Con este cuarto post
sobre la ruta del 20 de mayo llegamos al final del camino que inicié dos días
después de la salida de grupo. Mi intención, con esta serie de entradas, era
compartir la experiencia con las personas que asistieron a la cita, con
aquellas que no pudieron venir y con todos los lectores de este blog, en
general.
Dicho esto, en la última
entrada me quedé ante la puerta del Passatge del Dormitori de Sant Francesc, en
la calle Anselm Clavé. Se trata de un callejón con entrada y salida por la
misma calle Anselm Clavé y el Passeig Colom.
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Entrada por Anselm Clavé. Al fondo, la salida por Passeig Colom |
La historia dice que aquí
se alojó San Francisco de Asís (en 1214) cuando hizo un alto en el camino en su
viaje a Santiago de Compostela. Por lo que parece, en este enclave se
encontraba la capilla de San Nicolás de Bari, que formaba parte del hospital de
peregrinos que visitó San Francisco. De ahí el nombre del pasaje.
Poco después, en 1236,
Jaume I mandó construir lo que iba a ser el primer convento franciscano de la
península y que ocuparía, en un principio, el espacio del hospital (que ahora
es la Plaza del duque de Medinacelli) y que llegaría hasta primera línea de
mar.
Según cuenta
Víctor
Balaguer en su libro
“Las calles de Barcelona”, ese primer convento fue
engullido por el mar en el año 1500 y un siglo más tarde (1600) fue
reconstruido y ampliado. Pero el 25 de julio de 1835 acabó hecho cenizas igual
que muchos otros que fueron arrasados, por la masa enfurecida barcelonesa, tras
ver una corrida de toros en la
plaza del Torín.
En el siglo XIII, lo que
ahora es la Plaza Medinacelli era la Plaza de San Nicolás en referencia a la
capilla del hospital del que antes he hablado. Luego volvió a cambiar el nombre
por el de Plaza de San Francisco, ya que así es como se la conocía
popularmente. Pero más tarde, cuando se acabó de derruir lo que quedaba del
convento quemado para construir la plaza actual, recibió un nuevo y último
nombre: Plaza del duque Medinacelli, que donó parte de sus terrenos para
construir la plaza actual (y que lucía tan bonita en "Todo sobre mi madre" de Almodóvar).
Un dato curioso de esta
plaza es que aunque lleve el nombre del duque, la estatua que hay en lo alto de
la columna no es de Medinacelli sino de Galceran
Marquet, que no era noble sino almirante de la armada (en el siglo XIV) y
capitán de la flota barcelonesa.
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Estatua a Galceran Marquet en la Plaza Medinacelli |
Una vez hechas las fotos
de rigor y explicada la historia del desaparecido convento franciscano nos
fuimos al Passatge de la Pau. A diferencia de todos los demás este no
tiene rejas pero decidí incluirlo en la ruta tanto por su belleza decadente
como por su historia.
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Otra vez aparece de nuevo "pasage" escrito con G |
Tiene entrada y salida
por la calle Anselm Clavé y por la calle que da nombre al pasaje. Fue abierto
en 1875 y su nombre se refiere al Convenio de Vergara, firmado en 1839
por los Generales Espartero y Maroto y que significaba el fin
oficial de la primera guerra carlista. Pero al poco de firmar la paz, ni la
burguesía industrial ni las primeras organizaciones de obreros estaban satisfechas
con las políticas de Espartero, que se había quedado como regente tras la
marcha a Francia de la reina María Cristina. En esa época las revueltas
ciudadanas se daban día sí y día también. Finalmente todo estalló el 3 de
diciembre de 1842 cuando Espartero, harto de tanta revuelta, ordenó al General Van
Halen que bombardease Barcelona desde el castillo de Montjuïc. El bombardeo
fue brutal, durante 13 horas estuvieron cayendo más de 1.000 bombas matando a un
centenar de barceloneses. Finalmente, la cosa terminó con la rendición de la
ciudad y la inmediata ejecución de una quincena de implicados.
Como conclusión, podemos
decir que el Passatge de la Pau se construyó para conmemorar una paz muy breve
que condujo a una matanza de ciudadanos. Ello no quita la belleza del pasaje
que ahora está totalmente abandonado y que necesita una restauración urgente.
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Detalle de la decoración interior del techo del pasaje |
Al salir de allí nos dirigimos hacia los dos últimos destinos de la ruta. El siguiente lugar
que visitamos fue el Passatge del Rellotge. Con entrada y salida por las
calles Escudellers y Còdols, actualmente en su interior está la sede de
Iniciativa per Catalunya Verds (ICV).
Según indica Víctor
Balaguer en “Las calles de Barcelona” (libro de 1866) el pasaje hacía
poco que había sido construido pero no informa de la fecha exacta. Por lo que parece y, según el propio Víctor Balaguer, allí vivió Roger de Llúria. Pero el edificio fue
derruido para construir uno nuevo en cuyos bajos se instaló un relojero que
tenía un gran reloj (en la puerta de entrada) que marcaba las horas de las
capitales más importantes del mundo.
Después de hacer las
fotos correspondientes y explicar el porqué del nombre del pasaje, nos
dirigimos al Born para visitar nuestro último callejón de la ruta: el carrer de les Mosques, del que se dice que una vez vez circuló por su interior un coche Seat 600, pese a su extremada estrechez. Esta calle, que tiene entrada y salida por Montcada y
Flassaders, fue la más estrecha de la ciudad (mide 1,48 m de ancho en su parte más estrecha) hasta que la superó el carrer de Crehuet (del barrio de Horta-Guinardó) cuando Horta de Sant Joan pasó a formar parte de la ciudad de Barcelona a principios del siglo XX.
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Entrada por Montcada |
Como en su día ya hice
una entrada dedicada a esta calle no me extenderé en volver a explicar lo que
en su momento dije, ya que para saberlo o recordarlo es tan fácil como hacer
clic sobre
este enlace.
En este punto exacto
terminó la ruta pasadas las cinco de la tarde. Cansados y hambrientos, ahora
nuestra prioridad era encontrar un lugar donde nos dieran comida y cobijo de la
lluvia que estaba a punto de caer. Lo encontramos en un local de la Barceloneta
donde pudimos comer, beber, descansar y
comentar las anécdotas del día.
Durante la salida, como ya comenté en el primer post, aún tuvimos tiempo para detenernos en otros lugares de interés e incluso descubrir otras calles con rejas que no formaban parte de la ruta. Pero yo me he querido ceñir a lo que estaba inicialmente planificado y dejar para otro día todas las cosas interesantes que encontramos por el camino.
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Y aquí estamos todos, posando para la posteridad ante el carrer de Perot lo Lladre |