien al contrario. Cuando
desmontaron la exposición del Salón hasta me regalaron lo que habían imprimido.
Así que no solo me devolvieron mis dibujos originales sino que, además, me
mandaron a casa los títulos de los
cómics que imprimieron en cartón pluma y cosas así. Todo eso lo tengo en casa.
Roser.- Por suerte, Oriol y David, estas cosas ya no pasan en el Salón. Antes era más fácil que ocurriera en otras exposiciones.
Pep Brocal.- Hace muchos años hubo una exposición de Jordi Gual en Terrassa, que yo tenía mucho interés en ver. Fui tarde
y, cuando llegué, ya la habían desmontado.
Supongo que me puse tan pesado e insistí tanto que, al final, me dejaron
ver las obras que estaban guardadas en el almacén. Me dejaron ahí solo, en una
habitación, con todos los originales. ¡Imaginaros si después llega a faltar
alguno! Todas las sospechas habrían recaído sobre mí.
Roser.- ¿Os acordáis de qué otras exposiciones había junto a las vuestras?
Pep Brocal.- El año de mi exposición creo que había dos más. Una, la de
Fernando de Felipe, que el año anterior
había ganado como mejor obra con
“Black Decker”. Pero la otra no recuerdo sobre qué era.
Roser.- Una era la de
Kim, que
había
ganado el premio del jurado, mientras que la del premio a la obra extranjera era sobre
“Magnor el poderoso”, de
Sergio Aragonés. Pero supongo que tú no
tendrías problemas como le ocurrió a
Jaime…
Pep Brocal.- A mí me atendieron y me cuidaron muy bien todo el tiempo que duró el
proceso de elaboración. Hicimos varias reuniones donde pude opinar sobre cómo
quería que fuera la muestra, siempre que no me saliera del presupuesto con el
que se contaba.
Mauro Entrialgo.- En mi caso, aunque había menos presupuesto, me dejaron
hacer lo que me dio la gana. Incluso pedí unas vitrinitas empotradas, para
mostrar algunos de los objetos que salían en cada uno de los originales, y un
dibujo para la moqueta del suelo. Me lo respetaron todo.
David Sánchez.- De la mía también tengo un buen recuerdo. Ahí sí que firmé y vendí un
montón de libros. Justo había publicado un cómic nuevo,
“No cambies nunca”, y se agotaron todos los ejemplares que había
llevado
Astiberri. Firmé cantidad y
mucha gente me decía que había descubierto mi trabajo gracias a la exposición.
Además, estaba en muy buen sitio, justo a la salida, de forma que todo el mundo
tenía que pasar por ella.
Oriol.- Este año será el primero en que las exposiciones estarán separadas físicamente
de lo que es la feria en sí.
Daniel Ausente.- Oye
Roser, nos has traído a comer al mismo paki
que a
Gallardo y
Paco Roca, ¿no?
Albert Monteys.- ¡Ey, que fue
Luís Bustos quien descubrió el local!
Daniel Ausente.- Jaime,
“Las guerras silenciosas” también va de
eso, ¿no?
Jaime Martín,- Sí, sobre la mili de mi padre, en África. Una persona que ha leído
“Los surcos del azar” y
“Las guerras silenciosas” me ha dicho que
hay unas cuantas similitudes entre ambos.
Roser.- Es lógico, ya que hablan de experiencias pasadas que son comunes a un grupo
de gente determinada. Eso ya lo hablamos ese día con
Paco,
Miguel y también
con
Antonio Altarriba, que lo llamé
por teléfono el día anterior.
Jaime Martín.- Hasta coincidimos en lo de dibujarnos entrevistando a la persona que ha
vivido los hechos sin que Paco ni yo supiéramos en qué estaba trabajando el
otro.
Roser.- Claro, es que lo de la entrevista es un buen recurso narrativo.
Albert Monteys.- Manel Fontdevila, que es muy fan de
Google Street View, se dedicó a buscar el hotel y las calles de Baccarat,
el pueblecito francés donde vivía el protagonista de
“Los surcos del azar” y lo encontró todo.
Daniel Ausente.- Eso de hacer historias sobre tu padre es magnífico.
Ahora ya parece un subgénero pero se trata de historias que, de no ser así, no
saldrían de la intimidad familiar.
Roser.- Justo de eso mismo hablábamos con Paco,
Gallardo y Altarriba. De la historia que no sale en los libros de texto y la
importancia de contar todas esas cosas a través de los familiares que las han
vivido.
Jaime Martín.- En Angoulême me entrevistó una estudiante americana que estaba trabajando
en una tesis doctoral sobre historias de este tipo, publicadas tanto en cómic
como en novela.
Pep Brocal.- Bueno, desde
"Maus",
prácticamente es esto.
Daniel Ausente.- Pero conecta desde la autobiografía.
Pep Brocal.- En estos casos, al ser tú quien cuenta la historia en lugar de la persona
que la ha vivido, lo haces desde tu punto de vista. Esto lo digo pensando en
“La guerra de Alan” donde, la forma de contar, es lo que hace la
historia.
Jaime Martín.- Yo ahora estoy preparando un cómic sobre mi
abuela. Bueno, sobre ella y mi abuelo pero centrado más en ella. Él no solía
hablar de la guerra pero, por casualidad, un día recuperé unas grabaciones que
hizo mi hermano donde el abuelo le contaba ciertas cosas que vivió durante la
guerra civil. Ahora lo estoy trascribiendo y, a la vez, recuperando algunas
cosas que explicaba mi abuela cuando aún vivía.
Daniel Ausente.- Mientras todo lo que sabemos sobre el bando
republicano suele ser trágico, mi abuelo nos contaba historias al puro estilo
Indiana Jones. Él se dedicaba a viajar por los frentes del bando republicano para
poner películas a los soldados y, la visión que nos daba sobre la guerra, era
muy aventurera. Y luego no le pasó nada, por cierto.
Albert Monteys.- A este paso, Roser, volverás a hacer otra entrada
sobre la guerra en lugar de para lo que hemos venido…
Roser.- Es que habéis sacado un tema por el que siento una
debilidad especial y no he podido evitar dejaros hablar. Por otra parte,
siempre me ha gustado leer historias
autobiográficas. De hecho, hace poco leí
“Los domingos” de
Mauro y me encantó.
Mauro Entrialgo.- En realidad era el principio de una serie de
siete libros. Uno para cada día de la semana, sobre distintos periodos de mi
vida. “Los domingos” trataba mi
primera infancia mientras que “Los
lunes”, que tengo a medio preparar con mogollón de notas tomadas, va de la
pre-adolescencia y la adolescencia.
Roser.- ¡Qué bien que me digas que habrá continuidad!
Mauro Entrialgo.- Aún no lo sé porque, como “Los domingos” comercialmente fue un poco desastre…
Roser.- ¡Pues qué mal ojo que tengo! Siempre me gustan
los cómics que comercialmente os van mal.
Mauro Entrialgo.- ¡Entonces
si te gusta a ti será mejor que no lo publiquemos! El proyecto lo empecé con la
idea de editar uno al año y ahora ha quedado un poco aparcado. En parte, porque creía que tanto cómic
autobiográfico aburría al lector.
David Sánchez.- Yo tampoco me veo haciendo cómics de tipo autobiográfico, dibujándome a mí
mismo y todo eso. Aunque, si lo miras bien, todos los tebeos tienen algo de
autobiográficos porque, al fin y al cabo, lo que hace el autor es hablar de sí
mismo aunque de otra forma.
Daniel Ausente.- Desde que ganasteis el premio hasta ahora, ¿Creéis
que ha cambiado algo en el mundo del cómic?
Mauro Entrialgo.- Depende de cómo lo mires pero todos sabemos lo que
ha cambiado: los formatos, el auge de la novela gráfica, la llegada del cómic a
las grandes superficies… Bueno, nada que tú no sepas ya.
David Sánchez.- Desde que gané yo, creo que no. Solo hace tres años pero no sé si mi visión
del mundo del cómic es muy acertada o no, aunque me da un poco igual. Además,
ahora llevo un tiempo sin hacer un cómic.
Albert Monteys.- Cuando yo gané era un momento muy raro, en que parecía que iba a ser el
fin de las revistas y no se sabía qué ocurriría después. De hecho, era una
situación parecida a la de ahora. Por un lado, había una serie de profesionales
como
Bernet y
Carlos Giménez que tenían una creatividad brutal y, por el otro, estábamos
nosotros que empezábamos en el mundo del cómic. La situación ahora es otra
porque, aunque no está bien, no es tan negativa ni tampoco hay esa agonía que
parecía en los noventa.
Roser.- Antes desaparecían las revistas y ahora la tablet, el móvil y el ordenador están
sustituyendo al papel.
Albert Monteys.- Antes había dibujantes que se dedicaban única y
exclusivamente a hacer tebeos. En cambio, ahora, la mayoría también se dedica a
otras cosas... Dígase diseño, ilustración o lo que toque, ya que vivir exclusivamente
de los cómics es muy difícil.
Jaime Martín.- Yo creo que la época del boom del cómic fue una fase anormal, transitoria,
y que lo normal son estas pocas ventas que hay ahora. De hecho, aquello duró un
tiempo determinado y fue más bien escaso. Lo que realmente se presenta como una
situación estable, acorde con el resto de Europa, es lo que ocurre ahora. Francia
es una excepción. Si nos fijamos en países como el Reino Unido, Italia o
Alemania, por poner un ejemplo, veremos que el mercado del cómic funciona más o
menos como aquí.
Mauro Entrialgo.- A mí no me parece así. Lo que yo veo es que están
por encima de nuestro nivel. Este año he sacado un cómic en Italia y otro en
Alemania y, en Alemania, de un año para otro las librerías especializadas en
cómics son cada vez más y los Salones, también.
Daniel Ausente.- Mi opinión personal es que la anormalidad provenía
del hecho que, cuando hubo el boom de la Gauche
divine, hubo un par de ellos que estaban ahí y que leían tebeos.
Albert Monteys.- Y hubo un momento en que leer cómics, en los 80, tenía un algo de
modernidad y de estar en la cresta de la ola. De hecho, cuando salió “El Víbora” a finales de los 70, el
cómic underground estaba muy vivo.
Daniel Ausente.- En la mayoría de documentales sobre el
underground español se
ve a los cuatro madrileños que tocan música, mientras que en los documentales
sobre el
underground barcelonés, están
los cuatro que hacían cómic.
Nazario,
Mariscal, Max, Onliyú… En
“Barcelona era una festa underground” casi
todos son dibujantes. Excepto
Onliyú,
claro.
Roser.- Que luego fueron a parar a “El
Víbora”.
Daniel Ausente.- Los dibujantes de cómic de Barcelona como cronistas del cambio social. Y tú
estaba ahí, Jaime…
Jaime Martín.- Llegué un tiempo más tarde. Empecé con ellos en el 87.
Roser.- Y yo hoy he conseguido reunir una buena representación del premio al autor revelación, casi desde que se instauró, en 1988, hasta la actualidad y eso da una buena panorámica de la evolución del cómic español.